martes, 26 de junio de 2012

LOS BENEFICIOS DEL CREYENTE

"Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros."   1Pedro 1:3,4

En esta semana y la que viene consideraremos dos conceptos principales en la vocación del creyente; son, a saber: sus beneficios y sus deberes. Muchos hay que argumentan que el hacerse cristiano acarrea muchos beneficios, y esto es verdad, como veremos; pero entraña, asimismo, un cierto número de deberes que estudiaremos próximamente. El Evangelio presenta un excelente equilibrio de beneficios y obligaciones. El apóstol Pedro exclama en esta primera carta: "Gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con alegría" (1 Ped.4:13). El apóstol empieza su exposición con una doxología, al decir: "Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo." Todo lo que recibimos de Dios nos es otorgado en el nombre de Jesucristo, y el apóstol une estos conceptos en su doxología. El apóstol Pedro parece resumir todo lo que va a decir en una sola expresión: "Nos hizo renacer". He aquí todo el significado de ser cristiano. Un cristiano es un ser humano nacido de nuevo y todos los beneficios que posee en Cristo Jesús son el fruto de este nuevo nacimiento. El apóstol habla de la resurrección de Jesús como medio por el cual hemos recibido esta nueva vida. El apóstol Pablo hace eco a sus palabras al decir: "Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria de Padre, así también nosotros andemos en nueva vida" (Rom.6:4).

Un estudio del primer capítulo de esta primera carta del apóstol Pedro nos enseña que existen tres beneficios: Una esperanza viva, Una herencia incorruptible y Una salvación que será manifestada en el tiempo postrero.

EL PRIMER BENEFICIO ES UNA ESPERANZA VIVA. La esperanza es una característica especial del cristiano que lo distingue del ser humano que no es creyente. Los mejores escritores del mundo antiguo nos enseñan en el estado de pesimismo que se hallaba la humanidad en sus días. El coro de una antigua representación griega dice así: "No nacer es, sin duda, la mejor fortuna; pero, de otro modo, lo mejor es volver con la mayor rapidez posible al lugar de donde el hombre vino." Otro escritor pagano dice: "El sol se levanta y se pone, pero una vez nuestra breve vida se extingue, no queda otra cosa sino una larga noche de la que jamás despertamos." En medio de este descorazonador pesimismo se levantó un grupo de hombres y mujeres, los cristianos, que tenían una esperanza viva en su corazón. Encontraron que aquel que había conquistado por su resurrección a la muerte les daba el optimismo de una nueva vida. Notemos que se trata de una esperanza viva. El agua viva es siempre mejor que el agua de una cisterna, y un alambre vivo es el que da vida y fuerza al conducir electricidad. La esperanza viva del creyente es segura e inquebrantable. Nuestra esperanza está fundada en un mundo mejor y en Jesucristo Rey y Señor de los Cielos y de la Tierra. Nuestra esperanza es, pues, UNA ESPERANZA VIVA Y ETERNA.

EL SEGUNDO BENEFICIO ES LA HEREDAD ESPIRITUAL. Dice el apóstol: "Una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible reservada en los Cielos para vosotros." Nuestra heredad es el gozar de la Vida Eterna ahora y en los días a venir. La Biblia nos habla de la comunión con Dios, o andar con Dios, y describe esta relación personal e íntima entre Dios y los seres humanos. El Catecismo de Westminster lo expresa así: "¿Cuál es el propósito o fin principal del hombre?" y la respuesta es esta: "Glorificar a Dios y gozar de Él para siempre." Ningún ser humano puede vivir apartado de Dios. El autor del Salmo 73 ya lo dijo al exclamar: "¿A quién tengo yo en los Cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre" (Sal.73:25,26). EL SEGUNDO BENEFICIO ES UNA HEREDAD, UNA NUEVA VIDA DE COMUNIÓN CON DIOS Y EL MUNDO A VENIR.

EL TERCER BENEFICIO QUE TENEMOS ES UNA SALVACIÓN QUE SERÁ REVELADA EN LOS POSTREROS TIEMPOS. La palabra "salvación" se usa en términos distintos. Significa, en primer lugar, el perdón de los pecados por la fe en Cristo Jesús. Pero algunas veces significa también el triunfo de Jesucristo sobre todas las fuerzas del mal. Los cristianos triunfarán con Jesucristo cuando Él vuelva con gloria y poder. Ahora solo le vemos por los ojos de la fe, un día le veremos cara a cara. La soberanía de Jesús, su poder y su victoria serán manifestadas a toda la creación. Esta es la salvación final de la que gozarán los creyentes.

Estamos muy necesitados de un mensaje así en estos tiempos. Hay personas que están llenas de temor ante el futuro, otras que ya están padeciendo las calamidades del materialismo y secularismo, y de sistemas que no respetan los derechos humanos y que desprecian cualquier manifestación religiosa. El cristianismo nos enseña que la victoria final no se encuentra en manos de aquellos que prorrumpen en feroces amenazas de destruir el mundo; la victoria final está en manos de Jesucristo, y es una victoria en la que el creyente gozará y ocupará una parte importante en la misma. Quizá la descripción de estos beneficios maravillosos que son la porción del creyente en Cristo Jesús, haya despertado en alguien el deseo de poseerlos también. Ante tales promesas solo podemos tomar dos actitudes: Aceptarlas por la fe, o rechazarlas. Dice el apóstol Juan: "El que tiene al Hijo, tiene la vida, y el que no tiene al Hijo, no tiene la vida."

Es pues un asunto de vida o muerte el creer en Jesús. En días tan difíciles como los que la humanidad está atravesando, necesitamos una esperanza viva y una heredad incorruptible. Necesitamos tener la seguridad de que tendremos un lugar en este triunfo final de Cristo Jesús y de Su Iglesia. Hay solo un camino para acercarse a Cristo y para gozar de estos beneficios. Es el camino de la fe. Un camino que muchos rechazan porque les parece demasiado fácil. Dios nos llama para que, dejando las tinieblas, nos acerquemos a su luz. Todos estos beneficios son nuestros si con fe confesamos a Cristo. Dios haga que por su Espíritu obrando en el corazón los poseamos y disfrutemos.