viernes, 31 de octubre de 2008

31 de Octubre: "DÍA DE LA REFORMA"

Ante una efemérides tan signficativa es importante volver a leer un artículo escrito por Plutarco Bonilla, y que se publicó hace dos años en

(http://www.lupaprotestante.com/)

lo que escribió el profesor Bonilla sigue siendo relevante para todas las iglesias cristianas, especialmente para las comunidades cristianas "hijas" de la Reforma.


"Hoy se celebra el “Día de la Reforma”. Y la Reforma, de la que de alguna manera somos herederos (aunque muchos protestantes no quieran reconocerlo y renieguen incluso del calificativo de “protestantes”), fue una revolución del pensamiento que, por su propia naturaleza, tenía una fuerza explosiva interna que se expresó en la transformación de la vida de los pueblos y de las personas que los constituían y que la aceptaron" (Plutarco Bonilla)

miércoles, 15 de octubre de 2008

¿Ministerios femeninos? o La participación de la mujer en el ministerio


He leído de nuevo una de las publicaciones del STPM llamada "Tiempos de hablar" -Reflexiones en torno a los ministerios femeninos. En este libro publicado hace una década, es interesante notar que en el mismo título está presente la duda, la predisposición al machismo y el feminismo exacerbado cargado de pesimismo. Es interesante, desde luego, notar la falta de tacto, disciplina y comprensión de lo que era la iglesia nacional en esa época -y tal vez hasta ahora. Los exponentes creen estar descubriendo América y por ende se dan gusto oyéndose ellos mismos. No entendiendo que todo lo que expresan es parte del proceso que el mismo pueblo presbiteriano está experimentando y ha anhelado en cuanto a la participación de la mujer en el ministerio cristiano (a diferencia de Los ministerios femeninos). Lo preocupante es el contexto donde se generó la publicación, porque está lleno de resentimientos, amarguras, falta de conocimiento del pueblo que conforma nuestra iglesia en todo el país, falta de información en cuanto al estatus socio político, cultural, educativo y económico de las familias miembro. Ignorancia crasa de lo que es nuestra iglesia.


Como pastor y compañero de mujeres que trabajan arduamente en la obra del Señor, creo que no es justo poner pensamientos, ideas y palabras en quienes saben que no es con el feminismo predispuesto que se dará la ordenación de la mujer. Como cristianos debemos tener sentido de perspectiva histórica a la luz de la activa participación de Dios en los sucesos de este mundo, ya que el cristiano está capacitado para ver lo que otros no ven. Pero esta evidencia no debe ser motivo de ostentación, ni de orgullo fatuo, sino de humildad y de responsable dedicación a la tarea que nos es propuesta. Si Jesucristo estuvo en este mundo antes que nosotros, si él nos precedió y nos dio el ejemplo de cómo proceder, basta conque estemos a tono con él, y todo saldrá bien. Él sabe con anticipación qué debemos decir y qué debemos de hacer. No se necesita ser "doctor" para darse cuenta que todos y todas somos real sacerdocio, nación santa con un propósito, con una misión profética. Pero sí es necesario ser humildes para reconocer la falta de conocimiento bíblico y el buen discipulado en las iglesias. La falta de disciplina formativa en los seminarios, donde la preocupación de algunos maestros es la de preparar activistas evangélicos que verdaderos siervos y siervas en compromiso serio con su Señor y la proclamación del Evangelio de Salvación. Porque Él necesita hombres y mujeres con un claro llamamiento y vocación de servicio en sacrificio vivo. Él no busca promotores políticos, ni activistas sociales cargados de proyectos intangibles, sin sentido, ni objetivo.


Lo que se nos presenta como "Tiempos de hablar", no es más que el sentir de personas que no viven el proceso histórico de nuestra iglesia, que más están listos a levantar polvo que unirse a la voz dulce, sabia, edificante y conciliadora de una comunidad noble, pero no ignorante; humilde, pero no subyugada, como lo quieren hacer entender algunos de los de los escritores de los temas. Si alguna mujer pregunta hoy día ¿QUÉ OTROS MÉRITOS HAY QUE HACER PARA QUE UNA MUJER SEA ORDENADA?, no hemos de volvernos histéricos por cosa tan natural. "Cada uno -dijo el abuelo- tiene que sudar su propia calentura". La iglesia no puede ver con malos ojos el que alguien exprese el anhelo de su corazón. La iglesia no puede apañar el clericalismo, ni el machismo, al pueblo cristiano no puede impedírsele que logre su madurez espiritual, cultural, política y social. Y esta madurez espiritual es sanidad y constructividad, no es un fanatismo teológico, pseudo intelectual generador de odios, disolvente por completo. Y con esto, hay que tener mucho cuidado y detenerlo, porque muy bien pudiera ser la ruina total de la iglesia. Y no podemos llevar al pueblo presbiteriano mexicano -generoso y querendón- a un clima de amarguras y de odios inútiles.


Pero, bueno, vamos a salir cuanto antes de esta tembladera. El lugar de la mujer (VARONA) ya está definido desde el principio de la creación. No tenemos que recurrir al estudio de tiempos antiguos y aclaraciones de viejas notas discordantes dadas en el pasado respecto a la supuesta IDONEIDAD de la mujer entendiéndose como apoyo. LA MUJER ES RESPONSABLE JUNTO CON EL HOMBRE DE LA CREACIÓN, Y POR LO TANTO, CON LAS MISMAS POSIBILIDADES EN EL CAMINAR DE LA HUMANIDAD. A medida que la vida espiritual crece y la educación avanza, las desigualdades de sexo, género, clase, etc., desaparecen. Y eso es lo que tenemos que hacer, educar, pero con el inteligente y humilde espíritu de Cristo, donde se puede hallar esa tolerancia que es raíz directa de la armonía y de la paz, donde todo ser humano respeta la dignidad de los demás. Y es en el espíritu de Cristo donde desaparecen las castas, los privilegios, los favoritismos, los abusos y toda clase de injusticia.


No necesitamos introducir inyecciones de novedad, o ideas de presión de extranjeros, que quisieran tuviésemos la desgracia de la división que ellos han vivido en su iglesia al no entender que lo que más necesitamos, es volver a las viejas verdades de que, "el que cree en Cristo es una nueva criatura", y de que, "esta es la victoria que vence al mundo: Nuestra fe". Creo que nuestra iglesia presbiteriana de México -por gracia de Dios- ha roto ya la barrera del temor, y ya hay clarinadas que anuncian la aurora de un nuevo día por la visión de una nueva iglesia. La hora ha llegado cuando una nueva estrategia es indispensable, una estrategia que nos permita visualizar la obra en su totalidad, pero bien encajada en el momento mexicano que nos ha tocado vivir. Recordando, sobre todo, que la iglesia no es nuestra, y que la misión de la iglesia tampoco nos pertenece: Porque nosotros, y la iglesia, y todos los reinos de este mundo, somos del Señor y de su Cristo, a quien sea la honra y la gloria, y el imperio por siempre. Amen

sábado, 4 de octubre de 2008

LECTURA DEL SIGLO XX (1956)-Publicación de la CCPAL hoy AIPRAL

LA REFORMA Y EL PRESBITERIANISMO

La Iglesia sencilla y piadosa del Nuevo Testamento, andando el tiempo, escaló altas posiciones políticas en el imperio Romano, y con estas dudosas conquistas se inició un turbio período de varios siglos, durante el cuál la Iglesia se alejó cada vez más de sus raíces bíblicas. No debemos pensar, sin embargo, que desde esta temprana época hasta la Reforma del siglo XVI, el cristianismo se mantuvo completamente desfigurado y corrompido. A través de todo el tiempo, como una irrompible cadena que llega hasta nuestros días, hubo verdaderos seguidores del Señor que se mantuvieron al amparo de la revelación sagrada. Como representante de estos grupos pudiéramos mencionar a los albigenses, los petrobrusianos, los cristianos célticos de Escocia e Irlanda, los independientes escoceses, los lolardos, los evangélicos de Bohemia, los valdenses, que existen hasta el día de hoy, y muchos otros más que harían la lista interminable.
Los propulsores de todos estos movimientos anteriores a la Reforma hicieron un valioso aporte a la Iglesia Reformada, pues por medio de ellos se hizo asequible el verdadero espíritu de la Iglesia Primitiva. El gobierno representativo, en oposición al injusto gobierno monárquico, la doctrina de la gracia y la permanencia de la fe, en oposición a la corruptas indulgencias, fueron factores que identificaron a la Iglesia protestante con la Iglesia Novotestamentaria que se mantuvo firme aún en medio de las más negativas circunstancias.
Todos estos grupos se mantuvieron firmes, es cierto, en medio de las más turbulentas épocas, pero también es cierto que la mayor parte del cristianismo se convirtió en una burda religión pagana, y que se imponía una drástica revolución para determinar, sin asomos de duda, el verdadero carácter de la Iglesia. Esta revolución se produjo en el siglo XVI y sus efectos, que perduran hasta hoy, se mantendrán para siempre.
La Reforma Religiosa del siglo XVI alcanzó tres diferentes esferas de influencias renovadora: política, eclesiástica y espiritual, y sus transformaciones fueron tan profundas que puede afirmarse que este movimiento alteró el curso de la humanidad. Los principios religiosos que inspiraron la Reforma son varios y comunes a la diversas ramas futuras del movimiento reformador. Pudiéramos hacer mención de algunos de ellos que encajan perfectamente en las doctrinas de nuestra Iglesia como parte del protestantismo.
1) El protestantismo, en todas sus formas históricas, insiste en la posibilidad de una relación inmediata del hombre con Dios. Esta relación descansa sobre la gracia inmerecida de Dios, revelada a los hombres en Jesucristo y recibida por ellos mediante la fe en El.
2) El protestantismo, en sus diversas expresiones, sostiene que las Escrituras constituyen la norma decisiva de autoridad espiritual.
3) Todos los protestantes concuerdan en que existe un sacerdocio universal de los creyentes. Puesto que todo cristiano puede recibir por la fe el don del amor redentor de Dios en Cristo, según lo manifiesta la Escritura, no está subordinado a ritos sacerdotales o eclesiásticos, sino que puede ejercer el derecho y el deber del juicio privado. En este sentido el protestantismo es fundamentalmente un movimiento de preservación de la individualidad.
4) Todos los protestantes acentúan la importancia de la libertad religiosa resisten a la coerción, sea ella del poder civil o eclesiástico, en asuntos de fe y prácticas religiosas.
5) El protestantismo tiende a la revaloración de la vida común y el trabajo. No conoce de una separación básica entre vocaciones "religiosas" y "seculares". Considera a todos los hombres responsables individualmente ante Dios, con el privilegiado deber de servirle por medio de toda la vida, cualquiera que sea el campo en que ésta se desenvuelva.
6) El protestantismo cree en la Iglesia, ya que se énfasis en el valor individual no le impide sus énfasis en la necesidad de la congregación de los creyentes.
DIVERSAS CORRIENTES DE LA REFORMA
La Reforma del siglo XVI se inicia históricamente el 31 de octubre de 1517, cuando Lutero clava en las puertas del Templo de Wittemberg sus famosas 95 tesis contra la venta de indulgencias, a fin de provocar una discusión académica, de acuerdo con la costumbres de la época.
De la Reforma partieron diferentes corrientes que permanecen hasta el día de hoy. Los historiadores coinciden en afirmar que se produjeron cuatros tipos principales de tradición protestante durante los siglos XVI y XVII. Estos tipos hallaron expresión en los movimientos luterano, anglicano, reformado y en los movimientos independentistas.
La tradición luterana, que tiene como raíces los principios de Martín Lutero, es la más antigua de la Reforma. En 1529 apareció el Catecismo de Lutero y en 1530 la Confesión de Augsburgo, que veinticinco años más tarde se convirtió en la constitución de la Iglesia Luterana.
La tradición anglicana, que coincide con la Reforma, es bien diferente de las otras tradiciones. La Iglesia anglicana es más litúrgica que confesional. Ha hecho se generoso aporte al movimiento evangélico, al igual que las otras ramas del protestantismo.
Otras tradiciones protestantes, las que se conocen con el nombre de independientes, podemos hallarlas en los movimientos radicalistas que fueron surgiendo de las ramas principales. En su mayoría carecen de guías famosos, pero se trata de movimientos que relacionan la mayoría de su actividades con algunos énfasis determinados que se toman como elementos básicos.
Algunos historiadores incluyen entre las tradiciones protestantes lo que dan el llamar la tradición metodista. En cierto sentido el movimiento religioso que debe su origen a Juan Wesley no tendría el mismo derecho que los de Lutero, Zwinglio, y Calvino, a integrar estas tradiciones. Apareció demasiado tarde para ser clasificado como un movimiento reformista: comenzando con la experiencia mística de Juan Wesley, en 1738, sigue a Lutero a más de dos siglos de distancia. Sin embargo, no puede negarse que el metodismo es un movimiento de características muy notables en la historia del protestantismo.
La tradición reformada, estrechamente ligada a la personalidad de Juan Calvino, es la de mayor interés para quienes pertenecemos a la Iglesia Presbiteriana. El calvinismo constituye un movimiento de características propias dentro de la Reforma. Aportó la estabilidad intelectual y disciplina de que careció el proceso reformador en su orígenes. La personalidad y superior inteligencia de Juan Calvino contribuyeron a dar definitiva solidez al más completo sistema teológico protestante y a la forma de gobierno presbiteriana, eminentemente bíblica.
Como sistema teológico el calvinismo fue el más lógico, el más completo y el más consecuente con la Reforma. Se base en la soberanía de Dios, y de este principio fundamental surgen los demás elementos del sistemas, tales como los decretos, la elección, la seguridad de los creyentes, la impotencia espiritual de los no regenerados, etc. Fundamenta todo en Dios, que es la autoridad que todo lo domina. El hombre es enteramente impotente para salvarse a sí mismo. Su salvación se logra por la soberana voluntad de Dios. La elección divina es el principio de la salvación, y la razón de esta elección está oculta en la inescrutable voluntad del Señor. El calvinismo es un sistema teológico rígido e inflexible, pero inspira a los hombres absoluta confianza en Dios y les muestra la realización de un poder divino que imparte audacia y fortaleza para la lucha titánica que pasa sobre quienes se esfuerzan en conseguir el definitivo triunfo de la verdad.
Nada hay que domina con tanta fuerza la mente de un hombre y afecte tan intensamente su carácter, como sus ideas de Dios. Ellas dan color a todos los demás pensamientos. Los conceptos que tenemos respecto a Dios ejercen una influencia dominante en la formación del carácter y constituyen un poder regulador de la conducta cotidiana. Una teología calvinista es sólida y bíblicamente autoritaria. Tal vez sea ésta la causa principalísma de la poderosa influencia del calvinismo en la sociedades donde se ha desarrollado como sistema teológico y eclesiástico.
Como sistema de gobierno eclesiástico el calvinismo es democrático-representativo. Consistía en una serie de cuerpos representativos, desde el presbiterio hasta la asamblea general. Estos cuerpos ejercían funciones legislativas, ejecutables y judiciales, derivando su autoridad del pueblo, y no del gobierno civil.
Una de las características del calvinismo, además de las ya mencionada de un sólido sistema teológico y del gobierno presbiteriano que les es propio, es la del celo intelectualista del movimiento. Donde quiera que resultaba posible, el calvinismo creó una iglesia nacional con un equipo apto para la preparación de los obreros.
El calvinismo se desarrolló con abrumadora rapidez, y alcanzó casi todos los países europeos con su influencia. Tratándose de que la Iglesia Presbiteriana es fundamentalmente calvinista, vamos a referirnos, aunque sea brevemente, a la vida y obra de Juan Calvino, para pasar después a estudiar la extensión del presbiterianismo.
JUAN CALVINO
Juan Calvino nació en Noyón, un pueblo de Francia situado a unos cientos cuarenta kilómetros de París, el 10 de julio de 1509. Su padre, Gerardo Chauvin, en virtud de los cargos importantes que desempeñaba como secretario del obispo de Noyón, abogado del cabildo y procurador fiscal del condado, mantenía buenas relaciones con las familias nobles y el alto clero de la región, aun cuando fuese hijo de una familia humilde. Su madre, Juana Le Franc de Cambray, era una mujer piadosa y celosamente cumplidora de sus deberes religiosos. El ambiente de los primeros años del Calvino fue, por tanto, de extrema religiosidad, situación que de seguro influyó en su futuro carácter austero y autoritario.
Su padre había planeado para él la dedicación al sacerdocio y le proveyó la mejor preparación intelectual de la época. Ya a la edad de catorce años Calvino había ingresado en la Universidad de París, donde estudió Latín, Lógica y Filosofía. Pero al fin decidió estudia Leyes y pasó posteriormente algunos años en las Universidades de Orleans y Burgues, bajo la orientación de los más conspicuos profesores franceses.
Después de la muerte de su padre, Calvino se sintió libre para seguir sus propias inclinaciones, y se dedicó devotamente al estudio de la Literatura. El primer libro que salió de su pluma fue un comentario al Tratado de la Clemencia, de Séneca, y en esta obra Calvino cita a cincuenta y seis autores latinos y a veintidós griegos, lo que nos da una idea del profundo conocimiento literario que llegó a poseer.
La fecha exacta en que se produce la conversación de Calvino nos es desconocida, pero se estima generalmente que esto sucede a fines del año 1533. En su comentario sobre el libro de los Salmos, Calvino nos informa que su conversación fue súbita, pero no nos dice en parte alguna el tiempo ni el lugar en que ella se verificó.
En marzo de 1536, estando Calvino en Basílea, ve la luz la primera edición de su obra magna: La institución de la Religión Cristiana. Este libro, en su aparición inicial, era un trabajo compendido, cuya finalidad fue la de dar a conocer el pensamiento protestante a quienes perseguían a los reformadores sin entender ninguna de sus ideas. Este libro fue revisado posteriormente y logro publicarse en cinco ediciones diferentes.
Son tan determinantes sus afirmaciones y tan lógica y clara su exposición, que influencia ha alcanzado a todos quienes han pensado teológicamente después de Calvino. La persecución en Francia continuaba su marcha macabra y Calvino, en compañía de mucho otros protestantes, se vio en la necesidad de huir de su país natal para acoger a la protección de la sección protestante de Alemania. La ruta más segura para emprender este viaje era a través de Suiza, y es así que vemos a Calvino, en una noche de agosto de 1536, deteniéndose en Ginebra para disfrutar de algunas horas de descanso. Lejos estaba él de saber que aquella escala cambiaría el rumbo de su vida.
Guillermo Farel, un laborioso pastor protestante, había comenzado trabajo religioso en Ginebra en 1532, y había logrado hacerse de una notable congregación. En la ciudad, sin embargo, hacía falta la autoridad de un verdadero guía, y en cuanto al pastor ginebrino supo de la cercana presencia de Calvino, fue a pedirle que se quedase allí para servir a Dios. Al principio Calvino rechazó el ofrecimiento, pero al fin accedió y con la sola excepción de tres años que pasó exilado en Alemania, vivió el resto de sus días en una ciudad a la cual llegó para descansar una sola noche.
Juan Calvino inicia sus labores en Ginebra en Septiembre de 1536, predicando un sermón en la Catedral de San Pedro, y en seguida emprende su tarea reformada, logrado implantar un sistema bíblico de gobierno en la Iglesia, y logrando prepara a centenas de hombres que más tarde regarían por toda Europa la más sólidas doctrinas cristianas. Probablemente el impacto del calvinismo en Ginebra fue demasiado fuerte, de tal forma que el reformador francés fue mal entendido, creándose una tensa situación en toda la ciudad. En abril de 1538 se les obligó, tanto a él como a Farel, a abandonar la ciudad. Esta experiencia, que para otros hubiese sido estimada como una fracaso, fue convertida por Calvino en una gran oportunidad para renovar estudios y relaciones.
Cerca de tres años pasó Calvino en Estrasburgo. En esta ciudad público la segunda edición latina de los institutos, publicó su comentario sobre la Epístola a los Romanos, y editó el Tratado sobre la Cena del Señor. Y precisamente, en Estrasburgo se casó el reformador, en Septiembre de 1540, con Idelette de Bure, viuda de Juan Stórder, predicador anabaptista. Por ese tiempo Farel aceptó el pastorado de la Iglesia de Neuchátel, donde pasó gran parte de su ministerio, falleciendo en 1565 a los setenta y seis años de edad, un año después de la muerte de Calvino.
Durante la ausencia de Calvino las cosas en ginebra no marcharon del todo bien, y por fin el Consejo Municipal, a mediados de 1540, envió un emisario a Estrasburgo para invitar oficialmente al reformador a que regresara a Ginebra. Calvino se resistió a regresar, pero estimando que debía acatar la voluntad de Dios, volvió a Ginebra el 13 de Septiembre de 1541. En esta ciudad estuvo hasta el fin de sus días.
La tarea efectuada por Calvino fue abrumadora. Hizo funciones de predicador, escrito, polemista, reformador, maestro, consejero, teólogo, exégeta, etc. Logró, por medio de su férrea voluntad, crear en Ginebra un verdadero estado teocrático, donde la ley primera era la Palabra de Dios, y su influencia directa llegó a centenas de hombres que más tarde propagaron el calvinismo por todos los ámbitos del mundo. Es difícil armonizar la débil y quebrantada salud de Calvino, con la gigantesca y perdurable realización de su obra. El reformador murió relativamente joven. El 6 de Febrero de 1564 predicó su último sermón y falleció el 27 de mayo del mismo año. Calvino, antes de morir, hizo prometer a sus más cercanos amigos que no colocarían monumento alguno sobre su tumba, y de tal manera fue esto así, que hoy no sabemos descansan los restos de la más brillante figura de la Reforma religiosa del siglo XVI.
La Iglesia Presbiteriana se debe en mucho a Juan Calvino. Ya establecimos anteriormente que las verdaderamente raíces del Presbiterianismo proceden de la Sagradas Escrituras, pero hemos referido que las doctrinas propias de nuestra Iglesia permanecieron durante siglos pretéridas y despreciadas, por la imperdonable actitud de una cristiandad completamente desfigurada. Calvino resucitó los adormecidos principios y doctrinas del presbiterianismo, y organizó de nuevo la iglesia Presbiteriana de acuerdo con las normas escriturarias. Esto sucedió hace alrededor de 400 años (al día de hoy serían 469).
La influencia de Calvino es mucho más amplia que los que generalmente suponemos. Las doctrinas y principios que él sostuvo proporcionaron las bases para el establecimiento de la república holandesa, la rebelión de Escocia contra María Estuardo, la revolución puritana en inglaterra, y en parte, las revoluciones norteamericanas y francesas. Ranke, el notable historiador alemán afirma categóricamente: "Calvino es el verdadero fundador de América", y D'Aubigne, el insigne historiador frances, opina: "Calvino ha sido el fundador de las más grande repúblicas". Sin duda alguna, su aporte al concepto humano de la libertad tiene generosas implicaciones, y su interés bíblico en el gobierno presbiteriano es la pristina fuente de donde han surgido las democracias representativas que en el mundo han sido.
CONCLUSIONES Hemos visto que los verdaderos orígenes de la iglesia Presbiteriana hay que buscarlos en la Biblia, pero hemos expresado también que su conformación actual proviene de la poderosa obra reformadora de Juan Calvino. La tarea de Calvino no es precisamente la de un inventor. El mérito más notable del reformador consistió en que interpretó la Biblia para armonizar con el sentido bíblico, tanto la doctrina como el gobierno de la iglesia. La extensa familia presbiteriana incluye a todas las iglesias reformadas del mundo. El apelativo de "reformados" es una indicación del énfasis doctrinal. Especialmente en Europa se usa el nombre de reformados en lugar del de presbiterianos, para designar a las iglesias de tradición calvinista.
Sería muy interesante conocer, aunque sea superficialmente, el desarrollo histórico del presbiterianismo. De esta forma nos sentiríamos legítimamente orgullosos de nuestra herencia protestante.

HISTORIA DESDE OTRA PERSPECTIVA


CALVINISMO y CALVINO
Por N.A. Weber
Tomado de la Enciclopedia Hispánica


1. CALVINO, JUAN

Calvino, cuyo nombre francés era Jean Cauvin o Calvin, nació en Noyon, localidad de la Picardía, en el norte de Francia, el 10 de julio de 1509. Hijo del secretario del obispado de su ciudad natal, cursó estudios de humanidades en famosos colegios parisienses y más tarde de leyes en las universidades de Orleans y Brujas, donde tuvo como maestros a importantes pensadores de la época. En 1532, Calvino evidenció sus sólidos conocimientos de latín e historia con su edición del tratado de Séneca De clementia (Sobre la clemencia).

Poco después de publicar esta obra, Calvino se convirtió al protestantismo, pero cuando el grupo de teólogos reformadores al que pertenecía fue ilegalizado en Francia, abandonó París. A principios de 1535 se instaló en Basilea, Suiza, y allí apareció al año siguiente su obra fundamental, Christianae religionis institutio (Instituciones de la religión cristiana). Se trataba de un brillante resumen de las doctrinas protestantes, donde, entre otras cosas, postulaba la predestinación de los elegidos, rechazaba los sacramentos tal como los entendía el catolicismo y esbozaba un nuevo esquema de organización para la nueva forma del cristianismo. Con esta obra, traducida al francés en 1541, Calvino se convirtió en uno de los principales teólogos protestantes.

Todavía en 1536, tras un breve viaje a Italia -donde mostró su talento político para atraer el apoyo de los poderosos hacia el protestantismo-, al pasar por Ginebra fue invitado a permanecer en ella. La ciudad había adoptado recientemente el protestantismo pero carecía de una doctrina y una organización. Calvino permaneció allí dos años, pero elaboró un código litúrgico y moral que pareció tan severo que fue expulsado por el consejo ginebrino.

Desde 1538 hasta 1541 residió en Estrasburgo, donde creó una nueva liturgia y asentó nuevas instituciones parroquiales, al tiempo que dirigía personalmente una congregación. En esos años participó en varios concilios entre católicos y protestantes y conoció a importantes teólogos luteranos como Melanchton y Martín Lutero.

Mientras tanto, Ginebra se debatía entre el caos interior y la amenaza católica externa, y volvió a llamar a Calvino. Éste, a su regreso, aplicó sus ideas religiosas, de gran austeridad, y por medio de las Ordenanzas eclesiásticas organizó la iglesia de Ginebra, que sería la base de todas las iglesias del protestantismo reformado.

A partir de 1550 se dedicó sobre todo a apoyar a otros grupos protestantes afines a sus tesis y a proporcionar coherencia a su doctrina. En 1559 apareció la versión latina definitiva de las Instituciones -un año después vería la luz la francesa-, en donde establecía sus diferencias teológicas con el luteranismo. Bajo su influjo, y el de la academia que fundó en Ginebra, esta ciudad se convirtió en el centro principal del protestantismo europeo.

Juan Calvino murió en Ginebra el 27 de mayo de 1564, lo que no impidió la continua expansión de las iglesias reformadas.


2. EL CALVINISMO

Dentro del protestantismo, el calvinismo se caracteriza por llevar hasta sus últimas consecuencias lógicas la soberanía absoluta de Dios y por haber logrado una prudente, pero estricta, organización humana en sus iglesias.

Una segunda Reforma

Juan Calvino llevó a cabo una "segunda Reforma". Sus intenciones y sus esfuerzos se encaminaron a reunificar las diversas tendencias protestantes, y logró atraer a los seguidores de Huldrych Zwingli (también conocido como Ulrico Zwinglio) en el Consensus tigurinus (1549); sin embargo, consumó de hecho la ruptura con el luteranismo, y dio lugar, en paralelo con éste y con el anglicanismo, al tercer gran grupo dentro del protestantismo. En Europa, las iglesias calvinistas reciben por lo general el nombre de reformadas, mientras que en el resto del mundo se conocen como presbiterianas.

Organización de iglesias locales. Rechazado durante su primera estancia en Ginebra debido a la rigidez de la disciplina impuesta, Calvino fue llamado de nuevo por el consejo de la ciudad en 1541. Revestido de autoridad, hizo publicar las Ordenanzas eclesiásticas, que posteriormente sirvieron de modelo para la fundación de otras iglesias locales. Las ordenanzas confiaban la actividad eclesial a cuatro grupos: los pastores, elegidos por el pueblo, se encargaban de predicar la palabra de Dios y se reunían semanalmente en congregación y mensualmente en sínodo; los doctores se dedicaban a la enseñanza; el presbiterio -"ancianos" laicos- mantenía la disciplina; y los diáconos se cuidaban de las tareas asistenciales. El consistorio -que en Ginebra tenía carácter de consejo de la ciudad- estaba formado por seis pastores y doce ancianos; podía sancionar las faltas leves a la disciplina o pasar la acusación a los tribunales civiles.

La denominación de iglesia presbiteriana procede precisamente de la institución del presbiterio de "ancianos" laicos con poder disciplinario, en contraposición a la autoridad que otras iglesias conceden al obispo.

La "ciudad-iglesia". La supremacía del poder religioso sobre el poder civil granjeó a Ginebra la denominación de "ciudad-iglesia". El afianzamiento de la iglesia se debió al celo de la constante predicación de Calvino, a la prestigiosa Academia Teológica que fundó -basada en las humanidades grecolatinas y en la exégesis (interpretación) bíblica- y a la rigidez de la disciplina impuesta mediante castigos y destierros. Se trataba de una organización de elección democrática, pero de férrea exigencia.

La expansión. Calvino acogió a los refugiados franceses de fe protestante, y entre ellos eligió misioneros que regresaran a fundar otras iglesias locales. Conforme al principio de autonomía, éstas fueron estableciendo sus propias bases doctrinales y organizativas: confesión galicana (1559), escocesa (1560), belga (1561), hasta que se redactó de común acuerdo la confesión helvética (1566).

Las guerras de religión que se desencadenaron dejaron triste recuerdo en la noche de San Bartolomé (1572), en que murieron miles de hugonotes, y no terminaron hasta el Edicto de Nantes (1598).

En los Países Bajos, los calvinistas favorecieron la rebelión contra Felipe II de España. En Escocia, el calvinismo -o puritanismo, nombre que recibió por su rigor doctrinal- tuvo desde el principio gran apoyo gracias a la labor del reformador John Knox, que hizo del presbiterianismo la religión oficial. En Inglaterra, tras el período de la revolución puritana de Oliver Cromwell, la iglesia presbiteriana fue prohibida por el anglicanismo oficial, y sólo en 1688 se le permitió de nuevo libertad de culto.

Los puritanos ingleses exiliados llevaron la iglesia presbiteriana a Nueva Inglaterra, colonia de la costa atlántica de los posteriores Estados Unidos. Los propios ingleses y los holandeses extendieron el calvinismo por diversos países de su imperio colonial, sobre todo en lo que sería más tarde la República de Sudáfrica.

Doctrina teológica

El hombre bajo el peso de Dios. La doctrina de Calvino se polariza en la soberanía de Dios: "Sólo a Dios la gloria". La justificación y la santificación del hombre son obra exclusiva de Dios, que predestina a unos hombres para la salvación "antes de tener en cuenta sus méritos" futuros, y lo consigue concediéndoles gracias eficaces e irresistibles que aseguran su perseverancia hasta el final. Cualquier contribución humana disminuiría la absoluta soberanía de Dios. En consecuencia, Calvino tuvo que admitir también que los pecadores, los condenados, no habían escapado a la eficaz voluntad divina: Dios los había predestinado a la destrucción antes de prever sus pecados y, en la doctrina calvinista más rígida, incluso antes de prever el pecado original de Adán en el Paraíso. De acuerdo con esta doctrina, sólo se admiten dos sacramentos, el bautismo y la eucaristía, pero su carácter es meramente simbólico y no proporcionan la gracia.

El conocimiento en el hombre no es sino las ideas puestas por Dios en él; Dios es la "única fuente de la verdad", y principio real de las acciones humanas. El hombre sólo es instrumento de los planes de Dios.

La palabra de Dios. La fuente de la verdad es la Sagrada Escritura, la palabra de Dios, iluminada por el Espíritu Santo e ilustrada por la predicación. Calvino aceptaba los primeros concilios y la doctrina de san Agustín contra el hereje Pelagio -que negaba la necesidad de la gracia divina en favor del libre albedrío-, pero rechazaba el magisterio de la Iglesia Católica y acusaba de idolatría a la jerarquía de Roma.

Iglesia y sociedad. La iglesia tiene "poder supremo para someter a la obediencia y al verdadero servicio de Dios a todos los cristianos, impidiendo y corrigiendo los escándalos. El cristiano santificado está en manos de Dios, no teme a ningún poder civil; su valor es un signo de su justificación, al igual que la prosperidad exterior y la riqueza. Estas ideas llevaron a lo que se ha denominado "la ética de la economía": "El oro y la plata son buenas criaturas a las que puede darse buen uso." El interés, considerado entonces como usura, era permitido hasta un 5 %.
La pequeña burguesía se sintió pronto a gusto con este arquetipo calvinista de ciudadano laborioso y ahorrador predestinado por Dios, y sociólogos como el alemán Max Weber han analizado esta circunstancia como una de las fuentes del capitalismo. En el ámbito político, la doctrina de la predestinación ha llevado en ocasiones a situaciones de segregación de aquellos no considerados "predestinados", mas por otro lado la adopción del régimen electivo calvinista ha favorecido la instauración de gobiernos democráticos.