martes, 31 de mayo de 2011

¿SOMOS LO QUE PENSAMOS?

El proverbio bíblico afirma del hombre que "Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Prov.23:7). Eso es mucho decir en pocas palabras. Pero es indiscutiblemente cierto y necesita subrayarse en nuestros tiempos. Los nuestros son tiempos cibernéticos e ideológicos – el corazón y la mente computarizada buscan ideas, sistemas de pensamiento, filosofías, alguna fórmula precisa e integral. Uno no debe olvidar, sin embargo, que "Cual es su pensamiento, tal es el hombre". No se puede separar la creencia de la acción, el conocimiento de la práctica.

Aún en los círculos que honestamente se denominan cristianos puede notarse una desesperante falta de conocimiento, que se traduce en un estilo de vida esencialmente opuesto a los claros deseos de Dios. Se divorcia la vida religiosa de la vida cotidiana, el domingo de los otros días, el cielo de la tierra. Mucha experiencia espiritual se limita a lo emocional y así pasajero, o a lo estrictamente tradicional y así estancado. Se habla mucho de la experiencia sensacionalista espiritual y poco de Cristo, mucho de la iglesia y poco del mundo, mucho del hombre y poco de la humanidad. Pero es que "Cual es su pensamiento en su corazón, así es el hombre".

Por ello, cada mensaje predicado en los templos cristianos debe extraer de la Biblia sus más salientes verdades –las grandes y claras doctrinas aceptadas por millones en siglos y siglos de experiencia. Es urgente no solamente predicar estos temas básicos sino también comprenderlos, aceptarlos y vivirlos si la Iglesia Cristiana desea reconquistar su rol de fuerza dinámica en el mundo. No podrá ser levadura para la masa humana sin la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Bien dijo Jesucristo que sería la verdad la que nos hará libres –la verdad que Él personificó pero que también se formula en la Biblia.