miércoles, 10 de marzo de 2010

LA LITURGIA: “promoción de la fe y del servicio en amor”

Lectura del escrito: "La Misa Alemana y el Orden del Servicio Divino" (Enero de 1526) del Dr. Martín Lutero.

Entre los luteranos la figura de Lutero es muy respetada pero poco consultada y menos leída. El intento de este escrito es ayudarnos a caminar a través de uno de los más importantes escritos del Reformador con relación a la situación litúrgica en que se encontraban las comunidades que se habían adherido al movimiento y que pueden ser de inspiración para nuestra tarea pastoral.

El escrito surge de una profunda preocupación pastoral porque "cada uno hace lo que quiere, algunos con buenas intenciones y otros a partir de caprichos por el mero hecho de introducir novedades". Situación muy semejante a la que viven muchas de nuestras comunidades a partir de una confusión entre una celebración litúrgica que tiene como objetivo significar un mundo simbólico y un programa religioso que tiene como objetivo entretener. En el área de la acción litúrgica tenemos que tener mucho cuidado con el uso que hacemos de la libertad evangélica porque "algunos la utilizan con el único objetivo de alimentar su propio gusto o provecho, y no buscando honrar a Dios y aquello que es positivo para nuestro prójimo". La celebración litúrgica de la comunidad cristiana se fundamenta en el consenso a través del tiempo y el espacio. Esa celebración no puede ser entendida como un espacio de experimentación caprichosa o sin conocer la real naturaleza de aquello que se quiere renovar. En esta área de la renovación litúrgica debe tener muy en cuenta que esa "libertad sea sierva del amor y de nuestro prójimo".

Indudablemente Lutero no busca la uniformidad pero si un sentido de unidad. Que todo cristiano se pueda sentir en su casa en cualquier comunidad en la que se predica la Palabra y se administran los Sacramentos. Así como tenemos un mismo bautismo, una misma fe y una misma esperanza, esa unidad debe reflejarse en la estructura básica y fundamental de toda celebración. Hay elementos que por necesidad evangélica deben estar presentes porque constituyen el ordenamiento profundo de la acción comunitaria unida en la alabanza, la escucha obediente de la palabra y el alimentarse en la mesa sacramental. En todo debemos buscar tener los mismos sentimientos a semejanza de Cristo Jesús.

Recuerda Martín Lutero en este escrito que nunca la realidad litúrgica previa a la Reforma era uniforme. Conventos, capillas, órdenes religiosas y diversidad de costumbres brindaban un panorama variado y muy rico. Pero reconoce que sosteniendo esa diversidad había una estructura básica que daba unidad a la diversidad. Indudablemente si fuéramos ángeles no tendríamos necesidad de ninguna estructura litúrgica pero ese tiempo aún no ha llegado. "Es necesario tener tal orden por consideración de aquellos que buscan llegar a ser cristianos o necesitan fortalecerse, de la misma forma en que como cristianos necesitamos del bautismo, de la palabra y de los sacramentos, no porque seamos cristianos (porque en cuanto tales ya los tenemos) sino porque somos pecadores". Aquellos que pretenden estar liberados de un determinado orden litúrgico que tiene su fuente en el Evangelio confunden los tiempos de la historia de la salvación.

La celebración litúrgica es el espacio privilegiado en el cual la comunidad cristiana se "ejercita diariamente en las Escrituras y en la Obra de Dios" y es también una herramienta que "ayuda en el avance del Reino de Dios". Por amor de este Reino es que celebramos la litúrgica.

En este tratado Lutero nos habla de tres diferentes servicios litúrgicos : el primero es el llamado "Formula Missae" que consiste en la celebración realizada aún en latín porque extrañamente Lutero no quiere atar el Evangelio a ninguna forma cultural que pueda ser excluyente o exclusiva. De acuerdo a pautas de su tiempo no quiere que desaparezca el latín de la liturgia por consideraciones pedagógicas. Al contrario quisiera que tanto el hebreo como el griego se utilizaran tanto como el alemán y el latín. Pero de aquello que más miedo tiene Lutero es de que el uso de un idioma lleva a despreciar los otros y pone el ejemplo de lo que llama los valdenses de Bohemia "cuya fe esta envuelta con el ropaje de su propia idioma de forma tal que si uno desea comunicarse en forma comprensible y clara con ellos tiene que aprender su idioma. Esto no fue la forma en que actuó el Espíritu Santo en los comienzos. Ese Espíritu no espero a que todo el mundo viniera a Jerusalén y aprendiera el hebreo. Sino que doto al oficio del ministerio con todas las gamas de idiomas, de forma tal que los apóstoles podían hablar con todos aquellos pueblos adonde iban. Yo prefiero seguir este ejemplo". Esto hoy se llama inculturación del evangelio. La necesidad de comprender las raíces del mensaje evangélico, y en este caso las raíces evangélicas de la liturgia, para hacerla hablar en el idioma comprensible por nuestro mundo y nuestra cultura.

El segundo orden litúrgico es el que se está ocupando en este escrito y que es la Misa Alemana y el tercer Servicio Divino, que sería el verdaderamente evangélico es aquel que se celebra en forma reservada para los que saben en qué misterio están participando. Lutero tiene muy claro el peligro de confundir espacios. Las plazas no son los lugares de reunión de la comunidad cristiana porque el Sacramento de la Cena exige el bautismo y la conversión. La liturgia es para Lutero un espacio de misterio y de catequesis. Retoma los fundamentos tradicionales de que la primera parte de la celebración está destinada a los que quieren llegar a ser cristianos: los catecúmenos. Es por ello que la primera parte de toda celebración litúrgica tiene ese nombre y su columna vertebral son las lecturas y la predicación. Solo los bautizados y los discípulos pasan a la segunda parte: la mesa eucarística. Es por ello una descalificación de los fieles cuando se interrumpe la celebración luego del sermón. Esto significa que consideramos a la comunidad nuevamente en una situación pre-bautismal y no responde a la espiritualidad luterana, o al menos la espiritualidad de Lutero, para ser más precisos.

Ese espacio también es el primer espacio y acción diacónica porque la ofrenda o dinero dado en ese contexto tiene como objetivo primario el ser repartido entre los pobres. Citando la Segunda Carta del Apóstol Pablo a los Corintios, Lutero recupera el sentido histórico de ese gesto litúrgico. Comunión visible con las necesidades del mundo. Las oficinas de proyectos de nuestras iglesias, los mismos proyectos de servicio de nuestras comunidades son continuidad de este gesto litúrgico de compromiso y seguimiento a la Palabra vivida y proclamada.

En la segunda parte del escrito Lutero describe los elementos que deben contener los distintos oficios litúrgicos celebrados en días domingo o días de fiesta. Por la mañana temprano canto de salmos, sermón sobre la epístola del día, antífona, Te Deum o el Cántico Evangélico llamado de Zacarías (Benedictus) tomado de Lucas 1: 68-79, seguido del Padrenuestro, otra oración y la Bendición. Un esquema simple y práctico de celebración matutina. En la misa de media mañana las lecturas siguiendo el ordenamiento establecido y en la tarde, para las Vísperas el centro es el Cántico Evangélico llamado de María (Magníficat) tomado también de Lucas 1: 46-55. Nuevamente otro sermón

En cuanta a las vestimentas litúrgicas, Lutero afirma que "las vestimentas de la misma, los altares y las luces se han de mantener", pero tiene esta sorprendente afirmación teniendo en cuenta que recién cuatrocientos años después se habría de poner en práctica cuando dice que "en la verdadera Misa, entre cristianos sinceros, el altar no tendría que ser retenido, y que el sacerdote tendría siempre que estar vuelto hacia el pueblo tal como, sin ninguna duda, lo hizo Cristo en la Ultima Cena". Además de intentar recuperar ese gesto, lo que subyace detrás es retornar al concepto central de que el Sacramento es una comida y todos los elementos nos deben recordar esa realidad. El celebrar dando la espalda al pueblo nace de las celebraciones en las catacumbas cuando se hacia la misa sobre la tumba de un mártir. Lutero avanzando a su época tiene un claro sentido litúrgico de retornar a la naturaleza primera de la Santa Cena.

La estructura de la misa luterana debe tener un cántico espiritual o un salmo de entrada, el kyrie eleison, la oración de la semana (colecta) cantada al igual que la Epístola también seguida por un cántico. El Evangelio leído mirando al pueblo seguido del credo y de la predicación. Inmediatamente después sin ningún tipo de ruptura, el Padrenuestro con una exhortación para aquellos que se han de acercar a comulgar. Las palabras de institución rodeadas de plegarias.

En cuanto a los gestos, Lutero quiere retener la elevación que consiste en elevar el pan o el cáliz luego de pronunciar las palabras de institución. La fundamentación de este gesto es que "el mismo va de acuerdo con el Sanctus y significa que Cristo nos compele a pensar en El. Así como el sacramento es elevado físicamente y aún así el cuerpo y la sangre de Cristo permanecen invisibles, así también con las palabras del predicador. El es conmemorado y elevado, y en la recepción del sacramento reconocemos y celebramos; y aún así todo esto es materia de fe y no de visión porque Cristo entrega su cuerpo y su sangre por nosotros y diariamente intercede delante de Dios para que nos conceda su gracia". Lutero sabiamente separa significación de realidad. No confundir los símbolos con la realidad que desean significar. Este es un tema que sería interesante desarrollar y reflexionar.

Al igual que en el Catecismo Mayor, Lutero enfatiza la necesidad de participar de la comunión diariamente de todos aquellos que así lo desean hacer. No es una ley sino que es una posibilidad que la comunidad cristiana debe brinda.

"Todas estas estructuras y ordenamientos tiene que servir a la promoción de la fe y del servicio en amor" De esta forma concluye Lutero su escrito y creo que no pueden ser mejores palabras para terminar esta breve lectura.

Pastor Lisandro Orlov
Iglesia Evangélica Luterana Unida.
Pastoral Ecuménica y Solidaria con las personas que Viven con VIH-SIDA