miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL HOMOSEXUALISMO


Cierto consejero recibió una carta, la cual era desgarradora. Desgarradora porque descubre agonías del espíritu y del alma, desastres sociales, psicológicos y fisiológicos. Quería que se le diera adecuado consejo. Soltero de mediana edad, se encontró un día con otro caballero que, aunque casado con una mujer era también víctima del homosexualismo que es la práctica anti natural del sexo con otro ser humano del mismo sexo. Nuestro amigo fue presentado a un grupo de homosexuales y allí empezó la odisea de su vida. Se enamoró de un muchacho de veinte años, según dice la carta. Este joven parece que apreciaba los cariños que le dispensaba un hombre más de quince años mayor que él. El joven decía que le daba satisfacciones sexuales porque no quería que su buen nombre se echase a perder si se metía a hacer estas cosas con otras personas. Un buen día, el joven lo abandonó para darse completamente al alcoholismo. Dice la carta que por tres años consultó con un psiquiatra pero que esto de nada le sirvió. Otro buen día, alguien le dijo que los demás miembros de su grupo sabían que era homosexual. Esto destruyó su personalidad y le ha dado un complejo tremendo con sus amigos y hasta familiares. Ahora, dice la carta, ¡¿QUÉ DEBO HACER?!

 
Parece como que la homosexualidad hoy en día es ya aceptada en algunos círculos. Se dice que es aceptada aun en círculos que se dicen ser cristianos. Puede ser, puede ser. Una cosa es cierta –generalmente esta práctica no es aceptada ni permitida en muchísimas sociedades que nada tienen que ver con la bíblica. Confesaba un estudiante de teología- candidato al santo ministerio de la Palabra de Dios: "Soy homosexual cristiano. Soy tan cristiano como el apóstol Pablo y tan homosexual como el que al fin a dado a publicidad su preferencia sexual. Puedo hacer esta aseveración porque ambas cosas están basadas en demostraciones científicas". Un articulista afirmó que "la comunidad cristiana debería admitir la homosexualidad como alternativa a la heterosexualidad, por lo menos como única forma de expresión erótica para un considerable número de creyentes piadosos". Hasta hay iglesias, en algunos países donde se congregan los homosexuales. ¿QUÉ SE LE PUEDE DECIR AL QUE ESCRIBIÓ LA CARTA DESGARRADORA?

 
En primer lugar, debe brotar del corazón cristiano una ola de compasión y simpatía. ¡Qué triste es ver la degeneración que ha ocurrido en este mundo creado tan bello por nuestro Dios! Hay tantas cosas torcidas y distorsionadas y cacofónicas en este mundo que es difícil impedir una lágrima o dos. Estos seres que han caído en esa red de tentaciones deben ser objeto de todo el amor y toda la comprensión de que el ser humano redimido es capaz. Nada se podrá hacer sin compasión. Pero la compasión y el cariño y el interés en el prójimo no deben alejarnos de la justicia y la verdad. Siempre con amor, pero no se debe mentir. Quien ha caído en estas prácticas, no debe engañarse a sí mismo, ni tampoco deben engañarlo los que deseen ayudarlo. Tales personas están en medio de un gran pecado. Sean cuales fueren las razones por estar donde están, esas razones no excusan su mal. Sientan lo que sientan, lo cierto es que han caído en una muy sutil, casi invisible, pero fortísima red. Hay que ser categórico en esto para no sembrar aun mayor confusión. A la larga es la única forma de librarse de este monstruo humano y llegar a la genuina libertad de los hijos de Dios.

 
Los creyentes tenemos algo que nos guía en nuestras opiniones y prácticas. No se trata, para el creyente cristiano, de lo que crea o sienta o quiera. Ni siquiera se tarta de lo que la sociedad permita o demande o tolere. Es a la Palabra de dios, el Padre celestial a quien se debe dirigir para buscarle solución a los problemas que surgen en la vida del creyente. Puede ser que haya movimientos que se muestren indiferentes a estas cosas, pero la cuestión es pura y simplemente: ¿qué es lo que Dios dice en Su Palabra? Sabemos que la Biblia enseña por ejemplo y por precepto. Hay casos y cosas en la Biblia que han sido incluidas para nuestra instrucción y hay también mandamientos y expresiones claras, terminantes y categóricas. De estas dos fuentes se pueden extraer los principios morales que deben regir la conducta- la sexual inclusive.

 
Ya muy temprano en la historia se dio un caso de homosexualidad. Fue la experiencia que tuvo Lot con los habitantes de Sodoma. Estos ciudadanos habían sufrido tal degeneración que Dios había determinado su total destrucción. Cuando Dios envió mensajeros a hacer el anuncio a su amigo Lot, la gente de la ciudad quiso apoderarse de estos varones visitantes y abusar de ellos sexualmente. Tan empecinados estaban en ese deseo que hasta rechazaron las hijas del anfitrión. Aquella "sodomía" se hubiera cometido si no fuera que los ángeles de Dios sacaron a Lot de su espinosa dificultad. Es obvio que el relato ha sido incluido en la Palabra de Dios para demostrar la bajeza de los niveles a que habían llegado los sodomitas, pero también como enseñanza para la posteridad. También habla de eso el apóstol Pablo en el primer capítulo de la carta a los Romanos. Son horribles versículos donde el apóstol analiza y describe la situación existencialista del mundo que ha caído en el pecado y ha sido abandonado por Dios. El resultado del pecado es pecado cada vez mayor hasta desenlazar todo en el peor pecado de todos: el homosexualismo.

 
Hay quienes tratan de explicar estos pasajes bíblicos con toda clase de malabarismos sociales e históricos. Dicen que esa gente de Sodoma había sido influenciada por pueblos vecinos que eran paganos. Dicen que el apóstol Pablo escribió en términos de la realidad de una Roma decadente de su tiempo. Esto es, por supuesto, una manera conveniente de evitar el impacto que debe tener la Palabra de Dios en la vida humana. No es así como se debe interpretar la escritura porque, en ese caso, se pierde la totalidad del potente mensaje de Dios; quien así interpreta un pasaje bíblico tiene también que interpretar lo demás del mismo modo. Pero aun en el supuesto de que así se interprete, hay indicación clarísima, inequívoca de los deseos de Dios mismo con respecto al homosexualismo. Esta es la orden directa de Dios dada a su pueblo- expresa la voluntad personal de Dios; no es opinión de humano o consenso de comunidad o sabiduría de un experto, sino la orden específica de Dios: "NO TE ECHARÁS CON VARÓN COMO CON MUJER. ES ABOMINACIÓN" (Levítico 18:22). Indudablemente, esto se refiere al acto sexual como el resto del capítulo obviamente lo demuestra. Allí tenemos el cuadro: si se ha de escuchar la voz de Dios, el homosexualismo está terminantemente prohibido. Es abominación, odioso, disgustoso, desaprobado. No hay dudas posibles, como puede haberlas sobre otras cuestiones de moral.

 
¿Qué hacer? ¿Qué pueden hacer quienes han caído en esta moderna tentación? Es posible que un psiquiatra poco pueda hacer para ayudar a estas víctimas –también él es, al fin y al cabo, humano. No debe descartarse esta fuente, sin embargo, porque el ser humano es extremadamente complejo y es afectado en medida creciente por toda clase de fuerzas poderosas y aplastantes. Estos profesionales pueden muchas veces enderezar lo torcido. Pero el Señor Jesús sí puede ayudar. El homosexual debe entregarse a Él, en serio, sin reservas. Hacerlo huésped de su corazón, abrirle su biblioteca para que pueda Él leer lo que lee, compartir con Jesucristo en su sala para que Él pueda sentir lo que siente. Permitir que Cristo se siente en su comedor para participar de los alimentos que consume. Hacerlo el compañero en todos los departamentos de su corazón. Obedecer ciega e incondicionalmente los tiernos consejos de este amante Jesús. Vivir con la constante consciencia de que Él está, está donde está. Cristo puede comprender, aceptar y simpatizar con quien disfrute de las maravillas del sexo según sus órdenes maravillosas. No tiene por que temer la mirada del bondadoso Jesucristo en tales casos. Por otra parte, ¿qué pensará su Señor (el que murió para redimirlo y perdonarlo), qué pensará, al verlo con un muchacho de veinte años u otra persona de su mismo sexo? ¿Se cubrirá Jesús el rostro con una sonrisa de satisfacción al ver a su amigo y hermano en esa posición?

 
El homosexualismo, en resumen, se burla de las leyes que los hombres han querido establecer. También viola abiertamente los dictados de la misma naturaleza. Y Dios severamente lo condena y rechaza. Sí, la comunidad creyente debe demostrar honda compasión, debe tratar de simpatizar con estos seres que han caído en ese difícil pecado; debe proveer un marco saludable para que los tales puedan recuperarse. Pero, como todos los pecados cometidos contra el Dios Soberano, las cosas empiezan con el pecador mismo. Debe arrepentirse de haber caído en pecado –y el pecado es pecado, no hay que olvidarse. Debe arrepentirse de su pecado. Y luego debe confesar su pecado –no a meros hombres por más expertos o místicos que parezcan, sino a Dios, porque es contra Él que se peca primero. Y luego pedirle al Supremo Redentor de las almas que le lave el espíritu y le renueve su corazón y transforme su vida. Esto le decía Pablo a los creyentes de Corinto: "Ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados en el nombre del Señor Jesús".

 

 
Levítico 18:22

 

"No te echarás con varón como con mujer; es abominación". –Reina Valera 1960.

"No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación". -Biblia al Día.

 

"No te acostarás con un hombre como se hace con una mujer: esto es una cosa abominable". –Biblia Latinoamericana 1995.

 
"No te acuestes con un hombre como si te acostaras con una mujer. Ese es un acto infame". –Biblia Dios Habla Hoy.

 
"No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación". –La Biblia de Las Américas.

 

 
La hora de la Reforma –Reforma Viva