martes, 2 de agosto de 2011

PENSANDO ACERCA DE DIOS

Salmos 42: 1-3; 53: 1, 2; 139:7; Hechos 17: 22, 23.

"Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido que buscara a Dios". Salmos 53: 2

Introducción: Al estudiar de las maneras diversas cómo Dios se ha revelado, enriqueceremos nuestra experiencia de íntima comunión con Dios. Muy presente es la preocupación de Dios en cada hombre en alguna época de su vida. Algunos han abandonado la búsqueda, adoptando una indiferencia que jamás proporcionará la paz y tranquilidad anhelada por el hombre. Otros no han descansado hasta dar una respuesta sincera a su búsqueda de Dios. El hombre como ser espiritual busca naturalmente entrar en comunión con Él. Este deseo a la vez es obstaculizado aun en los más honrados, a causa del temor que causa el descubrir la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre. Pero el hombre solo construirá su vida productiva y bendecida en un acto de dedicación a Dios y a su servicio. El descubrimiento de las dichosas probabilidades de tan íntima comunión debe inspirar al creyente a buscar intensamente a Dios.

  1. Anhelando al Dios viviente. Salmos 42: 1-3

El poeta expresa el dolor que lo ha sobrecogido por su deseo de Dios. Con toda belleza el expresa su anhelo de Dios. V.1. Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas; en el calor abrazador del verano, el siervo estira su cabeza tanto como puede buscando en vano el agua que pueda apagar su sed devoradora. Va de arroyo en arroyos y a todos los halla secos, y en su desesperación brama como si rogase al cielo lo que él tanto desea. "Así clama por ti oh Dios el alma mía". El autor levanta su alma en oración buscando y esperando encontrar a Dios, quien es tan deseado como el agua para el ciervo sediento. El hombre que es capaz de expresar así su relación con Dios puede adquirir una fe que es bien fundamental en su vida. La comparación es bien significativa; la urgencia del ciervo por el agua y la necesidad de Dios por el alma expresan bien la necesidad que el ser humano tiene de Dios.

V.2. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; En ese momento de soledad espiritual y de angustiosa necesidad de comunión, el poeta expresa su gran necesidad de Dios. Bien puede ser que su ansiedad crecía por el medio pagano en el cual él vivía, que ignoraba a Dios y no se interesaba por tener comunión con Él. Para él Dios es un Dios vivo y lo que él más desea no es solo llegar a venir ante su presencia, sino ser permitido entrar en contacto cercano a fin de que pueda tener la más íntima y deleitante comunión con Él. Solo el Dios vivo podía conceder ese profundo y vehemente deseo del alma; los dioses paganos no podían hacerlo. Por eso agrega: ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? Esta es la pregunta desgarradora que se usa paralelamente con el bramido del ciervo. Esta experiencia es común a todo ser humano en su vida espiritual. La paradoja es que muchas veces en la experiencia vital, cundo Dios está más cerca, es cuando el ser humano lo siente más lejos y remoto. Los místicos nos dicen que Dios nunca está tan cerca como cuando se siente remoto. La agonía de la sed por Dios es presenciada y oída por Dios mismo. V. 3. Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche; La angustia de su deseo por Dios se agravaba hasta ser un tormento casi intolerable a causa de que también los paganos se reían de él y de su fe. Pero hay algo vital cuando se llora así, no cabe duda de la seguridad que este hombre tenía en Dios; para él Dios era esencial; él no podía vivir sin Dios y sus lágrimas revelan lo mucho que importaba Dios en su vida.

  1. La locura de anhelar a Dios. Salmos 53:1, 2; 139:7

Dios creó al ser humano con personalidad propia y con poderes que puede usar para bien o para mal. Tiene la oportunidad hasta de llegar a negar a Dios, evidenciando así su voluntad, pero no su sabiduría. Sal. 53:1. Dice el necio en su corazón; el poeta va a la raíz misma del mal; y lo hace con la firme y perceptiva captación de la escena humana. Él fija el origen de toda iniquidad en el desconocimiento de Dios, de sus caminos. Solo un hombre necio puede expresar la idea de que no hay Dios. Este no es un tonto mentalmente, sino que le falta más iluminación y que por lo tanto hace afirmaciones impertinentes. Este hombre es necio porque él no sabe que cada hombre no puede huir de la realidad de Dios. No hay Dios; la idea no es la de negar la existencia de Dios. El que dice esto, no es ateo doctrinalmente, sino que lo es desde el punto de vista práctico. Es algo así como si Dios ya no se interesara por lo que pasa en medio de los hombres. No importa lo que aquí suceda, Dios no intervendrá ni para bien ni para mal. Se han corrompido; el desconocer la realidad de Dios termina en corrupción moral, porque esto es resultado de la desobediencia a Dios, la cual lleva a la inhabilidad de hacer el bien. E hicieron abominable maldad; nos gustaría pensar que este juicio solo se refiere a los hombres blasfemos, pero esta excepción no nos es permitida. Aquí hay una apostasía unánime y una impotencia moral de carácter universal. El necio aquí aparece como representante de la humanidad. No hay quien haga bien; esto refleja desde luego, cuán grave es la negación de Dios en los ojos del escritor. Este juicio es hecho no solo de unos cuantos hombres, sino de todos los hombres de su día. Todos han escogido el camino de menos resistencia de dar rienda suelta a sus apetitos y pasiones, desconociendo a Dios en sus demandas.

v.2. Dios desde los cielos miró sobre los hijos de los hombres; para ver si había algún entendido que buscara a Dios; si pensáramos que lo anterior es la idea del poeta nos sería fácil decir que él fue muy severo en su juicio, pero cuando Dios mismo busca un hombre justo y no lo halla, la situación se torna enteramente más seria. Este es el veredicto radical en la inhabilidad de hacer lo recto de acuerdo con la voluntad de Dios, con la cual cada hombre es confrontado.

V.3. ¿A dónde me iré de tu Espíritu? Empezando con la experiencia de la presencia divina, el poeta piensa sobre la omnipresencia de Dios en una serie de preguntas de las cuales esta es una. El mero hecho de la pregunta puesta de esta manera muestra que él ha gastado muchas energías pensando en su relación con Dios. Se da cuenta de lo imposible que es tratar de huir de Dios. No es la mala conciencia del pecador lo que quiere alejarse de Dios, sino la conciencia del mismo poeta, que de esta manera expresa la tendencia innata del hombre en su reacción cuando contempla y entiende la grandeza de Dios. ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Dios no solo nos conoce, sino que Él va donde quiera que vamos. Algunas veces resentimos su presencia con nosotros. Sinceramente oramos que su presencia nunca falte de nosotros, pero en muchas ocasiones como Adán y Eva queremos hallar un lugar para escondernos de la presencia de quien nuestro ser depende.

  1. La respuesta para el anhelo del hombre. Hechos 17:22, 23.

V.22. Entonces Pablo, puesto en pie en medio del areópago; Pablo había llegado allí por invitación y todos estaban muy atentos a lo que él tenía para decirles. Pablo no podía menos que sentir la responsabilidad de anunciar el evangelio. Pero Pablo tenía la ayuda del Espíritu Santo. Dijo: varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; la ciudad estaba llena de objetos de adoración; había altares por todas partes; esto indicaba el bien arraigado deseo de rendir adoración. Pablo los acredita con esa curiosidad religiosa. Porque pasando y mirando vuestros santuarios; en Atenas había cabida para todos los dioses; cada quien rendía su devoción a la divinidad de su predilección. Hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción; había muchos altares a los dioses desconocidos en toda Atenas, y unos tenían inscripciones que describían la divinidad que era venerada en cada altar. Al Dios no conocido; unos seiscientos años antes había habido una pestilencia terrible en la ciudad, que nada podía pararla. Un cretense presentó el plan que se llevó a cabo: se tomó un rebaño de ovejas y se le soltó por todo el areópago, y donde quiera que ellas se acostaban, se les sacrificaba en el altar más cercano; si la oveja descansaba junto al altar de una deidad desconocida era sacrificada al "Dios no conocido". Pablo toma esta inscripción como su punto de partida para su sermón. Al que vosotros adoráis pues, sin conocerle; la intuición que ellos tenían de que tal vez habían dejado una divinidad que no era conocida y la cual debían venerar es la que Pablo usa para desarrollar su exposición. Es a quien yo os anuncio; esa divinidad Pablo la identifica con Dios como creador, y que no puede ser creado quien hizo todo lo que hay. Dios como creador no puede ser representado por objetos hechos por los hombres. Dios además ha guiado y es Señor de la historia de los hombres. Dios ha creado al hombre con la naturaleza que Él anhela instintivamente: la comunión con su creador. Dios además se ha revelado en Cristo para que el hombre no sea más ignorante, sino para que se arrepienta. Dios traerá a culminación la historia de los hombres con juicio sobre todos. Cristo es preeminente como la revelación de Dios atestiguando esto por su resurrección.

Aplicación

La tendencia natural de la mente humana es pensar en Dios únicamente en términos intelectuales, como si Dios fuese una simple palabra de su vocabulario. El hombre busca conocer a Dios su creador, pero su pecadora naturaleza lo aparta de esta experiencia, por lo que Dios debe revelarse para que él lo conozca. Jamás debe olvidarse que existe en la naturaleza humana la idea innata de Dios. Esto es lo que hace diferente al ser humano de todas las criaturas irracionales. Debemos aprender a pensar en Dios con la profundidad de pensamiento y sentimiento que hubo en el salmista. Él dijo: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo". Si en verdad creemos en Dios, debemos tener una profunda conciencia de su realidad, un sincero amor hacia él, y una confianza plena que no se doblega ante cualquier situación.

Aprendamos a dejar que los necios se consuman en su locura; que se burlen como quieran de Dios, que ello no cambiará en lo más mínimo la realidad de su existencia y de su gobierno en el basto universo. Aprendamos a no usar livianamente el nombre de Dios; no lo apliquemos a cosas ni a personas. Él es digno de toda nuestra honra, respeto y reverencia. Hay millares de persona que no conocen a Dios en este mundo; pero hay millares de creyentes que creen en Él y le invocan con devoción. Busquemos cada día en la Palabra de Dios, la Biblia, lo que Él desea que hagamos. Adorémosle con un corazón sincero y una mente sana.