domingo, 18 de octubre de 2009

LAS DOCTRINAS DE LA GRACIA


Creemos que estas cinco verdades son bíblicas y por lo tanto verdaderas. Creemos que magnifican la Gracia preciosa de Dios y nos dan un gozo inefable a los pecadores que éramos incapaces de salvarnos a nosotros mismos.


Depravación total

Nuestra corrupción pecaminosa es tan profunda y tan fuerte que nos hace esclavos del pecado, la moralidad es incapaz de vencer nuestra propia rebelión y ceguera.


Esta incapacidad de salvarnos por nosotros mismos es total. Dependemos enteramente de la Gracia de Dios para vencer nuestra rebelión, para que nos dé ojos para ver, y que nos guíe al Salvador.


Ef 2.5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo(A) (por gracia sois salvos)

Rm 8.7-8 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

1 Cor 2.14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.


Elección incondicional

La elección de Dios es un acto incondicional de su libre Gracia, y nos ha sido dado a través de su Hijo Jesús antes de que el mundo fuera. Por este acto, Dios ha escogido, antes de la fundación del mundo, a aquellos que serían liberados de la esclavitud del pecado y llevados al arrepentimiento y a la fe salvífica en Jesús.


Ef 1.4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él

Hch 13.48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna

Rm 9.15-16 (cf. 9.11-12. Jn 6.37) Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia

1 Cor 1.27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte

Rm 11.7 (cf. 9..11-12; Jn 6.37) ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos

Is 43.10 Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí


Gracia irresistible

Esto significa que la resistencia que cada día el ser humano pone contra el Creador (Rm 3.10-12; Hch 7.51) es maravillosamente vencida por Dios en el tiempo apropiado que Él ha escogido para aquellos rebeldes que han de ser liberados de la esclavitud.


Ef 2.5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)

Jn 6.65 Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre

2 Tm 2.25 que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad


Expiación limitada

La expiación de Cristo es suficiente para todos los humanos y eficiente para todos aquellos que confían en Él. La completa efectividad salvadora de la expiación está limitada para aquellos que la salvación había sido preparada. La disponibilidad de la eficacia salvadora de la expiación está disponible para todo el mundo.


Cualquiera que crea quedará cubierto por la sangre de Cristo. Hay un plan divino para que la muerte de Cristo lleve a cabo las promesas del nuevo pacto para la novia de Cristo. Cristo murió por todos, pero no de la misma manera para todos.

Jn 3.16 (cf. Ap 22.17) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna


Lc 22.20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto(A) en mi sangre,(B) que por vosotros se derrama

Ef 5.25 Maridos, amad a vuestras mujeres,(A) así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,

Jn 10.15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre;(A) y pongo mi vida por las ovejas

Jn 17.9,19 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son… Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

Rm 8.32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?


La perseverancia de los santos

Creemos que todos aquellos que han sido justificados ganarán la batalla de la fe. Perseverarán en su fe y nunca serán vencidos por el enemigo de las almas. Esta perseverancia es una promesa del nuevo pacto, obtenida por la sangre de Cristo, y efectiva en nosotros por Dios mismo, esto no debe apagar nuestra vigilancia, de manera que podamos decir al final "he peleado la buena batalla, pero no yo, sino la Gracia de Dios conmigo".


Rm 8.30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó

Jn 10.27-28 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Fil 1.6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo

Fil 3.12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.


Descansando en Cristo y llegando a la meta

John Piper

Documento original: Desiring God: “The Doctrines of Grace”.

sábado, 10 de octubre de 2009

UNA IGLESIA REFORMADA EN CONTINUA REFORMA

Está en plena consonancia con el carácter propio de la Iglesia Reformada el que procuremos reconsiderar nuestra labor como portadores del Evangelio "hasta los confines de la tierra". Si nos atrevemos a llevar el título de "ecclesia reformata Semper reformanda", si creemos en la gran tradición de las iglesias reformadas, según la cual, la reforma no es algo que se hace simplemente una vez y luego se da por concluida, sino más bien que la Iglesia debe en cada generación estar lista a someter su tradición bajo el juicio de la Palabra de Dios, entonces estaremos completamente de acuerdo en que el trabajo de las misiones extranjeras no es una excepción a esta regla.

La comisión dada por el Señor a Su Iglesia de predicar a todas las naciones es de validez inalterable hasta cuando Él venga de nuevo. La manera en que esa comisión debe ser realizada está ciertamente sujeta a cambios. Las misiones extranjeras, en el sentido en que las conocimos, son una forma relativamente de obediencia a la Gran Comisión. Por un lado ellas fueron y han sido usadas por Dios para escribir uno de los capítulos gloriosos de la historia de la Iglesia. Pero, por otro lado, según nos dimos cuenta desde hace algún tiempo, ellas han sido influidas profundamente de lo que nos parece, por los eventos del mundo en medio del cual operaron, por el movimiento cultural y de expansión política, efímero, pero de inmenso significado, de las razas blancas de Europa Occidental en el resto del mundo.

Ahora que ese dominio temporal ha llegado a su fin, es natural que con un cambio tan profundo en las circunstancias del mundo actual, las normas de acción misionera que nos han sido tan familiares se hallen sometidas a críticas severas. En este punto necesitamos tener cuidado, al darnos cuenta de que nos hemos conformado demasiado a los siglos XIX y XX. Y el tratar de conformarnos también al siglo XXI no es precisamente la solución adecuada. No estamos llamados a conformarnos a este mundo, sino a ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento.

Dios, de tiempo en tiempo, usa los cambios y los incidentes de la historia para sacudir la conformidad de su pueblo con el mundo, pero cuando esto sucede, nuestra tarea no es simplemente la de soltar el timón y dejarnos llevar por los nuevos vientos, sino más bien la de mirar nuevamente nuestra carta de navegación, tomar el compás, y preguntarnos cómo vamos a utilizar los nuevos vientos para cumplir con la ruta que se nos ha trazado. Cada nueva situación es en sí misma una invitación a poner de nuevo todas nuestras tradiciones bajo el juicio de la Palabra de Dios. Esta frase describe con propiedad el propósito de todo lo que tenemos que hacer, y a la vez, preguntarnos con seriedad, cómo debemos enfocarnos a la luz de la Santa Palabra.