jueves, 3 de mayo de 2012

¡VIVA EL TRABAJO!

Dios, que sabe más que ningún otro lo que es el hombre, dice que es bueno trabajar. A todos los que Su magnífico poder ha redimido y sacado de su condición vergonzosa, Dios les aconseja que trabajen. Es bien cierto que hay mucha gente que preferirían tener la oportunidad de poder vivir sin trabajar y hay quienes sí tienen trabajo pero no trabajan. Todo esto es sin importancia en este momento ya que Dios claramente señala en su Palabra la conveniencia de que el hombre suyo, nuevo, redimido, creyente, el que va hacia la gloria eterna, trabaje en este mundo. En una de las partes más prácticas de la Biblia, repetidamente Dios impulsa el hábito del trabajo como si fuese algo especial. Hay tres frases bíblicas, en el libro de los Proverbios, que son otras tantas razones por las cuales el hombre debe de trabajar si ha de obedecer a su Creador.

La primera orden de Dios indica que hay, en el trabajo, valores y resultados económicos. Hay mucha miseria en el mundo; hay mala distribución de riquezas; hay sistemas económicos que se mantienen ignorantes de estas realidades porque no tienen solución. Hoy en día preocupa hondamente a quienes piensan un poco porque hay cada vez más gente, y, dicen, cada vez menos recursos. Hay que medir las energías y distribuir las riquezas y conservar las fuentes que se han descubierto. Todo esto debe ser calurosamente aplaudido porque los problemas no se solucionan solos y es correcto que el ser humano se involucre no solo en la creación de los problemas sino también en cómo solucionarlos. Muchos de estos problemas son extremadamente complejos y no tienen soluciones fáciles y los seres humanos estarán en estado de debate constantemente sobre estos temas hasta que se produzca el fin del mundo y de la historia.

Dios sabe lo difícil que son estos problemas y Dios aplaude estos esfuerzos humanos por solucionarlos – después de todo fue Él quien hizo al hombre y a la mujer a Su propia imagen y semejanza. Pero Dios también tiene Su contribución al espinoso problema de la humanidad – el problema económico. En el libro de los Proverbios, que es una colección de dichos, proverbios y adagios que disfrutan de la bendición de Dios, dice: "La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece". Una traducción más moderna y más clara de este adagio divino es esta: "POCO TRABAJO, POBREZA; MUCHO TRABAJO RIQUEZA". Notamos entonces que el trabajo tiene efectos, elementos y factores de carácter económico. Recordemos que esto es opinión de Dios. Dios sabe que el trabajo es fuente de recursos y que en su mundo tiene su debida recompensa. Quienes hablan constantemente del proletario y del trabajador saben que su trabajo tiene valores económicos.

Hay mucha gente en este mundo que vive inconsciente de estas preciosas verdades; consideran que el mundo les debe sus sostén, que no tienen necesidad de trabajar (por cualquier razón que se hayan inventado) y luego se sorprenden de que estén a los niveles de la pobreza. "poco trabajo" dice Dios "pobreza; mucho trabajo, riqueza". El hombre y la mujer nuevos, que han sido transformados por el poder de Dios han descubierto también este secreto y, como consecuencia, tienen un concepto totalmente distinto de lo que es el trabajo. Es por esta razón que donde hay de esta gente nueva, al lado de otros seres humanos, estos creyentes tienen una tendencia a exceder a los demás y superarlos. Esto ha provocado conflictos y guerras en este malvado mundo, la envidia hace su entrada y enceguece los ojos para que no se vea la realidad. Pero el trabajo tiene ciertamente una dimensión económica. En términos generales la mano negligente, el que no trabaja conscientemente, empobrece; es la mano de los diligentes, de los que trabajan, que enriquece.

En segundo lugar, Dios indica que el trabajo tiene efectos políticos también. Dice la Palabra de Dios que "LA MANO DE LOS DILIGENTES SEÑOREARÁ, MAS LA NEGLIGENCIA SERÁ TRIBUTARIA" o en términos más contemporáneos "EL QUE TRABAJA DOMINARÁ; EL PEREZOSO SERÁ DOMINADO". Sabemos que esto es así en todos los niveles del accionar humano. Nosotros mismos lo hemos visto en nuestro terruño, que hay un hombre o mujer que domina la situación, que se ha hecho fuerte, que es candidato o candidata a alcalde, regidor o alguna cosa semejante. Una de las razones que se dan para que ocupe semejante puesto es lo que la gente dice de tal persona: afirman que "es popular y trabajadora". Quizá uno se pregunte qué tiene que ver el hecho de trabajar con la salud u oportunidad política. Hay probablemente varias razones como, por ejemplo, que quien trabaja llega a ser disciplinado, llega a saber lo que vale un peso, sabe tratar con la gente.

Pero otra razón importante es que Dios mismo así lo prefiere. Dios prefiere que domine o señoree sobre los demás quien es diligente y trabaja en lo que le gusta mucho. ¿Qué diríamos nosotros mismos, o qué decimos cuando hay en puesto de responsabilidad algún holgazán que jamás ha sabido trabajar, o que jamás ha querido trabajar o que ni sabe siquiera lo que es el trabajo? ¿Y si aprobamos de uno que trabaja, por qué no ha de aprobar Dios tal cosa del mismo modo? Dios no solo ha observado la realidad e informado de lo que pasa sino que, específicamente, anuncia y promete en su Palabra que el trabajo tiene resultados políticos de carácter totalmente positivos. Es ahí donde no se ha enseñado la opinión divina del trabajo que hay toda clase de conflictos no solo laborales sino especialmente políticos –hay demasiada gente que solo hace política sin jamás hacer el trabajo que dignifica pero que también resulta en oportunidades de liderazgo. Tiene pues el trabajo derivativos políticos.

Y el trabajo, según Dios, tiene también efectos sociales. Esto lo expresa claramente en estas palabras: "EL QUE LABRA SU TIERRA SE SACIARÁ DE PAN; MAS EL QUE SIGUE A LOS VAGABUNDOS ES FALTO DE ENTENDIMIENTO". Aquí se compara el trabajo con el vagabundo. El trabajo distrae, el trabajo ocupa el tiempo, el trabajo rinde salario al término de la semana o de la quincena; el trabajo rinde un lugar donde pasarse el tiempo, y en consecuencia, el trabajo crea una condición social tolerable. Pero allí está el que no trabaja. ¿Qué pasa con él? ¿Socialmente qué ocurre cuando un hombre, una mujer o un grupo de personas no trabajan? Bueno, el magnífico ser humano, obra maestra de Dios, echa a andar en caminos torcidos, la holgazanería empieza a tener su efecto; luego vienen tentaciones y surgen implacables necesidades y, poco a poco, el que no trabaja cae en manos de otros expertos que han aprendido a vivir sin trabajar y los arrastran a regiones subterráneas, y destruyen su dignidad, y empiezan a cometer crímenes y buscan deleitarse en la inmoralidad y, antes de darnos cuenta, el que no trabaja pasa a ser una lacra social y una carga pública que se vuelve difícil eliminarla.

El que trabaja disfruta de buen nombre, el holgazán es simplemente tolerado, sin que nadie lo acepte positivamente. No es extraño pues que Dios haya introducido el concepto del trabajo en la vida humana. El trabajo dignifica, produce mejores ciudadanos, mejora las condiciones sociales de quien trabaja pero también de todos sus contemporáneos. Y sin embargo, hay mucha gente que aun así no quiere trabajar. ¿Por qué será que, aunque es evidente que el trabajo tiene derivados económicos, políticos y sociales, por qué será que hay gente que "daría un ojo de la cara" con tal de no tener qué trabajar? Bueno, es la naturaleza humana. El Libro de Dios describe una persona así, uno que puede hallar las más ridículas razones para no salir a su trabajo, que quiere "echarse una siesta", que está a punto de llover, que hace demasiado calor o demasiado frío, que hay un león que anda suelto. ¡Excusas y más excusas! Y hoy en día, bueno, los hombres se buscan más excusas, tan ridículas como aquellas. Tal vez nosotros mismos nos hemos encontrado con gente así o tal vez no hemos comportado así en alguna ocasión. Se dice que no se quiere trabajar porque los sueldos son una miseria o porque hay maltrato, o porque las estructuras son explotadoras, o porque el sistema no premia lo suficiente, o porque los intereses creados por otras clases son crueles o porque hay que ir a luchar en luchas de clases en tierras de opresión.

Sea la excusa la que sea, el hecho es que tales personas están dejando de cumplir su cometido en todos los niveles importantes: el nivel económico, político y social. El trabajo es medicina preventiva pero es también medicina que cura. El trabajo es salud y también bienestar. El trabajo es bendición a quien lo hace y resulta en bendición a todos los que lo rodean. El trabajo dignifica porque es una bendición que Dios ha dado al hombre, y Dios sabe del hombre porque lo hizo. ¿Somos miembros de la nueva humanidad? ¿Somos mujeres y hombres nuevos? Entonces sabemos ya que bendito es quien trabaja porque tiene con qué vivir, porque contribuye al bienestar general y porque produce una clase social que es envidia del mundo. Ojalá todos tengamos siempre libertad de trabajar y que, libres, podamos gritar ¡VIVA EL TRABAJO!


La Hora de la Reforma-Reforma Viva