jueves, 24 de diciembre de 2009

HUMANIDAD DE DIOS Y EXISTENCIA HUMANA

Leopoldo Cervantes-Ortiz

Pues del cielo a la tierra rendido
Dios viene por mí[1]
Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)


1. Humanidad de Dios y servidumbre

Uno de los énfasis radicales que la profecía mesiánica antigua intuyó muy bien en relación con la figura histórica que encarnaría siglos después en Jesús de Nazaret fue el servicio, pues el perfil de la persona que aparece desde el cap. 42 de Isaías, y que inicialmente se aplicó a todo Israel como pueblo de Dios, es el de alguien dispuesto a servir sin dilaciones a la humanidad entera. Normalmente, los llamados "cánticos del Siervo" (42, 49, 50, 53) son evocados en la Semana Santa para destacar el sufrimiento del mesías en su afán por obtener la salvación, pero a veces se deja un poco de lado el hecho de que los alcances de figura tienen también una estrecha relación con la intención divina de encarnarse en todos los aspectos de la vida humana. Ésa es precisamente una de las aristas clave de la encarnación o humanización de Dios: su esfuerzo denodado por hacerse presente y "saborear", desde la humanidad de Jesús, todo lo humano sin menoscabo de su divinidad que habría de manifestarse en los instantes supremos de la redención. Porque antes de que éstos sucedieran, la figura humana de Jesús no se paseó en el mundo mostrando, como se han empeñado algunos en reproducir la imagen convencional, un aura de santidad alrededor de su cabeza o alguna otra forma de anunciar que el Mesías estaba allí presente. Por el contrario, Jesús mismo se encargaría de resumirlo en una magnífica frase: "Yo estoy entre ustedes como el que sirve" (Lc 22.27b). Es decir, el Dios encarnado en él, era un servidor, un siervo auténticamente humano.

El Siervo de Yahvé, según Isaías 42, sería una persona escogida y sostenida por él; las últimas palabras del v. 1 resonaron algunas veces en el ministerio de Jesús, quien se inspiró abiertamente en estos pasajes para reivindicar su labor: "…él me llena de alegría. He puesto en él mi Espíritu y hará justicia entre las naciones" (TLA). Carlos Mesters hace una magnífica recapitulación sobre la figura del Siervo que brota de estos cánticos:


Mucha gente se pregunta: ¿quién es el Siervo? ¿Es el pueblo? Es Jesucristo? ¿Somos nosotros? Es alguno de los profetas? En quién estaba pensando Isaías Junior cuando escribió los cuatro cánticos? […] al hacer los cánticos, la preocupación mayor de Isaías Junior [era] […]presentar al pueblo del cautiverio un modelo que lo ayudara a descubrir en la figura del Siervo, su misión como Pueblo de Dios. Por tanto, para Isaías Junior, el Siervo de Dios ¡es el pueblo del cautiverio! Más tarde, Jesús se inspiró en los cuatro cánticos del Siervo para realizar su misión aquí en la tierra. Por eso, el Siervo es también Jesús.[2]

Se trata de una persona comprometida sobre todo con la justicia y, en el espíritu del Adviento, de alguien luminoso para la realidad oscura y difícil: "luz de las naciones" (v. 6). Porque sólo la justicia y la solidaridad incondicional pueden iluminar este mundo. Dios accede a la humanidad y el servicio a través de esta figura que encarna primero, su pueblo, y después en la proyección futura, el propio Jesús, quien encuentra en estos cánticos el "guión", el "retrato hablado de su misión.

2. El Verbo encarnado en la existencia humana de Jesús

La teología del Cuarto Evangelio es profunda y alta al mismo tiempo. No en balde el símbolo de Juan es el águila, el que busca las alturas. No obstante, a la hora de centrarse en la persona de Jesús, en su humanidad, sus palabras son consecuentes con una fe anclada hondamente en la experiencia y la creencia unidas de que la humanidad de Dios se manifestó fehacientemente en la persona de Jesús de Nazaret, en sus olores, en sus sensaciones, en su corporalidad entera, y al mismo tiempo en el hecho de que esa misma carnalidad sería proyectada por la obra de Dios a las alturas de la Palabra, del Logos que estaba con Dios desde la eternidad hasta la eternidad. El periodo intermedio entres esas fases de la eternidad fue, precisamente, la existencia histórica de Jesús, justamente la que dicen los eruditos es irrecuperable más que para los ojos de la fe. El autor del Cuarto Evangelio (ni nadie) podía ser testigo de los sucesos remotos de sus famosas primeras palabras ("En el prinicipio…", pero sí que lo fue, algunas frases después, para desemobocar en el también famoso v. 14: "Aquel que es la Palabra/ habitó entre nosotros/ y fue como uno de nosotros./ Vimos el poder que le pertenece/ como Hijo único de Dios,/ pues nos ha mostrado/ todo el amor y toda la verdad" (TLA).

La teología más alta no excluye un grado de abajamiento que sigue en todo la dinámica misma de Dios de hacerse humano a toda cosa, casi de una manera obsesiva, para penetrar en el misterio humano, en correspondencia con aquellas tendencias místicas que buscan "un matrimonio entre el cielo y la tierra". Dios en la carne de Jesús probó la pequeñez para agrandar a la humanidad y se rebajó tanto que la humanidad no fue solamente un estado de prueba o un "purgatorio" sino que el sabor de lo humano se integró completamente a la divinidad del Hijo de Dios, y así subiría al cielo, de regreso, "vestido" de humanidad para "reintegrarse" a la Trinidad eterna, pero ahora con una esencia acompañada de verdadera y efectiva humanidad. Como explica González de Cardedal, en palabras casi místicas, tributarias de la mejor teología de todos los tiempos, pues sin el trabajo de K. Barth, el reformado, difícilmente alguien podría escribir así, sin ser cuestionado o perseguido por su atrevimiento:

La humanidad de Jesús es tan real y decisiva como su divinidad […] Jesús es el fruto eterno del Padre, de sus amorosas entrañas; y es el fruto temporal de María, de sus amorosas entrañas en el consentimiento, en la gestación, en la compañía durante su ministerio y en la renuncia a estar en el centro para que él lo fuera todo […] Jesús se parece a Dios y se parece a María. El Padre es el origen de su existencia personal eterna y María, por la acción del Espíritu Santo, que suscita el cuerpo del engendrado, a la vez que prepara el alma y alumbra la conciencia de la engendradora, es el origen de su existencia personal temporal. El cristianismo sólo tiene fundamento y sólo merece la pena ser cristiano si Cristo es el Verbo encarnado y en él tenemos dicha la Verdad y dada la Realidad de Dios.[3]

Ciertamente no existe un "relato navideño" como tal en este evangelio… pero ni falta que hace, pues aunque ni él ni Marcos quisieron "rebajarse" para contar los entretelones del nacimiento de Jesús, no por ello dejan de plantear las enormes dimensiones del evento máximo de actuación de Dios en la historia, cuando Él asume, con todos los costos, la humanidad verdadera y solidaria para desde aquí, desde abajo, completar su labor redentora, no ya desde el poder sobrehumano y trascendente sino de la manera más complicada: desde la vulnerabilidad y la indefensión totales. Ninguna forma de eternidad podía "defender" a Dios en Jesús de experimentar la transitoriedad de lo humano, ¡pero Él tampoco quiso que fuera así!

Y tuvo que ser otro poeta, Jorge Luis Borges, de estirpe protestante, quien retomaría esta visión plenamente humana del Hijo de Dios en su proceso encarnacional y humanizante. Dos veces eligió Juan 1.14 como centro de su atención y en ambas ocasiones el poema se llama así, como la cita del evangelio. Éste es el poema más breve:


Refieren las historias orientales
La de aquel rey del tiempo, que sujeto
A tedio y esplendor, sale en secreto
Y solo, a recorrer los arrabales
Y a perderse en la turba de las gentes
De rudas manos y de oscuros nombres;
Hoy, como aquel Emir de los Creyentes,
Harún, Dios quiere andar entre los hombres
Y nace de una madre, como nacen
Los linajes que en polvo se deshacen,
Y le será entregado el orbe entero,
Aire, agua, pan, mañanas, piedra y lirio,
Pero después la sangre del martirio,
El escarnio, los clavos y el madero
.[4]

Dios quiso, en Jesús, "beber" la humanidad hasta las heces, hasta lo último, desde la alegría suprema hasta el dolor más profundo, con la honestidad que sólo Él podía enseñarnos, una vez más comprometido completamente con la humanidad entera. Por todo ello: "Jesús puede ser llamado con toda razón microcosmos y mediador. La primera palabra se ha utilizado para designar al hombre que contiene en sí de alguna manera todo el resto del mundo, que él es el mundo en pequeño. Con toda verdad esta fórmula sólo se puede aplicar a Jesús en cuya realidad personal convergen reconciliados Dios y el mundo, la humanidad y la divinidad, lo máximo y lo mínimo, la santidad y el pecado".[5]

[1] Sor Juana Inés de la Cruz, "Al nacimiento de nuestro Señor", en Alfonso Méndez Plancarte, est., sel. y notas, Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721). Parte segunda. 3ª ed. México, UNAM, 1994 (Biblioteca del estudiante universitario), p. 76.

[2] C. Mesters, La misión del pueblo que sufre. Los cánticos del siervo de Dios en el profeta Isaías, en www.mercaba.org/Mesters/los_canticos_del_siervo_de_dios_.htm.

[3] O. González de Cardedal, La entraña del cristianismo. Salamanca, Secretariado Trinitario, 1997, pp. 87-89.

[4] J.L. Borges, "Juan I, 14", en El otro, el mismo (1964), www.sololiteratura.com/bor/borelotroelmismo.htm.

[5] O. González de Cardedal, op. cit., p.87.



miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL MAGNIFICAT

Después de una breve ausencia, me permito con el debido respeto publicar este artículo que está acorde con las celebraciones del Adviento y la Navidad. Un escrito que emana del pensamiento de uno de los hombres respetados y admirados del presbiterianismo latino americano. Gran colaborador de la CCPAL en la década de los cincuentas y hoy todavía activo en el ministerio de la PCUSA.

Autor: Rev. Martín N. Añorga

En nuestra ruta hacia el encuentro con la Navidad tenemos que detenernos con expectante devoción ante el inspirado cántico de la Virgen María conocido como El Magnificat. Durante estos días nos deleitaremos con el melódico mensaje de los ángeles, la adoración de los pastores, el brillo milagroso de la estrella de Belén y la fascinante historia de los sabios de Oriente; pero entre todos estos bellos episodios resaltan las palabras de la madre de Jesús en ese eterno himno que a lo largo de los siglos ha sido conocido con el nombre de "El Magnificat".

María reconoce, refiriéndose a sí misma en su himno de adoración, que el Señor "ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava", La cita es de La Biblia de Jerusalén. En la Nueva Versión Internacional se dice que María agradece que Dios "se haya dignado fijarse en su humilde sierva". La madre del Salvador empieza su canto con esta expresión de alabanza: "Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador". Es una interesante combinación la de la humildad de una santa mujer relacionándose con la grandeza incomparable de Dios.

Muchas personas creen erróneamente que El Magnificat es pertenencia exclusiva de la liturgia de la iglesia católica, aunque lo cierto es que se trata de un patrimonio de todos los que profesamos nuestra fe en el Señorío de nuestro Salvador Jesucristo. Se encuentra en el evangelio de San Lucas, en el capítulo primero, y los versos del 46 al 55. Aquellos que ignoran o le restan énfasis especial a este himno se pierden una verdadera joya de inspiración y enseñanzas. Para mí, en el orden personal, una Navidad sin El Magnificat es incompleta y hasta un tanto descolorida, pues esa reveladora oración es un pórtico de ternura que nos lleva a la experiencia santificadora de un encuentro personal con el precioso niño del pesebre de Belén.

La oración de María contiene un elemento profético. "Desde ahora en adelante, todos los que han de nacer me tendrán por bienaventurada", dice ella en el texto sagrado, y en efecto, la sencilla campesina de Nazaret, al ser escogida por Dios para llevar en su vientre la divina persona de Jesús, ha sido consagrada como la más prominente mujer de la historia.

Un profeta moderno, el misionero y escritor Stanley Jones, un maestro del ecumenismo, fallecido en la India hace 34 años, ha dicho que El Magnificat es "el documento más revolucionario del mundo". Si nos acogiéramos tan solo a tres grandes afirmaciones de este glorioso himno, el mundo sería totalmente diferente a lo que actualmente es.

Dice María, refiriéndose a Dios, que "su brazo interviene con fuerza y desbarata los planes de los arrogantes". Esta afirmación expone que la virtud prominente, la preferida del Señor, es la de la humildad. Jesús, siendo rey, nació en un pesebre, rodeado de sencillez y pobreza. Los siglos han transcurrido y los monarcas y poderosos del mundo han vuelto al polvo del que nacieron; los ricos que han sido, han dejado atrás sus fortunas, yéndose a la tumba desprovistos de todo; pero Jesús permanece, rey de reyes y dueño de la infinita riqueza del Universo. La grandeza del Salvador es su humildad, su dulce espíritu de sacrificio y su entrega como mártir, para que de su sangre brotara la gloria de nuestra eternidad.

En el Magnificat se proclama que Dios "derriba del trono a los poderosos y exalta a los humildes". Esta es una aseveración social, quizás hasta política, ya que todos sabemos que "el poder corrompe", y que "el poder absoluto corrompe totalmente"

La lucha contra tiranos y dictadores, contra individuos que escalan la autoridad para abusar de los demás y para aterrorizar a los que osan retarlos, es una lucha autorizada por los principios del Evangelio. Los seres humanos tenemos que defender nuestra libertad y no permitir bajo circunstancia alguna que se pisoteen nuestros derechos. Ciertamente Jesús es la paz, pero no la sumisión. Jesús es la verdad, pero jamás la resignación ante el poder que pretenda cautivarla. En el Magnificat se nos asegura que el verdadero "trono poderoso" es el que ocupa nuestro Señor. Todos los otros tronos y reinados se elevan y caen olvidados. El único poder que permanece es el de Dios.

Otra afirmación del Magnificat es que Dios "colma de bienes a los hambrientos y despide a los ricos con las manos vacías'. Esto es un modelo económico, en el que se preconiza la igualdad. Todos los sistemas económicos seculares crean clases divisorias y amparan la injusticia. Lo que propone el Magnificat es que nadie tenga de más; pero tampoco de menos. Si esta fuera la meta de la humanidad seguramente conviviríamos en paz y armonía universales.

Estos tres principios que se exponen en el Magnificat son de aplicación contemporánea y universal: los arrogantes deben humillarse, los poderosos deben someter su poder ante el poderío supremo de Dios, y los ricos deben ser genuinamente generosos para con los menos afortunados. Se trata de valores fundamentales para la construcción de una sociedad verdaderamente feliz y próspera; pero para que eso se consiga tenemos que entregarnos en espíritu de genuina obediencia a la voluntad del Rey de reyes.

El Magnificat, por supuesto, no es un documento socio político, sino que es una oración pronunciada por una mujer escogida por Dios e instrumento del Espíritu Santo para ser la madre de Jesús. Hay en esta oración tres características marianas que no podemos perder de vista. Primero, fijémonos en que María no fue escogida por lo que era, porque méritos especiales no tenía, sino por lo que habría de ser por su entrega irrestricta a los designios del Señor. Esta es una lección clave para cada creyente: nunca podemos prejuzgar nuestras posibilidades como cristianos basándonos en un inventario de nuestros dones, porque lo que Dios hace por nosotros es mucho más importante que lo que somos.

En segundo lugar, hay que admirar la devoción de María. Era joven, pero se identificó con el estilo de los antiguos salmos de David y sabía de las promesas históricas de Dios para su pueblo. Es cierto que no tenemos que ser muy "especiales" para que Dios nos escoja como instrumentos; pero cierto es también que para recoger flores Dios no va al jardín de los descreídos que tienen cerrado el corazón, sino a los surcos fértiles de quienes le entregan su amor.

Y finalmente, hay que admirar el valor de María. Fue seleccionada para ser madre, siendo soltera; pero ella arrostró los riesgos porque la Voz que la llamó era muy superior a los problemas que conllevaba el llamado.

Por ser celestialmente humilde, devotamente santa y fielmente heroica, María fue seleccionada la madre del Salvador. Hoy, dos mil años después nos unimos a su oración y repetimos del Magnificat estas palabras: ¡"con toda mi alma proclamo la grandeza de Dios, y mi espíritu se deleita en mi Dios y Salvador"!

¡Feliz y bendecida Navidad a todos!

domingo, 18 de octubre de 2009

LAS DOCTRINAS DE LA GRACIA


Creemos que estas cinco verdades son bíblicas y por lo tanto verdaderas. Creemos que magnifican la Gracia preciosa de Dios y nos dan un gozo inefable a los pecadores que éramos incapaces de salvarnos a nosotros mismos.


Depravación total

Nuestra corrupción pecaminosa es tan profunda y tan fuerte que nos hace esclavos del pecado, la moralidad es incapaz de vencer nuestra propia rebelión y ceguera.


Esta incapacidad de salvarnos por nosotros mismos es total. Dependemos enteramente de la Gracia de Dios para vencer nuestra rebelión, para que nos dé ojos para ver, y que nos guíe al Salvador.


Ef 2.5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo(A) (por gracia sois salvos)

Rm 8.7-8 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

1 Cor 2.14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.


Elección incondicional

La elección de Dios es un acto incondicional de su libre Gracia, y nos ha sido dado a través de su Hijo Jesús antes de que el mundo fuera. Por este acto, Dios ha escogido, antes de la fundación del mundo, a aquellos que serían liberados de la esclavitud del pecado y llevados al arrepentimiento y a la fe salvífica en Jesús.


Ef 1.4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él

Hch 13.48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna

Rm 9.15-16 (cf. 9.11-12. Jn 6.37) Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia

1 Cor 1.27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte

Rm 11.7 (cf. 9..11-12; Jn 6.37) ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos

Is 43.10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí


Gracia irresistible

Esto significa que la resistencia que cada día el ser humano pone contra el Creador (Rm 3.10-12; Hch 7.51) es maravillosamente vencida por Dios en el tiempo apropiado que Él ha escogido para aquellos rebeldes que han de ser liberados de la esclavitud.


Ef 2.5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)

Jn 6.65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre

2 Tm 2.25 que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad


Expiación limitada

La expiación de Cristo es suficiente para todos los humanos y eficiente para todos aquellos que confían en Él. La completa efectividad salvadora de la expiación está limitada para aquellos que la salvación había sido preparada. La disponibilidad de la eficacia salvadora de la expiación está disponible para todo el mundo.


Cualquiera que crea quedará cubierto por la sangre de Cristo. Hay un plan divino para que la muerte de Cristo lleve a cabo las promesas del nuevo pacto para la novia de Cristo. Cristo murió por todos, pero no de la misma manera para todos.

Jn 3.16 (cf. Ap 22.17) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna


Lc 22.20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto(A) en mi sangre,(B) que por vosotros se derrama

Ef 5.25 Maridos, amad a vuestras mujeres,(A) así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,

Jn 10.15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre;(A) y pongo mi vida por las ovejas

Jn 17.9,19 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son… Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

Rm 8.32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?


La perseverancia de los santos

Creemos que todos aquellos que han sido justificados ganarán la batalla de la fe. Perseverarán en su fe y nunca serán vencidos por el enemigo de las almas. Esta perseverancia es una promesa del nuevo pacto, obtenida por la sangre de Cristo, y efectiva en nosotros por Dios mismo, esto no debe apagar nuestra vigilancia, de manera que podamos decir al final "he peleado la buena batalla, pero no yo, sino la Gracia de Dios conmigo".


Rm 8.30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó

Jn 10.27-28 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Fil 1.6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo

Fil 3.12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.


Descansando en Cristo y llegando a la meta

John Piper

Documento original: Desiring God: “The Doctrines of Grace”.

sábado, 10 de octubre de 2009

UNA IGLESIA REFORMADA EN CONTINUA REFORMA

Está en plena consonancia con el carácter propio de la Iglesia Reformada el que procuremos reconsiderar nuestra labor como portadores del Evangelio "hasta los confines de la tierra". Si nos atrevemos a llevar el título de "ecclesia reformata Semper reformanda", si creemos en la gran tradición de las iglesias reformadas, según la cual, la reforma no es algo que se hace simplemente una vez y luego se da por concluida, sino más bien que la Iglesia debe en cada generación estar lista a someter su tradición bajo el juicio de la Palabra de Dios, entonces estaremos completamente de acuerdo en que el trabajo de las misiones extranjeras no es una excepción a esta regla.

La comisión dada por el Señor a Su Iglesia de predicar a todas las naciones es de validez inalterable hasta cuando Él venga de nuevo. La manera en que esa comisión debe ser realizada está ciertamente sujeta a cambios. Las misiones extranjeras, en el sentido en que las conocimos, son una forma relativamente de obediencia a la Gran Comisión. Por un lado ellas fueron y han sido usadas por Dios para escribir uno de los capítulos gloriosos de la historia de la Iglesia. Pero, por otro lado, según nos dimos cuenta desde hace algún tiempo, ellas han sido influidas profundamente de lo que nos parece, por los eventos del mundo en medio del cual operaron, por el movimiento cultural y de expansión política, efímero, pero de inmenso significado, de las razas blancas de Europa Occidental en el resto del mundo.

Ahora que ese dominio temporal ha llegado a su fin, es natural que con un cambio tan profundo en las circunstancias del mundo actual, las normas de acción misionera que nos han sido tan familiares se hallen sometidas a críticas severas. En este punto necesitamos tener cuidado, al darnos cuenta de que nos hemos conformado demasiado a los siglos XIX y XX. Y el tratar de conformarnos también al siglo XXI no es precisamente la solución adecuada. No estamos llamados a conformarnos a este mundo, sino a ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento.

Dios, de tiempo en tiempo, usa los cambios y los incidentes de la historia para sacudir la conformidad de su pueblo con el mundo, pero cuando esto sucede, nuestra tarea no es simplemente la de soltar el timón y dejarnos llevar por los nuevos vientos, sino más bien la de mirar nuevamente nuestra carta de navegación, tomar el compás, y preguntarnos cómo vamos a utilizar los nuevos vientos para cumplir con la ruta que se nos ha trazado. Cada nueva situación es en sí misma una invitación a poner de nuevo todas nuestras tradiciones bajo el juicio de la Palabra de Dios. Esta frase describe con propiedad el propósito de todo lo que tenemos que hacer, y a la vez, preguntarnos con seriedad, cómo debemos enfocarnos a la luz de la Santa Palabra.

lunes, 21 de septiembre de 2009

INOCENTES LIBERADOS

Pbro. Daniel García Ibarra


"Ustedes los poderosos, ¿En verdad dictan sentencias

Justas y juzgan rectamente a los hombres…?

Rey David, Salmo 58


Durante un taller sobre nuestra realidad socio política, económica, cultural y religiosas, en San Cristóbal de las Casas, Chis. me tocó hacer el trabajo de campo en la cárcel municipal del lugar. Fue una de las experiencias más amargas que he tenido en mi vida porque comprobé una vez más las injusticias de discriminación social y racial que imperan en nuestra patria. Para empezar, confirmé que las prisiones en México nada tienen de readaptación social, y sí mucho de castigo, y en varias ocasiones, injustamente; y que: "aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión"


Al trasponer la puerta de entrada, a pocos metros, me dio la impresión de que mis compañeros y yo estábamos llegando a un departamento habitado por personas de clase media: una salita, cocina comedor; no recuerdo si una o tres camas, y su baño; todo muy limpio. Los inquilinos eran presos que podían pagar tales lujos. De aquí pasamos al siguiente lugar en donde se amontonaban unos quince reos en un espacio de unos diez metros de largo por tres de ancho. Allí, se hacinaban en algo así como un palomar el cual nada tenía que envidiarle; eran cuevas hechas de cartón una sobre de la otra a manera de multiláteras. En el anterior y en este sitio todos los presos eran mestizos. Al final del predio, unos ocho metros cuadrados, área con piso de tierra, techada con lámina. Aquí se apiñaban media docena de indígenas de distintas etnias de la región; para ellos aquí cualesquier lugar era bueno para dormir y cocinar en un fogón hecho con tres piedras. Mejor prueba no podíamos encontrar de las injusticias humanas en México. Espero que a estas fechas ya hayan mejorado esas condiciones infrahumanas.


La matanza de Acteal, Chis., otra más de la sinrazón de la justicia mexicana. A más de once años del trágico suceso, por fin la Suprema Corte de Justicia de la Nación, (SCJN), encuentra en los expedientes del caso que las personas presas, indígenas todas, acusadas por el hecho, son inocentes; y por lo tanto ordenó su liberación. ¿Por qué se asesinaron a hombres, mujeres y niños indefensos e inocentes? ¿Quiénes ordenaron que se cometiera tan nefasto crimen? Recuerdo, que entre otras noticias se propaló la información de que las causas habían sido religiosas, católicos contra evangélicos; cosa que fue desmentida en su momento. Según la SCJN los acusadores fueron testigos sin ninguna prueba que ameritara veracidad. Lo que se deduce que los motivos no deben haber sido otros sino intereses particulares, y más bien de carácter político. Fueron los días de mayor movimiento Zapatista al cual el Gobierno federal trataba de acabar a como diera lugar y al precio que fuera.


Hoy están libres quienes injustamente pasaron largos once años encarcelados por un delito que no cometieron; y ni un "disculpe usted" recibieron como desagravio. ¡Es que son sólo indígenas! Los mestizos y apellidos de los poderosos en la política y empresas privadas, agentes directos del crimen de lesa humanidad siguen en el anonimato. ¿Hasta cuándo se les traerá a juicio? Lo que interesa ahora es que se haga justicia completa, no a medias para que nunca se vuelvan a repetir hechos como los de Acteal, los cuales deben ser motivo de vergüenza para todo el pueblo mexicano. De otra manera se corre el riesgo de que sean otro Tlaltelolco, y muchos más que se han quedado impunes. El caso no puede ni debe quedar cerrado como se pretende.


En la poca información que los medios han estado dando sobre la excarcelación en este caso, se menciona que tal acto fue ignorado por la mayoría de la población; que pasó como algo de rutina al cual no valía la pena prestarle atención. Me imagino si en la mente de nuestros compatriotas indígenas malamente acusados, al momento de su liberación, no se estarían preguntando: ¿Por qué estuvimos privados de nuestra libertad? ¿Por qué ahora nos dejan libres sin darnos una explicación? ¿por qué, por qué.." Alguna "autoridad" respondería, "Es que ustedes son solamente indígenas no tenemos por qué darles explicaciones"


Puesto que en todos nosotros, mestizos, corre algo de sangre de alguna de las más de cincuenta y tres etnias indígenas que existen en México, hemos de sentirnos orgullosos y dar gracias a Dios por ello; y al mismo tiempo comprometernos a luchar al lado de ellas por la justicia, ya que al hacerlo buscamos nuestra apropia justicia.


jueves, 17 de septiembre de 2009

ADORAR A DIOS CON

NUESTRO CUERPO I.


Ha sido muy común el "espiritualizar" la adoración a Dios, sin embargo la Biblia nos plantea aspectos muy concretos sobre la adoración a Dios, los cuales van desde "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo"1 , hasta el "adorar a Dios en Espíritu y en verdad".

Con respecto al cuerpo hay varios pasajes en la Escritura donde se habla de la importancia del cuerpo en la adoración, por ejemplo en 1 Corintios 6 leemos: "El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo" (v. 13); "¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?" (v. 15); "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?" (v. 19). Por otro lado podemos recordar lo que Pablo ruega que presentemos "nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que es vuestro culto racional" (Rom 12:1). Además, es importante subrayar la importancia que Jesús le dio al cuerpo desde su "encarnación" hasta las múltiples sanidades de enfermos y la forma en que lo hacía, en especial "tocando" a la gente.

Una de las cosas que más nos han hecho olvidar la importancia del cuerpo es la introducción ajena al cristianismo de la doctrina de la "inmortalidad del alma", esto ha llegado a tal grado que nos olvidamos de que precisamente, nuestra esperanza no es la inmortalidad del alma, sino la resurrección del cuerpo, baste mencionar solo algunas cosas: "Si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe" (1 Cor 15:14), lo que confesamos en el credo de los apóstoles nada tiene que ver con el alma, sino con el cuerpo "creo en la resurrección de la carne", la primera pregunta del catecismo de Heidelberg dice: "¿Cuál es tu único consuelo tanto en la vida como en la muerte?" La primera parte de la respuesta es: "Que yo con cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte, no me pertenezco a mí mismo, sino a mi fiel Salvador Jesucristo…"2 .

La liturgia debe retomar la importancia del cuerpo, de los movimientos, de las expresiones corporales, y con ello, por supuesto, los gestos culturales de reverencia, alegría y gozo. Lo anterior lo exploraremos cuando analicemos precisamente la relación del culto con la cultura. Lo que haremos es explorar en el Antiguo y en el Nuevo Testamento algunas partes del cuerpo que tiene que ver con la liturgia, en esta lección solo veremos los que tienen que ver con el A.T. que está basado en su mayor parte en el estudio de Hans Walter Wolf,3 la siguiente lección será sobre el N.T.


Parte de la esencia del ser humano en el A.T. se descubre en ciertas partes del cuerpo human, de hecho el cuerpo es elemento esencial del ser humano en el A.T. "todas las manifestaciones del ser humano, aun la espirituales son manifestaciones corporales":


Pareja valoración del cuerpo influyó sobre las respuestas del A.T. a muchas cuestiones de la vida. La alta estima de la vida terrena, señaladamente la salud, el número de hijos y de la larga vida (Sal 127; Prov 3:16; Ecl 9:4) puede entenderse mejor desde este punto de vista. De ahí que, en el fondo no se conocía lo que luego se designó como negación propia o ascesis. El A.T. juzga positivamente los instintos corporales y exige que se satisfagan. De la valoración del cuerpo recibió igualmente importantes impulsos el sentimiento de solidaridad del individuo tonel parentesco de la sangre, la familia, la tribu y el pueblo. Las listas de familias aquí no eran meras genealogías, sino que daban derecho a la felicidad y la salud, o hacían más comprensible la desgracia. Sin la participación del cuerpo no podía el particular dar culto a Dios ni existía la liturgia. También existía importante conexión entre el cuerpo y el pecado. Este no tenía, ciertamente su asiento en el cuerpo del hombre, sino en el corazón, pero se cometía también con el cuerpo y dejaba en él rastro de sus efectos. De ahí la que las enfermedades no tanto se explicaban médicamente, sino teológicamente, y el único verdadero médico era Dios misericordioso (2 Re20:2,5)4 .

Veamos ahora algunos algunas partes del cuerpo que se describen en el A.T. y que tiene que ver directamente con la adoración a Dios. Mucho más importante que la "cabeza" en el A.T. es el "rostro" del hombre, que siempre aparece en plural, pânîm, lo que recuerda la variada relación del hombre con su entorno. En los pânîm, están reunidos los órganos de comunión de unos con otros y con Dios: ojos, boca y oídos (Sal 115:4-8).

Ver y oír. En Sal 38:13-15. Lo que constituye al hombre es oír. Igual que en Prov 15:32, donde por el oír se descubre el verdadero ser del hombre (Cf. Dt 6:4 "Escucha Israel").

Se mencionan juntos el ojo y el oído en Prov 20:12 para percibir las acciones de Jehová. El abrir los ojos se debe a la palabra de Dios (Ex 14:13; Is 43:8-13; 30:20). Es decir, con los ojos y la boca se establece un lazo de unión hacia Dios. .

En cuanto a la boca, de lo que se oye y se ve, se espera una respuesta. Israel prueba que es pueblo de Dios declarando que está dispuesto a escuchar (Ex 19:7). Si a la llamada no hay respuesta alguna, sigue el juicio (Is 65:12). El privilegio del ser humano consiste en que pueda responder (Gén 2,18-23). Al hablar, primero da un nombre a las criaturas y luego se alegra en la ley de Dios, "Mi lengua pregona tu justicia todo el día".

La boca expresa lo que percibieron el ojo y el oído, se hace el órgano que distingue a todas las demás criaturas. Por la boca se siente la sed, pero con ella se bebe para saciar la sed. Con la garganta, los labios y la lengua, se habla, dice, llama, ordena, acusa, enseña, bendice, canta, confiesa, grita, queja, alaba, ora, da gracias a Dios por la vida.

Pero según el A.T. el ser humano es un ser necesitado. Gén 1:26-27. Encontramos la palabra hebrea napas, que se traduce tradicionalmente como "alma". Pero en Gén 2:7, leemos "napas viviente", así el hombre no tiene un napas sino que es napas. Otros pasajes se pueden mencionar: según Hab 2:5: "Como el Seol su napas". En Dt 23:25 "según tu napas", Sal 42:2 "tiene se el napas" lo que equivale al anhelante deseo que tiene de Dios el que se lamenta. Dt 6,5 "Amar a Jehová con todo el napas" con todo su anhelo ardiente.

El Sal 103,1 "Bendice napas mía a Jehová" El diálogo con Dios es a través del napas. Sal 42,11 "abatida napas mía". El ser humano en el A.T. se reconoce ante Jehová no sólo como napas en su necesidad, sino que también conduce su yo a la esperanza y a la alabanza.

El ruah por su parte, describe una fuerza natural, el viento (113 veces) y se atribuye más a Dios (136) y muy pocas veces a los hombre, animales o ídolos (129). En Gén 1:2 "sopla el ruah sobre la aguas", Gen 3:6 la brisa vivificante después de un día caluroso. El es la "fuerza que produce cambios". Ex 10:13 trae langostas, Ex 14:21 seca el Mar Rojo. En todos es un instrumento de Jehová. En Hab 2:19; Jer 1014, es aliento sólo cuando Jehová mete ruah como aliento en los nervios, huesos, carne, se vivifican los cuerpos Sal 46:4 "sale su ruah". En fin, el ruah se entiende de diversas formas en el A.T. como ya vimos es viento, es el aliento del ser humano (Job 19:17), es fuerza vital (Sal 33:6), es Espíritu (2 Re 19:17; Núm 11:25-28).

Otro término término que describe al ser humano es desama, que se traduce como aliento y tiene relación parelela con lo soplo de Dios (ruah) como lo muestra Job 27:3: "aun está mi aliento (nismati) en mí, y el soplo de Dios (ruah) en mi nariz". Este término tiene que ver con la respiración y en cuanto s u relación con Dios "todo hombre es terreno, aunque lo ha formado Yahvé mismo, pero en cuanto ser vivo el hombre se debe a que Yahvé le inspiróel aliento"5 (Cf. Prov 20:27; Job 34;14; 32:8).

Otro término importante para establecer la relación del ser humano con Dios en cuanto a lo corporal es la sangre (daman): "la vida de toda carne es su sangre" (Lev 1714; Dt 12:23) por ello se prohibía el comer la carne junto con la sangre (Gén 9:4; Lev3:17;Dt 12:16-23).


Todo cuanto se dice sobre el aliento y la sangre conduce en la antropología del antiguo testamento a un respeto profundo ante la vida. Pero este respeto no se funda en las realidades de la vida misma, sino en que aliento y sangre están ordenados a Yahvé, por lo que no es propiamente vida la que no tenga una constante unión con él ni tenga en él su meta última6 .




1 Para un estudio sobre la espiritualidad a partir de estos dos mandamientos ver el artículo de Mariano AVILA, "A biblical perspective on spirituality", en Forum, Vol 9, Num 2, spring 2002. pp.7-8

2 Sobre este tema, ver Oscar CULLMANN, "¿Inmortalidad del alma o resurrección de los muertos?" en su Del evangelio a la formación de la teología cristiana. Trad. Rafael SILVA C. Salamanca, Sígueme, 1872, pp. 233-268. Cf. Antonio A. HOEKEMA, La Biblia y el futuro. Trad. Norberto E. Wolf. Grand Rapids, SLC, 1984 250 pp. Juan-José TAMAYO-ACOSTA, Para comprender la escatología cristiana. Estella, Verbo Divino. 1993, 327 pp. Entre otros.

3 Cf. Hans WALTER WOLFF, Antropología del Antiguo Testamento. Trad. Severiano TALAVERO T. Salamanca, Sígueme. 1975, pp. 19-114.

4 W. PESCH, "Cuerpo", en J. B. BAUER (dir), Diccionario de teología bíblica. Trad. Daniel RUIZ B. Barcelona, Herder. 1985, p. 236-237.

5 Hans WALTER WOLFF, op cit, p. 88.

6 Ibid, p. 91.







ADORAR A DIOS CON
NUESTRO CUERPO II


En la lección anterior revisamos algunos términos del A.T. que tienen que ver con el cuerpo y la esencia del ser humano, en esta lección haremos un acercamiento a la antropología del Nuevo Testamento y su relación con Dios. Vamos a ver tres conceptos que por lo regular nos confunden. Carne, cuerpo y espíritu.

El vocablo para carne que se ofrece en el Nuevo Testamento, tiene diversos sentidos. La palabra hebrea basar, es traducida en griego tanto por sarx (carne) como por soma (cuerpo).

El término carne designa en primer lugar la sustancia de que están hechos los seres humanos, su totalidad. Pablo va a decir "mi carne" como su propia persona "se me dio una espina en mi carne..." (2 cor 12:7; Gál 4:14) También respecto a otras personas (1 Cor 7:28; Ef 5:28). Onésimo es considerado hermano "tanto en la carne como en el Señor" (Flm 16), es decir, tanto como ser humano como cristiano. Así todo el hombre es carne. En la mentalidad semíta, la carne es el elemento de solidaridad humana, lazo terreno, ser de la misma carne es pertenecer a la misma raza.

También la carne es débil. Carne expresa también aspectos de debilidad y de moralidad que marcan una cierta distinción respecto a Dios. Es decir, el ser humano es débil y mortal (Rom 6:19; 2 cor 1:17; 4:11; Gál 4:13). Pablo piensa obrar contra los que andan según la carne (2 Cor 10:2; 2:17). La debilidad de la carne, es lo que hace que el ser humano sea presa del pecado y afecta a todo el ser humano. Es una potencia de muerte. Pablo liga la carne al pecado, a la ley y a la muerte. La carne surge como una fuerza del mal (Rom 8:5,8) la carne es fuerza de pecado. Estar en la carne es lo que se opone a «estar en Cristo» (Rom 8,1) o «en el Espíritu» (Rom 8,9).

El domino de la carne es un mundo de rechazo a Dios, y de su voluntad en nuestras vidas (Rom 8,7; Gál 5,19-21). Las obras de la carne no se limitan al aspecto físico del ser humano, sino también a sus acciones. El caminar según la carne conduce a la muerte (Rom 8,6), es negarse al amor y a la vida. En las obras de la carne, finalmente, hay una idolatría (Gál 5,20).


2. El espíritu de vida. El término pneuma, evoca dinamismo (viento, respiración de los seres vivos). El espíritu es vida (Rom 8,10), el espíritu humano. En muchos textos de Pablo, espíritu designa la persona humana, no una parte de ella sino su totalidad (1 Cor 16,18; 2 Tim 4,22; 2 Cor 2,13; 1 Cor 5,3; Col 2,5). Se trata del ser humano integro, visto desde el soplo que mueve su conducta.


El ser humano bajo la gracia. La vida del espíritu en el ser humano es acentuada cuando se ve a este desde la perspectiva de que es objeto de la gracia de Dios. El espíritu aparece como el sujeto de le recepción de los dones de Dios (Gál 6,18; Flp 4,23). El caminar según el espíritu (Rom 8,4; Gál 5,16.25), es vida.


3. El cuerpo (soma) de la resurrección. El cuerpo designa al ser humano en primer lugar en su aspecto exterior (1 Cor 13,3; Rom 6,12), también está el «cuerpo de carne» (Col 1,22 y 2 11) susceptible de morir (Rom 6,12; 2 Cor 4,10-11). El cuerpo no es algo que la persona tiene sino que es. El pecado contra el cuerpo (1 Cor 6,18) es el pecado contra toda la persona humana. También se habla del «cuerpo de pecado» (Rom 6,6) que conduce a la muerte (Rom 7,24).


El cuerpo resulta ser más bien el campo en que actúan la fuerza de la muerta, la carne; y al mismo tiempo la fuerza de la vida, el espíritu. Por ello Pablo establecerá una lista de pecados «según la carne» pero no según el cuerpo (Gál 5:19-21). Pero el cuerpo tiene la posibilidad de vivir según el espíritu. Así se puede hablar de un cuerpo espiritual.

El cuerpo puede ser espiritual (1 Cor 15,44) «El cuerpo no es para la fornicación sino para el Señor y el Señor para el cuerpo» (6,13) porque el Señor lo va a resucitar con su poder (6,14). El cuerpo para el Señor no es algo que será después, sino que es una realidad presente (Rom 6,4; Flp 1,20).

Cuerpo espiritual es la designación para el que camina según el Señor, pero que no elude su materia. Esto permite a Pablo decir que el «cuerpo es templo del Espíritu Santo» (1 Cor 6,19).

Así el cuerpo puede ser cuerpo de pecado en cuanto está sometido a éste, pero también, de forma análoga, puede ser cuerpo espiritual cuando camina en la vida. Así nos es dado estar bajo el Espíritu que es vida, gracia y libertad. El cuerpo liberado de las fuerzas de la muerte lleva en él la vida en el Espíritu.

Estos conceptos son importantes aun para el sentido litúrgico, ya que en muchas ocasiones, la liturgia se vuelve incorporea, es decir, toda expresión litúrgica que mueva al cuerpo y sus sentidos (ver, oír, símbolos, ritmos, estar de pie, palmear, estar de rodillas, etc.) se tiende a ver en ocasiones muy "carnal" para un acto litúrgico, sin embargo eso no nos lleva más que a perder la riqueza de que puede estar llena la liturgia, como expresión directa a los sentidos y desde luego que esto nos permitirá también enriquecer nuestras liturgias con o que la misma cultura nos ofrece.

martes, 1 de septiembre de 2009

CULTO Y LITURGIA

El culto en la Biblia se entiende como servicio. En el Judaísmo al igual que en el A.T. la relación del ser humano con Dios se da en términos de servicio, en donde el hombre es el servidor o el siervo de Dios. En el A.T. la palabra ´abad, se traduce como servicio, pero específicamente como servicio a Dios. Por ejemplo en Ex 4;23; 7:26; 8:16; 9:1 en donde Moisés exige que el pueblo pueda ir a "servir a Dios", se refiere sobre todo al culto.1 En el N.T. la palabra latreoú, se utiliza en sentido de culto religioso (Hech 24:14; Lc 1:74; 2:37). Pero en Hech 24:14, específicamente se refiere al culto interior, del corazón: la fe y la oración. Según Rom 12:1 que usa la palabra latreía, y junto a Rom 9:1 y Fil 3:3, el ser humano en tanto es tomado por el Espíritu Santo para el servicio del evangelio y llega a esa entrega total de la propia vida, es hasta entonces que practica el culto auténtico.2

Debemos tener en cuenta por otro lado, que el culto tiene una relación con la cultura, o al menos, así debería ser. "La cultura incluye todo lo que el ser humano realiza en términos de valores morales, espirituales, estéticos, intelectuales y políticos".3 El culto se da en medio de una comunidad, la cual pertenece a una cultura determinada y por lo tanto con una visión y un cuadro de valores específicos hacia los cuales el culto se dirige. La cultura es importante para el culto, ya que éste se vales de aquella pera ser entendible y coherente: la lectura de la Biblia en lengua vernácula, la predicación en lengua vernácula también, los instrumentos y ritmos musicales específicos de una cultura, etc. "Los vocablos culto y cultura nacen de una misma raíz latina (del verbo colere) que quiere decir, cuidar, ennoblecer, mejorar".4

Pero la relación entre culto y cultura va más allá, nos presenta retos como el de crear una liturgia que "nazca de la tierra" (cultural), celebrar nuestra fe con nuestra propia cultura, en medida de ello, nuestra liturgia será cristiana, como menciona Carmelo E. Alvarez, "al celebrar a Cristo en nuestra cultura afirmamos nuestra autenticidad: toda liturgia es cristiana precisamente por ser encarnada culturalmente".5 Lo anterior es porque el presupuesto básico de la redención en Cristo está en que él se encarnó (Jn 1), pero no se encarnó en abstracto, sino en una cultura determinada: judía. Dios mismo asumió el "rostro humano" y el "rostro de la cultura humana" en Jesús, quine asumió, pero también criticó la cultura en que vivía.

Desde luego, que hay elementos culturales que no son acordes a los valores del reino, por lo que se demanda hacer una valoración crítica de la cultura, en especial con los aspectos alienantes (machismo, clasismo, racismo, etc).


Una cultura alienante: que es una cultura de la clase dominante que pretende imponerse sobre las clases dominadas para hacerlas pensar, sentir y vivir como ellas. Expresa los antivalores de la sociedad de consumo, convierte la vida en mercancía que se puede comprar y vender; adormece al pueblo haciéndole vivir según moldes extranjeros, y niega el cambio porque inyecta un conformismo con todo lo establecido. [… por otro lado] Una cultura del pueblo: que es ambigua, contiene elementos de resistencia e identidad, pero que están mezclados con elementos de dominación. Expresa algunas concepciones equivocadas como el machismo, la confianza en los milagros, la resignación, el conformismo; pero a la vez tiene presentes las esperanzas, alegrías, tristezas, visión del mundo que tiene nuestro pueblo.6


Sobre el sentido del culto cristiano, lo veremos en la próxima lección, solamente adelantaremos que el culto cristiano es la recapitulación de la historia de la salvación.

Otro término importante es el de liturgia. En Heb 8:2, aparece Cristo como el gran liturgo (leitourgós), y puesto que es el verdadero sumo sacerdote, ha realizado una liturgia (leitourgía) muy diferente (8:6), que es su sacrificio único y válido de una vez y para siempre (Heb 10:10). En Rom 15:16, Pablo se refiere así mismo como un liturgo de Cristo (celebrante). En Hech 13:2 "un dia, mientras estaban celebrando el culto al Señor y ayunando, el Espíritu Santo dijo…" se aplica la palabra leitourgéo, para expresar la oración comunitaria. También es liturgia el ayudar con bienes materiales a otros (Rom 15:27, y 2 Cor 9:12).7

Por otro lado, liturgia significa "obra del pueblo". La palabra leitourgia proviene del griego clásico y está compuesta por dos raíces: leitos (del gr. laos: pueblo), y ergon: acción, obra. Así liturgia es obra del pueblo. De este modo, la liturgia es más de los que hacemos en un culto en un edificio. La liturgia tiene que ver con lo que hacemos y vivimos en la cotidianidad, celebrando y proclamando el reino de Dios. Sin embargo, también se entiende por liturgia "todo lo que se dice y se hace dentro de un culto". Pero sobre todo, debemos tener en cuenta que la meta última de la liturgia no es el hombre, sino Dios, en especial, la glorificación de Dios. La liturgia es encuentro o contacto entre Dios y el ser humano: "Sólo que aquí no se trata todavía de un encuentro completamente inmediato, sin intermediario, sino de un encuentro que se lleva a cabo en Cristo como punto de cita"8 .

Queremos concluir esta lección uniendo los términos de culto y liturgia por medio de la siguiente definición que nos da Nelson Kirst:

CULTO es el encuentro de la comunidad con Dios.

LITURGIA es el conjunto de elementos y formas a través de los cuales se realiza ese encuentro […] El encuentro ene l culto sólo es posible porque Dios lo permite y porque Dios lo ordenó.9

1 K. HESS, "Servicio", en L. COENEN, et al, op cit, T IV, pp 216-217.

2 Idem.

3 Carmelo E. ALVAREZ, El protestantismo latinoamericano. Entre la crisis y el desafío. México, CUPSA. 1981, p. 70.

4 Edwin MORA GUEVARA, "Pastoral protestante en el contexto cultural latinoamericano", en E. MORA G, Liturgia 1: Celebración. Curso de lectura. San José, UBL, 2000, p. 15.

5 Carmelo E. ALVAREZ, op cit, p. 72.

6 Edwin MORA GUEVARA, "La recuperación crítica de nuestra cultura", en E. MORA G, op cit, p 15.

7 K. HESS, op cit, p. 219.

8 A. VERHEUL, Introducción a la liturgia. Para una teología del culto. Trad. Alejandro E. LATOR. Barcelona, Herder. 1967, p. 17.

9 Nelson KIRTS, El culto cristiano. Historia, teología y formas. Ecuador, CLAI, 2000, pp.1-3.

Tercer tema sobre liturgia impartido en el STPSP en el verano del 2002.

viernes, 7 de agosto de 2009

ADORAR Y ALABAR

En el diálogo de Jesús con la samaritana, ante la pregunta de ella sobre el mejor lugar para adorar a Dios, Jesús responde:


Pero llega la hora, y es ahora mismo, cuando los que de veras adoran al Padre lo harán en un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios. Pues el Padre quiere que así lo hagan los que lo adoran. Dios es Espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo de un modo verdadero, conforme al Espíritu de Dios (Juan 4:23-24).


La palabra adorar (proskynéo) significa fundamentalmente "besar". En las esculturas egipcias se encuentran personas adorando con la mano extendida lanzando un beso a la divinidad. Entre los griegos, adorar es una palabra que se usaba para designar la adoración a los dioses y tiene el significado de "caer de rodillas"1 .

En el A.T. el verbo adorar (hichtaHawah), aparece más de 170 veces y también hace referencia al gesto de inclinarse, encorvarse, hacer una reverencia. Este semitismo delimita la adoración de Jehová de toda adoración pagana, es decir, adorad a Dios es reconocer su superioridad, es levantar el rostro darse cuenta de su santidad y de la perfección de Dios.2

Según el A.T. Israel se encontró en diversas ocasiones tentado a seguir otros cultos paganos, y los profetas continuamente lucharon contra ello. Los cultos paganos les eran atractivos al pueblo en parte porque no demandaba mucho del adorador, simplemente debía guardar ciertas "reglas rituales", y en cuanto a su vida cada quién podría hacer lo que le pareciera. En cambio la adoración a Jehová implicaba que tanto los gestos externos, actitudes y palabras debían coincidir con una obediencia a la ley de Dios.3

En el N.T. adorar aparece en 59 ocasiones y sólo se utiliza en relación con Dios o con Jesucristo. La adoración debe darse sólo a Dios, no a los hombres ni a tampoco a los ángeles (Hech 10:25, Ap 19:10; 22:8). En Mt 4:9, cuando el Diablo pide a Jesús que se postre ante él y le adore, así demuestra claramente que él es el gran adversario de Dios. Jesús le responde que sólo a Dios le pertenece la adoración (Mt 4:10). Así la actitud de adoración muestra quién es el Dios al que se adora:


Pues la relación del hombre con Dios se expresa de un modo especial en la adoración, sobre todo en la oración. De aquí que el llamado al arrepentimiento pueda adoptar la forma de un "adorad a Dios", es decir, reconocer su poder creador y su majestad como juez, su soberanía excelsa y su exigencia (Ap 14:7).4


En Apocalípsis aparecen bien delineadas las características de la adoración: 1) Fijan la atención en el mismo Dios o en Jesucristo y lo que hace a nivel universal (Ap 4:8-11: creación; 15:3-6; 16:5-7: gobierno; 5:8-10: salvación; 11:8-10: consumación). 2) Expresan lo que es Dios para ellos y le atribuyen las cualidades más elevadas (eternidad , omnipotencia, gloria, sabiduría, santidad, poder, etc). 3) Se le aclama como a un rey ("digno eres", "Salud": Ap 4:11; 5:9-12; 7:10). 4) Llamamientos a la oración (aleluya, amén 7:12; 19:1,3-4). 5) Cesa toda súplica y acción de gracias meramente humana.5 Como vemos la adoración a Dios va más allá de una expresión ritual, es como dice Juan Calvino: "la veneración y culto que cada uno de nosotros le da cuando se somete a su grandeza".6 Por otro lado, se pueden mencionar algunas condiciones de aquel que quiere adorar a Dios para que esta sea en espíritu y en verdad:


Debe acercarse a él (He 4:16; 10:22; Stg 4:8) con fe (He 10:22; 11:6,17, 28), con el corazón puro (He 9:14; 10:22), estando reconciliado con Dios (Ro 5:10; 2 Co 5:18) y habiendo sido hecho hijo de Dios (Ro 8:14; Gá 4:6) habiendo comprobado que Dios es bueno (Col 1:9,12). Debe acercarse confiadamente (He 4:15), sabiendo que ya no hay condenación para aquellos que están en Jesucristo (Ro 8:1) y que "si hemos pecado, abogado tenemos para con el Padre" (1 Jn 2:1). No se gloría nunca de lo que ha hecho (1 Co 1:29), sino de lo que Cristo ha hecho por él (Fil 3:3). El Dios a quien adoramos es el Dios vivo (Hch 14:13; 1 Ts 1:9; He 9:14; 10:31; 11:6), el Señor soberano (Hch 4:24, Fil 2:9-11, Ap 23:3) el Creador (Hch 4:24, Jn 2:24, 6:70; Ro 8:27), que se acerca a quien se acerca a él (Stg 4:8; Rom 10:12; 14:1-3; 15:7). Es el Dios que no cambia jamás (Mal 3:6, Sal 102:27; He 1:12; 13:8).7


Adorar a Dios como lo describe Jesús, implica una proximidad novedosa del adorador hacia Dios mismo, es dirigirse "al Padre", y el énfasis se hace en que ésta adoración ha de ser en "Espíritu y verdad". Aquí debemos tener cuidado de no hacer una interpretación "espiritualista", que es lo más común y por ello se ha eliminado el arte, el simbolismo, los gestos y aun la movilidad en los cultos, radicalizándose a una mera abstracción del culto perdiendo así mucha de la riqueza litúrgica. Jesús no está contraponiendo el culto externo por un culto interno en el espíritu del hombre, aunque sí es claro en la teología de Juan que los que adoran en espíritu y verdad sólo son los que han nacido de nuevo (Jn 3:3-8), ya que de otra forma el hombre no tiene acceso a Dios y a su reino. Así para la adoración en el espíritu, es necesario que el ser humano venga a Dios colmado del Espíritu de Dios (puesto que ha sido engendrado "de lo alto"por el Espíritu de Dios) y en verdadera unión con Cristo, que su mismo cuerpo glorioso es templo santo de Dios (2:21) y en él tiene lugar el verdadero culto, así, el verdadero adorador no es individualista, sino que es parte de la grey del Señor. La verdad, por su parte, se refiere a la verdad revelada por Jesús, en la cual tiene participación los creyentes.8 Podemos mencionar entonces que:


La adoración es la experiencia más espiritual, creadora, renovada, gozosa, importante e influyente en la vida del individuo, su iglesia y la comunidad. Los asistentes en el culto desarrollan una relación especial y dinámica con todos los otros feligreses y con Dios9 .


En cuanto a la alabanza, el A.T. usa el término hillel en más de 50 ocasiones en los Salmos y el N.T. usa la palabra aínos exclusivamente para la alabanza a Dios. La alabanza es la expresión oral de la adoración.10 La alabanza es una profunda admiración que se expresa en cantos dirigidos a la persona que ha suscitado este sentimiento. Tanto el término hillel como el de aínos, significan en primer lugar lanzar un grito de admiración.

También la alabanza se expresa por medio de expresiones gozosas (1 Cr 23:5; 2 Cr 5:13; 7:6; Esd 3:11), por gritos lanzados para animar a los demás a unirse a la alabanza (aleluya) y sobre todo por medio de cánticos, a menudo acompañados por una orquesta y un coro (1 Cr 15:16; 2 Cr 5:12; Neh 12:27; Sal 149; 150) […] A veces, la alabanza se expresaba con todo el cuerpo en la danza (Ex 15:20; 2 Sam 6:14).11

Con lo anterior y teniendo en cuenta que la alabanza no surge por naturaleza en el corazón del ser humano, sino que es el Espíritu Santo el que la suscita, podemos decir que "la alabanza verdadera es ante todo afectiva: nace de un sentimiento interno, de un gozo y una alegría que surgen del corazón (Sal 4:8; 33:21; 103:1; Lc 1:46)".12

Pero la alabanza que va dirigida a Dios, ha de expresar ese mysterium tremendum. Por muy bellos que sean algunos cantos, y que manifiesten una gran admiración ante Dios, no hay que olvidar que los ángeles según los describe Isaías (Is 6), sólo alcanzaron a decir unas pocas palabras ante tal pasmo de estar en presencia del Dios santo, como menciona Rudolf Otto, se dirigen a Dios en tercera persona y no como a un tú.

De hecho no siempre se puede tutear al Altísimo y en general nunca. Santa Teresa trata a Dios de "Eterna Majestad", y los franceses de vous. Goethe se acerca al tremendum mysterium de lo luminoso cuando dice a Eckermann (el 31de diciembre de 1823): "Las gentes tratan el nombre de Dios como si el Sumo Ser fuera un igual suyo. De otro modo no dirían: el señor Dios, el amado Dios, el buen Dios. Si estuviesen penetrados de su grandeza quedarían mudos y no podrían nombrarlo de pura veneración.13

La alabanza y la adoración a Dios es una de las experiencias más impresionantes para el ser humano, que le pueden hacer permanecer por encima de cualquier situación, ya que le llena de esperanza y gozo, pero también le equipa para la vida. Emilio Castro daba un testimonio de lo que puede significar la adoración y la alabanza a Dios.


En Rusia el soviet estableció una disposición constitucional por la cual existe libertad de cultos y existe libertad de propaganda religiosa, pero la iglesia está reducida al culto o a la misa. Nada más. No se pueden tener actividades con niños, con jóvenes ni con ninguna otra cosa que no sea estrictamente la liturgia. Nuestros amigos comunistas creían que siendo el culto una manifestación del opio de la religión iba a desaparecer paulatinamente al perder los apoyos sociales en una sociedad socialista. Sin embargo, una de las experiencias más impresionantes que uno puede tener es participar en una misa de la iglesia ortodoxia rusa, en la cual los fieles permanecen tres horas de pie (no hay un solo banco en las iglesias), apiñados uno contra el otro, participando con sus cantos en una alabanza que revela la potencia de la adoración para mantener viva la llama de la fe, la llama de la afirmación de la libertad del ser humano para religarse con lo eterno que difícilmente puede ser quebrantada.14


1 Cf. H. SCHÖNWEISS, " Oración", en L. COENEN, et al, Diccionario teológico del Nuevo Testamento. V. III. Trad. M. BALASCH, et al. Salamanca, Sígueme. 1980, p. 222.

2 Idem.

3 Cf, A. KÜEN, op cit, pp. 60-62.

4 H. SCHÖNWEISS, op cit, p. 223.

5 Idem.

6 J. CALVINO, op cit, II, viii, 16, p. 273.

7 A. KÜEN, op cit, pp.72-72.

8 Cf. Rudolf SCHNACKENBURG, El evangelio de Juan. Versión y comentario. T. I. Trad. Alejandro e. LATOR. Barcelona, Herder. 1980, pp. 506-510.

9 M. T. CARTY y J. W. CARTY, "La adoración de Dios", en M T. CARTY (ed), Comunicación y proclamación del evangelio hacia el siglo XXI. Múltiples ideas para la comunicación contemporánea de la Palabra de Dios. México, CUPSA. 1984, p. 75.

10 A. KÜEN, op cit, p. 74.

11 Ibid, p. 74-75.

12 J.C. LAMBERT, Iseb iv, p. 2429.

13 Rudolf OTTO, Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios. Trad. Fernanado VELA. Madrid, Alianza. 1980, p. 48, nota 2.

(Segundo tema sobre liturgia impartido en el STPSP en el verano del 2002).

viernes, 31 de julio de 2009

PRESENTE Y FUTURO DE LAS VOCACIONES CRISTIANAS

Leopoldo Cervantes-Ortiz

La palabra vocación quiere decir "llamado"… e implica que Dios hace una señal con el dedo y le dice a cada quien: "quiero que vivas así o así".

JUAN CALVINO, Sermón XLIV, Mateo 3.11-12


1. El concepto de vocación en Efesios

Uno de los múltiples aspectos relevantes que aborda la carta a los efesios es del de la vocación, el llamamiento, el apostolado, el ministerio, la misión personal, pues el concepto desarrollado en 4.1 enfatiza la forma en que Dios desea conducir la vida de los creyentes para otorgarles un propósito específico dentro de su proyecto más amplio de reunir todas las cosas en Cristo. Si la primera sección de la epístola se caracteriza por ser un discurso de naturaleza prácticamente litúrgica, la segunda es una exhortación a participar en el proyecto divino a partir de la afirmación de la "dignidad de una vocación", es decir, de asumir con profunda seriedad y responsabilidad que la fe, cuando es auténtica, propicia y consolida una serie de compromisos que conducen la vida humana a alturas insospechadas. El texto parte del hecho relevante de que la cotidianidad puede, por decirlo así, "desdoblarse" o alcanzar una suerte de conexión con la trascendencia que es capaz de otorgar sentido a la existencia individual (algo siempre fundamental) e ir más allá de los conceptos convencionales (en nuestro caso, profundamente burgueses, ligados a la influencia del sistema económico) acerca de a qué causas puede dedicar una persona su vida, por decirlo de alguna manera predecible, en términos de una "carrera" o "profesión", porque lo cierto es que estamos bastante "contaminados" de una percepción utilitaria de la orientación básica que puede tener la vida y hasta el llamado "servicio a Dios" se entiende como una ocupación u oficio dentro del esquema laboral u ocupacional.[1] Porque nadie pone seriamente el servicio a Dios por delante a la hora de escoger una carrera lucrativa, ¿o sí…?, especialmente en el caso de las profesiones de moda.

Pero Ef 4.1 se refiere a otra cosa: Pablo exhorta a los creyentes a vivir dignamente según la vocación a la que habían sido llamados. Como explica Mariano Ávila:


La diaconía es vocación de todos los cristianos. Esa debe ser su marca distintiva. El sustantivo diakonos se usaba para describir a quienes realizaban tareas de servidumbre, como servir a la mesa. El sentido de la palabra es ayudar a otros realizando tareas consideradas propias de la servidumbre. El autor se describe a sí mismo como diácono (3.7) y luego usa el mismo título para describir a Tíquico, el posible pastor de las iglesias receptoras de la carta (6.21). Aunque la palabra "ministerio" es acertada, para mucha gente esconde la idea de servicio. Por ello es que las virtudes mencionadas al principio de este capítulo (4.2) son tan importantes: "humildad, mansedumbre, paciencia, amor". Esa es la vestidura que ha de engalanar a la iglesia en su ministerio (diaconía) en el mundo.[2]


La vocación (kleseos) esencial es la capacidad para conocer y servir a Dios en los demás y encontrarse con Él para confirmarla en el camino. Como subraya II Tim 1.9: "Dios nos llamó con vocación santa, no en virtud de nuestras obras, sino en virtud de su propósito y de su gracia". Romanos es más específico aún y, para nuestros oídos acostumbrados a las medias tintas, el llamado parece casi irracional: la vocación es "a ser santos" (Ro 1.7). En nuestro medio, "vocación" es aquello que nos interesa profundamente, algo hacia lo cual nos sentimos intensamente atraídos. Pero socialmente también sabemos que existen vocaciones "fallidas" pues frecuentemente escuchamos que algunos dicen: "Creí que esa era mi vocación". El llamado de Dios es a experimentar el servicio para Él en todo aquello a lo que nos dediquemos, pues lo básico es reconocer su voz en todo lo que hacemos para rendirle la gloria y servirlo en los demás. Hardy resume esto muy bien, en términos casi de "orientación vocacional" cristiana:


Calvino tiene qué decirnos: él recomienda que quienes pertenecen a la familia de la fe, deberían "escoger los empleos que signifiquen el mayor provecho para el prójimo". Ello equivale a decir que, como cristianos, estamos obligados a evaluar un trabajo en virtud de su contenido social, según cuánto beneficia —o daña— a los demás. Debido a los efectos del pecado en la conformación institucional del trabajo en nuestra sociedad, no podemos suponer que todas las ocupaciones que existen son igualmente útiles, o que los empleos mejor pagados son los que satisfacen las mayores necesidades y las más importantes. Para acoger nuestro llamado, no sólo necesitamos una sobria estimación personal, sino también una comprensión crítica de nuestra sociedad. (Ibid., p. 5)[3]


Pero este tipo de consideraciones no nos deben alejar de aquellas labores que, como el Derecho o la política, aparentemente están tan viciadas (como de hecho sucede) en nuestra sociedad, en nombre de falsos purismos que en realidad enmascaran nuestro temor a afrontar los enormes desafíos de experimentar y promover la justicia propia del Reino de Dios en todos los ámbitos.


2. ¿Hacia dónde van los ministerios hoy?

Hoy que el verbo ministrar se ha puesto de moda y que los movimientos neo-apostólicos están de moda y estimulan o generan comportamientos no necesariamente acordes con la enseñanza global del Nuevo Testamento, es muy necesario rescatar las líneas dominantes de la vocación cristiana para responder a las necesidades de nuestro tiempo sin dejarse llevar por las tendencias o ideologías predominantes. La búsqueda obsesiva del prestigio, la imagen y sus inevitables consecuencias económicas ha hecho que el perfil de los ministerios cristianos haya adquirido matices que los hacen parecerse más a puestos empresariales que al genuino y desinteresado servicio. Cuando observamos cómo ciertos personajes pasan de determinadas labores (como la música) a otros terrenos que requieren un grado de capacitación (como la misión o la predicación) como si se tratara de cambiar de trabajo o de "giro", podemos apreciar cuánto puede llegar a devaluarse la comprensión de lo que las Escrituras denominan dones (o carismas) específicos y la sociedad en general califica de "especialización", aunque ella misma en ocasiones también incurre en flagrantes contradicciones al respecto, sobre todo en ciertas áreas de gobierno.

Una sana comprensión de la vocación cristiana debe partir de un adecuado concepto del Dios que llama, es decir, no superponer las voces de la familia, los amigos o la sociedad y confundirlas con la de Dios. Si la inmensa mayoría de los miembros de la comunidad cristiana entran le categoría de "laicos" (integrantes del pueblo), los clérigos o ministros no son excepciones a la regla sino practicantes de ministerios que el Espíritu suscita en medio de la Iglesia. No existe ninguna superioridad en ellos/as, ni tampoco su labor es cualitativamente superior a la de quienes no ejercen ministerios en la Iglesia, pues el compromiso de ambos es idéntico y generalizado, según se ve en las palabras de Efesios. Cuando se dice que faltan "vocaciones" para el servicio a Dios, se habla de que hay escasez de vocaciones al ministerio pastoral, o sea, que cada vez menos personas desean servir a Dios "de tiempo completo", se deja de ver que la vocación "para la vida laical" es la más frecuente y constante por la sencilla razón de que todos vivimos la fe en medio de la vida. Ése es el factor más importante que debe conducir el sentido de las vocaciones cristianas.

Por todo esto, es necesario discernir cuidadosamente el llamado de Dios en nuestra vida, pues todos los aspectos de nuestra vida son santos y, por ende, todas las áreas de empeño vital deben ser gobernadas por Dios, por lo que las decisiones personales deberán realizarse en función de la convocación básica del Señor a asumir su gracia como lo más importante de nuestra existencia y partir de allí realizar la misión básica que Él quiera encargarnos (el proyecto personal), para sumarnos al proyecto más grande y amplio de Dios: hacer presente su gracia en el mundo a través de todos los medios posibles. Los ministerios eclesiales, clericales o laicos, tienen el mismo peso específico y son el rostro que el Espíritu quiere dar a la acción divina para bendición y, en el caso de la Iglesia, para su edificación constante. Calvino resume muy bien el tema de la vocación con su estilo tan peculiar:


En fin, si no tenemos presente nuestra vocación como una regla permanente, no podrá existir concordia y correspondencia alguna entre las diversas partes de nuestra vida. Por consiguiente, irá muy ordenada y dirigida la vida de aquel que no se aparta de esta meta, porque nadie se atreverá, movido de su temeridad, a intentar más de lo que su vocación le permite, sabiendo perfectamente que no le es lícito ir más allá de sus propios límites. El de condición humilde se contentará con su sencillez, y no se saldrá de la vocación y modo de vivir que Dios le ha asignado. A la vez, será un alivio, y no pequeño, en sus preocupaciones, trabajos y penalidades, saber que Dios es su guía y su conductor en todas las cosas. El magistrado se dedicará al desempeño de su cargo con mejor voluntad. El padre de familia se esforzará por cumplir sus deberes. En resumen, cada uno dentro de su modo de vivir, soportará las incomodidades, las angustias, los pesares, si comprende que nadie Lleva más carga que la que Dios pone sobre sus espaldas.

De ahí brotará un maravilloso consuelo: no hay obra alguna tan humilde y tan baja, que no resplandezca ante Dios, y sea muy preciosa en su presencia, con tal que con ella sirvamos a nuestra vocación. (Institución de la Religión Cristiana, III, x, 6, www.iglesiareformada.com/Calvino_Institucion_3_10.html)



[1] Cf. Lee Hardy, "La inversión de nuestra vida en la economía divina"; trad. E. Castro, en Estudios Evangélicos, www.estudiosevangelicos.org/Areas/economiadivina.pdf, pp. 3-4, quien afirma, acerca de las evolución del concepto luterano de vocación en el calvinismo: "Durante las convulsiones sociales en los inicios de la época moderna, los calvinistas se dieron cuenta de que las instituciones sociales son en parte el resultado de la creación humana, y por lo tanto, ni especialmente estables ni especialmente buenas. Los deberes y expectativas asociadas al rol social del padre en algunas sociedades pueden ser peligrosos y dañinos. Lo mismo puede ocurrir con los deberes y expectativas que vulneran a quienes actualmente practican la ley familiar. Por esta razón, los calvinistas realizaron dos modificaciones al concepto de vocación que habían recibido. En primer lugar, para descubrir nuestra vocación, inicialmente no miramos a los deberes asociados con nuestro puesto en la vida, sino a los dones que Dios nos ha dado como individuos. Luego podemos considerar cómo se pueden emplear aquellos dones al interior de una estructura social dada. En segundo lugar, si una estructura social, es decir, un patrón existente de prácticas y expectativas, no permite el uso de nuestros dones de modo que verdaderamente sirvan al prójimo y honren a Dios, entonces se debe cambiar la estructura social. Lo que el calvinismo incentivaba era acomodar las instituciones sociales existentes a nuestra vocación, no la vocación a las instituciones sociales".

[2] M. Ávila Arteaga, Carta a los efesios. Miami, Sociedades Bíblicas Unidas, pp. 142.

[3] Cf. "Reformed theology of calling", en www.geneva.edu/object/call_rp.html, sobre todo por la forma en que se subrayan las otras voces que llaman a las personas en esta época: "las sirenas del hiperconsumismo, el estatus, la exaltación y el poder. […] Su llamado a mostrar amor al prójimo en un mundo necesitado. Su llamado a administrar la creación y server a Dios como transformadores culturales y su llamado a adorarlo plenamemnte". Otra aportación importante es: "Who are we called to be? ¿Quiénes somos llamados a ser?"), en Alianza Reformada Mundial, http://warc.ch/where/23gc/study/stud11.html.