jueves, 25 de noviembre de 2010

“LA SEÑAL DE JONÁS, SÍMBOLO MISIOLOGICO”

SAN MATEO 12:38-42)


38 Entonces respondieron unos de los escribas y de los Fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. 39 Y él respondió, y les dijo: La generación mala y adulterina demanda señal; mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás el profeta. 40 Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. 41 Los de Nínive se levantarán en juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y, he aquí, uno mayor que Jonás en este lugar. 42 La reina del austro se levantará en juicio con esta generación, y la condenará; porque vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y, he aquí, uno mayor que Salomón en este lugar.


 

Nuestros objetivo es que podamos experimentar una mayor seguridad al realizar nuestro trabajo evangelístico y misionero, sabiendo que esta fundamentado en la acción de Dios y en la persona y obra de Jesucristo.

En varios pasajes de las sagradas escrituras, encontramos un peculiar tipo de lenguaje por medio del cual Dios clarifica su propósito de salvación hacia los gentiles. Algunos ejemplos de este anuncio en beneficio de los paganos, están claramente ilustrados en los ministerios de Elías y Eliseo. Ellos ministraron preferentemente a enfermos y a necesitados extranjeros, quienes a los ojos de Israel eran, "la gente no elegida por Dios" (LC. 4:25- 28 CF. Con 1 R. 17: 1 y 8 -16) Por el pasaje que nos ocupa, y por los ejemplos mencionados, todo parece indicar que Israel no podía aceptar esta realidad y por lo tanto, no les había otorgado la debida importancia. Sin embargo, esta actitud de los judíos no debe sorprendernos por que en resumidas cuentas ellos siempre respondían así a la palabra de Dios, tomando lo que les convenía y desechando lo que les era desagradable.

Que interesante es notar que Jesús utiliza esos episodios del antiguo testamento contra los fariseos (santos) y los escribas (sabios). Esa parte de la palabra de Dios que no había entrado en el corazón de Israel y que sutilmente lo había convertido en un pueblo elitista y convenenciero.

I.- la petición de los santos y sabios de Israel: que piden, pide una señal que satisfaga su criterio, una señal que se acople a su propia manera de entender el plan de Dios, piden que Jesús se manifieste como a ellos se les antoja. Piden que les reconfirme en sus propias tradiciones y mandamientos de hombres, en sus propias creencias y posiciones, que Dios les de el si a sus pecados, porque de otra manera, están dispuestos a callar a Jesús a como de lugar. El lenguaje mismo que utilizan demuestra que no les satisfacían las diferentes señales que Jesús había manifestado, si sanidades, ni milagros, ni expulsión de demonios, ni resurrecciones, ni ninguna otra señal, no, ninguna señal era suficiente por que ninguna de ellas se acoplaba a su propio señorío. Por eso, Jesús les reprochaba su posición, porque su posición es blasfema y miserable (para decirlo con ligereza). Esto mismo testifica entonces que Jesús había mostrado señales diversas, de tal forma que ninguno de ellos podía decir acertadamente que Jesús no se manifestó con claridad. La cuestión era más bien, que esa claridad era insoportable para ellos, no podían aceptarla de ninguna manera.

II.- El reproche de Jesús hacia los sabios y santos: por eso es que Jesús se opone a la mentalidad de esos religiosos. A la vez Jesús tampoco permite que ellos le tomen como objeto o trampolín que apoye y ensalce su vanagloria espiritualista. Jesús reprocha, aclara y advierte a aquellos, "el es el señor" "el hijo del hombre", el no necesita que le pidan señal, el no permite que le exijan señales al antojo y con esto, Jesús se muestra punzante, no quiere diplomacias que sacrifiquen su ministerio, no importa el calificativo que por eso le quieran colgar. El, el maestro de profetas utiliza las lecciones que sus alumnos en profecía aprendieron correctamente, ahora las utiliza como ilustraciones de "la verdad de Dios", esa verdad que el mismo ha de manifestar de forma exacta". El, también se vale de la metodología que utilizo en el caso de Jonás: "tres días en el vientre del gran pez" seminario intensivo, solo que a diferencia de Jonás, su programa de estudios no pasa por el vientre de un gran pez sino por el corazón mismo de la tierra (tres días en el sepulcro).

Con esta repetición corregida y enfatizada de la señal de Jonás, el señor abre por completo el entendimiento a la verdad que quiere comunicar, es decir: Jesús en el corazón de la tierra asegura para el día del juicio una gran concurrencia no solo de gentiles condenados y judíos aprobado, sino que además, junto con algunos ninivitas y con la reina del sur como ejemplos de paganos redimidos, se levantara una gran multitud de gentiles testigos de cargo contra la "santa elite" de los que se suponían hijos de Abraham. Así que Jesús habla de su propia experiencia como señal de condenación para los judíos, porque, ¿Cómo podrían aceptar que el iba a morir para librarlos de sus pecados?, ¿Cómo aceptar que estaban perdidos? Y sobre todo ¿Cómo aceptar que los gentiles podían ser salvos si ser judíos? ¡Qué gran señal! Pero a la vez ¡que tremenda ofensa, que blasfemia, que herejía, que atentado contra la santidad de fariseos (santos), contra la sabiduría de escribas (sabios), contra la exclusividad judía!

III.- la señal de Jonás el profeta: ellos piden desde antes el anuncio de la señal de Jonás que Jesús los ponga en su lugar, y sin embargo no se dan cuenta de los que piden. Jesus utiliza el ejemplo de Jonás aunque por siempre Jonás mismo venga a ser el prototipo del profeta rebelde. Así lo siguen considerando los judíos, asi lo consideramos nosotros, asi lo indica el sentido común y sobre todo, asi lo describen las escrituras. De manera que si se le pudiera poner apellido a Jonás, (creemos y para manejar algunas figuras utilizadas para referirse al señor Jesucristo), a Jonás le quedaría el apellido de migajas, Jonás migajas seria su nombre, el cual fue lanzado a los perrillos (como se refiere el señor de los gentiles) de raza asiria (Nínive), a fin de suplir su necesidad, aun cuando aquellos ni siquiera eran conscientes de su necesidad. Por esto mismo, por ser Jonás, Jonás migajas, no se puede comparar con Jesucristo, quien se denomino asi mismo "el pan de vida" y podríamos agregar, "que fue partido por nosotros…. Saciar nuestra hambre" aun cuando nosotros no éramos conscientes de nuestra propia hambre espiritual, con todo, Jesús quizo estar en el corazón de la tierra, y por eso podemos exclamar: ¡Hay algo aquí, mucho más que simples migajas!

Pero si esto resultara ser poco al fin de cuentas, el mismo señor Jesucristo, añade el ejemplo de la reina del sur, aquella que fue atraída por la sabiduría en salomón. Y si el primer punto resulto ser grotesco, esta segunda parte muy bien se merecía la cárcel el exilio, o mejor la muerte, si que se la muerte su castigo, la más horrenda, la que merezca maldición eterna, la muerte en la cruz, si, que muera, porque se atrevió a poner como ejemplo contra ellos.

  1. A una mujer
  2. A una mujer pagana
  3. A una mujer que se atrevía a reinar sobre los hombres. Si que muera Jesús, porque se atrevió a profanar la sacrosanta oración judía: "señor, te doy gracias porque no naci mujer, ni gentil, ni perro".

Al utilizar estos ejemplos históricos de la vida judía, se podría pensar que Jesús glorifica a los israelitas en la persona de Jonás y de salomón, sin embargo, en cuanto al primero se le tiene por profeta, y el mismo señor hablara de los profetas como personajes en contra del pueblo de Israel y al pueblo contra los profetas "Jerusalén, que matas a tus profetas". En lo que respecta a salomón, lo que se enfatiza es el don de sabiduría con el cual Dios le utilizaba, porque si estudiamos la vida del rey salomón llegaremos a la conclusión de que cometió grandes pecados en contra de Dios. De manera que podemos decir que si la sabiduría en salomón fue lo que atrajo y convenció a aquella soberanía, ahora mucho más se puede exclamar, y es lo que creo que Jesús les trata de comunicar a sus oyentes en el pasaje que estamos utilizando: "hay alguien aquí, más que un sabio rey"

CONCLUSION: los ejemplos de Jonás y la reina del sur son testimonios que el señor Jesucristo utilizo para clarificar cual es su posición respecto a los judíos y a los gentiles. Estos ejemplos cuestionaron profundamente la manera de pensar de los religiosos judíos del tiempo de Jesús y pueden decirse que en parte fue por este tipo de ejemplos que Jesús se gano el odio de muchos de sus compatriotas. Los ejemplos de Jonás y la reina del sur nos llaman a confiar en las firmes promesas de Dios para nosotros "los gentiles". También estos ejemplos nos exhortan a predicar aquello que Dios ha querido hacer en todas las naciones. Si Dios quiso comunicar esta verdad por medio de su hijo Jesucristo y después por medio de los apóstoles, ahora, en este tiempo le ha placido entregar en nuestras manos la responsabilidad de predicar el evangelio a toda criatura. "id por todo el mundo y predicad el evangelio". Amén.


 


 


 


 


 

miércoles, 17 de noviembre de 2010

SUMARIO DEL TEMA DE LA SANTA TRINIDAD

Les Thompson

Ya que en nuestros días está muy en boga enfatizar y exaltar la obra particular del Espíritu Santo, tomemos unos momentos para repasar elementos importantes de lo que la Biblia nos enseña acerca de la Santa Trinidad.

Desde la antigüedad, y basándose en la Biblia, la Iglesia de Jesucristo ha establecido que "adoramos a un Dios en Trinidad, y una Trinidad en Unidad, ni confundiendo a las Personas, ni dividiéndolas en cuanto a sustancia"(credo de Atanasio, 325 d.C.). Sólo por revelación bíblica comprendemos que la unicidad de Dios existe en una trinidad de personas. A su vez, esta verdad no es vista ni como irracional ni como tema secundario a la fe cristiana. Es una verdad profundamente incrustada a través de las páginas del Nuevo Testamento (véase a Mt. 28.19 y 1 Co. 12.3-6 como ejemplo).

Es en el Evangelio de Juan que más claramente vemos la relación ínter dinámica que existe entre el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo:

  1. El Hijo es enviado por el Padre (14.24)
  2. El Hijo sale del Padre (16.28)
  3. El Espíritu es dado por el Padre (14.16)
  4. El Espíritu es enviado por el Padre (14.26)
  5. El Espíritu procede del Padre (15.26)
  6. El Hijo está involucrado en ese envío del Espíritu (Él ora para que sea enviado) (14.16)
  7. El Padre envía el Espíritu en el nombre del Hijo (14.26)
  8. El Hijo envía al Espíritu que procede del Padre (15.26)
  9. El Hijo regresa al Padre para que venga el Espíritu (16.7)
  10. El ministerio del Espíritu siempre se entiende como la continuación y elaboración de la obra del Hijo, no como una obra independiente:
    1. El Espíritu traerá a memoria lo que el Hijo ha dicho (14.26)
    2. El Espíritu dará testimonio del Hijo (15.26)
    3. El Espíritu declarará lo que oye del Hijo, para así glorificarlo (16.13-14)

Al hablar del Espíritu Santo hay varias cosas que tenemos que mantener claras:

  1. La unidad de Dios es el concepto básico. Es UN SOLO DIOS, no se trata de la unión de tres entidades separadas. En todo momento y en toda ocasión en que uno actúa —sea el Padre, el Hijo, o el Espíritu Santo— la realidad sorprendente es que los tres están actuando.
  2. La perfecta deidad de cada una de las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo tiene que ser afirmada, puesto que las tres Personas son cualitativamente iguales. El Hijo es divino de la misma manera que lo es el Padre; igualmente lo es el Espíritu Santo —así es que lo proclama la Biblia.
  3. Es frente al concepto de Trinidad que negamos como error que Dios cambia de modalidad (a veces es el Padre, en otras es el Hijo, y todavía en otras es el Espíritu Santo). También rechazamos el "monarchianismo": que considera a Jesús sólo como ser humano, y al Espíritu Santo como una mera influencia divina, y Dios Padre el monarca encima de todo. En cada momento del tiempo pasado, presente y futuro, la Biblia enseña que Dios es una unidad de tres Personas. Siempre mantiene Su perfecta unidad de Un Dios. Porque somos seres unipersonales, nos es difícil concebir a Dios como ser tripersonal; nos cuesta distinguir entre la perfecta naturaleza de Su Trinidad y a la vez comprender Su Unidad. Por ejemplo, en las metáforas de Juan 14 tenemos al Hijo presentado como el camino al Padre, el Padre presentado como el que envía, y el Espíritu Santo presentado como nuestro maestro. Todas son claras distinciones. A la vez leemos en 1 Juan 5.7: "Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo; y estos tres son uno."
  4. La Trinidad nos es un aspecto provisional de Dios mientras trata con todo lo creado. La Trinidad es eterna. Dios siempre ha existido en tres Personas: Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Desde siempre y para siempre seguirá siendo un solo Dios en tres Personas, todos iguales en honor, poder, y gloria.
  5. En Su actividad a favor de nosotros, un miembro de la Trinidad puede aparecer subordinado (y por tanto inferior) a otra Persona de la Trinidad, ya que en la obra de redención cada una de las Tres Personas de la Trinidad ha tenido una función particular que ejercer. Sin embargo, tales funciones han sido propiamente divinas sin que en su esencia cada Persona hubiera cambiado para llegar a ser inferior a las otras. La aparente subordinación ha sido con el fin de cumplir una tarea divina específica. Por ejemplo, el Hijo, al venir al mundo para morir por nosotros, se subordinó al Padre (nada hizo sin la dirección específica del Padre), incluso al punto de muerte y resurrección. Semejantemente, el Espíritu Santo en su presente misión está actualmente subordinado al Hijo y a la voluntad del Padre (véase Juan 14 al 16), pero esto no implique que sea inferior ni al Padre ni al Hijo.

Como punto de análisis final, confesamos que aspectos de la Trinidad siempre nos serán incomprensibles —la finitud simplemente no puede comprender infinitud. Por nuestras limitaciones muchas cosas acerca del Dios Trino se quedarán veladas en misterio. Pero damos gracias por todo aquello que Dios ha querido revelarnos de Su divina Persona, no porque son elementos tan ajenos a nuestra realidad, sino porque nos dan vistazos de la gloria sublime que nos circunda. Atónitos ante tan majestuosa grandeza, nos gloriamos en la realidad de que, por los méritos de Jesucristo, el Trino Dios ha buscado relacionarse íntimamente con nosotros. En consecuencia nosotros podemos reciprocar a tal punto de llamar a Dios, "Padre"; llamar al Hijo nuestro "Salvador" y "Hermano"; y llamar al Espíritu Santo nuestro fiel "Consolador" y divino "Consejero".

jueves, 4 de noviembre de 2010

LA EDUCACIÓN EN LA REFORMA

Daniel García Ibarra

"Creemos en una educación que haga del hombre un ser cada vez más conciente de su transitividad, críticamente, o cada vez más racional"

Pablo Freyre.


Para la gran mayoría de las naciones, por no decir que todas, la educación del pueblo ha ocupado un lugar muy importante. Los gobiernos, unos más otros menos, han desarrollado programas en las diferentes ramas del saber. Con todo, dependiendo de la postura ideológica e intereses del partido político en el poder así son los propósitos que se enfocan en la enseñanza. De aquí surge el pensamiento pedagógico del brasileño Pablo Freyre de una educación para la sumisión, enajenante, que mantiene al pueblo esclavo y explotado; o por otra parte una educación liberadora cuyo propósito es que el individuo tome conciencia de su realidad socio política, económica y cultural, para que luche por ser pueblo libre, dueño de su propia voluntad, y sea agente de cambio para una sociedad más justa.

De acuerdo a las afirmaciones de algunos historiadores, entre otros Juan Fletcher Hurst, "los monarcas que precedieron a Carlomagno eran bárbaros de origen que no apreciaban la literatura clásica. Teodorico era tan ignorante que no sabia ni firmar". Fue hasta el tiempo de Carlomagno que las cosas cambiaron respecto a la educación. El promovió la enseñanza de las letras en todo su Imperio para todas las clases sociales, ordenó que se abrieran escuelas en lugares estratégicos, en particular en las zonas apartadas, rurales y pobres; y que la educación fuera gratuita y dirigida por el Estado. Fletcher anota que este sistema "coadyuvo eficazmente al crecimiento de la Iglesia. La educación bajo este gobernante "extendió sus beneficios a las masas del pueblo".

A la muerte de Carlomagno la situación cambió, "volvió el antiguo estado: el clero asumió la dirección de las escuelas y ceso la gran obra de éstas, se limitaron los estudios preparatorios para las carreras profesionales y disminuyó la educación popular. El Estado quedó privado de la enseñanza pública, y no la volvió a obtener hasta el siglo XV1 cuando empezó la Reforma". El historiador Roland H. Bayton dice que en la época medieval la educación escolar "reforzaba las enseñanzas religiosas y creencias del antiguo paganismo germano. Las enseñanzas en el hogar, la escuela y en la universidad se dirigían enfáticamente hacia el temor a Dios y a la reverencia de la Iglesia". El latín "era el lenguaje de la Iglesia, de la ley, la diplomacia, de las relaciones internacionales, de los eruditos, de los viajes". Con esto, la Iglesia tenía el control de la vida toda. Urgía una reforma global, integral; la cual llegó con la Reforma Protestante del siglo XV1.

Las iglesias urgidas de este movimiento religioso, y el mundo profano reconocen que el cambio tuvo su inicio el 31 de octubre de 1517, fecha cuando el Dr. Marín Lutero, monje agustino, fijó sus 95 tesis-proposiciones- en la puerta de la catedral de la Universidad de Witenberg, Alemania, para discutir sobre el valor de las indulgencias. Importante reconocer que tanto el Dr. Lutero como muchos otros en diferentes partes donde se ubicaba la Iglesia –Católica-Romana-, buscaban solamente un cambio en el credo religioso. Con el paso del tiempo a medida que se consideraban los aspectos de la fe, se dieron cuenta de que la Reforma, por necesidad, debía de darse en toda la vida.

Después de que el reformador agustino centró su pensamiento bíblico teológico sobre la gracia inmerecida de Dios para la salvación y perdón del pecador por la fe en Jesucristo crucificado y resucitado para una nueva vida, enseñaba que también la política, la economía, las leyes, la vida toda, eran objeto de una reforma. Para Lutero la educación debe de llevar a la reflexión para la práctica de una nueva vida; de aquí que también fuera objeto de cambios estructurales y de fondo.

A partir de esta postura ideológica donde quiera que entraba la Reforma Protestante se construían escuelas de enseñanza elemental, secundarias y universidades. Los protestantes que emigraron de Alemania, Suecia, Holanda Inglaterra, Francia etc., fundaron escuelas y promovieron la educación. "La enseñanza de las ciencias y las artes lo mismo que la predicación en el idioma nacional y el lenguaje del pueblo fue más poderosa que los edictos papales que exigían se usara solo el latín". El Papa Juan XXIII, llamado por algunos como el Papa protestante, hizo su gran contribución al introducir la lectura de las Sagradas Escrituras y las ceremonias religiosas en el idioma nacional y popular. Juan Calvino, otro gran reformador, adoptó un sistema de educación para el pueblo. Él "tenía la convicción de que Dios quería que los pastores, profesionistas y todo servidor público fueran bien educados. Fue así como en Ginebra, Suiza, donde él era pastor de la Iglesia se fundó la primera Universidad del mundo.

En conclusión, creo que nuestro gobierno en sus tres niveles, los dirigentes de la educación y los sindicatos respectivos tienen en sus manos la responsabilidad de que toda reforma educativa que se dé, sea en verdad por el bien de toda la población, en particular de las clases más desfavorecidas, y no se llegue a privatizar en beneficio de los sectores de poder.



martes, 2 de noviembre de 2010

CARTA AL APÓSTOL PABLO

Jerusalén, 14 de Noviembre del 49 d. C.

Rev. Apóstol Pablo

Misionero Independiente

Corinto, Grecia

Estimado Sr. Rev. Apóstol Pablo:

Recientemente recibimos una solicitud de parte suya para pertenecer a nuestra empresa misionera. Hemos estudiado detenida y exhaustivamente su caso y francamente, nos sorprendió en grande manera que usted se considere un misionero genuino.

1 - En Primer lugar, se nos ha dicho que usted padece de una grave enfermedad de los ojos, que con toda seguridad es un impedimento insuperable para realizar su ministerio eficazmente. Generalmente exigimos una visión de 20-20.

2 - En Segundo lugar, hemos escuchado que usted en una de sus cartas se ha quejado de que solo la iglesia de Filipos han sido los únicos en apoyar su ministerio económicamente, ¿a qué se debe que el resto de las iglesias no han querido cooperar con usted? ¿Es que hay algunas cosas en usted de las cuales las otras iglesias no aprueban?

3 - Por otro lado, ¿Es verdad que usted tiene antecedentes penales? Algunos hermanos nos han informado que usted ha estado preso en la cárcel de Cesarea por un período de dos años, que ha estado en prisión domiciliaria y que también estuvo preso en Roma.

4 - También se nos informó que usted fue el que causó un gran alboroto en la ciudad de Éfeso, creando una ambiente anti cristianos por todos los comerciantes de esa ciudad. Creemos que en las misiones debemos de estar totalmente alejados de sensacionalismos y situaciones que pongan en desprestigio el cristianismo, especialmente entre los inconversos. Deploramos también su huída de la ciudad de Damasco al haber involucrado a otros creyentes para que lo descolgaran por medio de un canasto.

5 - En una de sus cartas usted se refiere a sí mismo como EL ANCIANO PABLO. Nuestra nueva política de jubilación no contempla sostener a envejecidos empleados.

6 - Su ministerio ha sido demasiado inestable para tener éxito. Primero usted ministró en Asia Menor, después en Macedonia, luego en Grecia, después en Italia y ahora habla de perseguir su sueño irrealizable de ir a España. Consideramos que es más importante aprender a saber ubicarse y establecer prioridades en su vida.

7 - Por último, el Dr. Lucas nos ha dado los resultados de su perfil clínico, nos informa que que usted es un hombre bajo de estatura y muy delgado, bastante calvo, que se enferma con frecuencia y que generalmente se preocupa demasiado por el estado de las iglesias, que duerme muy poco. Se nos ha dicho también que su insomnio lo hace actuar como un demente, pues lo han visto dar vueltas por la casa orando a altas horas de la noche y otras veces en la madrugada. Nuestro Ideal de un misionero es que tenga mente sana en cuerpo sano; creemos que un sueño reparador y tranquilo le proporcionará la energía suficiente que le permitirá levantarse con nuevas fuerzas para realizar su trabajo con eficiencia.

Lamentamos profundamente informarle estimado Sr. Rev. Apóstol Pablo que en nuestra experiencia pasada nunca hemos conocido un candidato que esté tan lejos de cumplir con los requisitos de nuestra empresa misionera. De aceptarlo en estas condiciones estaríamos transgrediendo TODAS las reglas de nuestras políticas misioneras actuales.

Sincera y Respetuosamente

Dr. Mario Cabeza Hueca

Secretario de Misiones Extranjeras.

Anónimo

jueves, 28 de octubre de 2010

“LA HORA DE LA REFORMA”

(ROMANOS 12: 1-2)

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

La palabra reforma es probablemente la más popular en el mundo en el día de hoy. En ella están canalizados los anhelos de pueblos que durante años han estado ansiando una transformación total. Hoy se habla con toda naturalidad de la reforma social, la reforma de la enseñanza, la reforma moral de los pueblos, etc. y en estas reformas están cifradas las esperanzas de pueblos nobles, generosos y amantes de su libertad. Pero hay más, este mismo año como en los anteriores es también el año de la reforma para el mundo protestante. Una figura ciclópea la de Juan Calvino asoma de nuevo su perfil y se convierte de pronto en un personaje contemporáneo, veamos las fechas y los datos. En el año 1509 hace justamente 501 nació Juan Calvino en Noyons Francia. En el año 1559, a la edad de 50 años (es decir, hace 451), Calvino produjo dos obras fundamentales para el protestantismo. La edición definitiva de las institutas, que es el más portentoso esfuerzo realizado por un hombre para dar a conocer a su pueblo las doctrinas de la biblia. Y la fundación de la universidad de ginebra, que vino a ser el impulso inicial de la formidable obra educativa de las iglesias presbiterianas y reformadas por todos los ámbitos de la tierra.

También celebramos un año más de la organización de la iglesia reformada en Francia, el aniversario 452 del primer presbiterio fundado en el mundo. Y otro fiero personaje –Juan Knox- siembra casi al mismo tiempo las raíces de la reforma en su patria con la organización de la iglesia presbiteriana escocesa. Este como cada año, es pues, año de jubileo protestante, cuando la reforma está en todas las bocas y los aniversarios se suceden uno tras otro. Así que, no es exagerado afirmar que esta es la hora de la reforma, y conviene que analicemos paso a paso las implicaciones de esta afirmación. Para ello, comencemos por leer la base y sentido bíblico de nuestros comentarios, por que las experiencias que se relatan en la biblia son reproducibles en todo punto y hora, es decir, que tienen vigencia en cualquier lugar y en cualquier ocasión.

En su carta a los romanos, Pablo escribe once largos y difíciles capítulos de corte teológico y doctrinal. Al llegar al duodécimo, comienza de esta manera: "por tanto yo os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a dios, que es vuestro culto racional. y no os conforméis a este siglo; sino reformaos por la renovación de vuestro entendimiento. Esta doctrina fundamental es la sustancia de la fe. Solo cuando se cree rectamente se llega a obrar correctamente. Por ello, al comenzar el duodécimo capitulo se ofrece el otro lado de la moneda (el de la conducta) y se dice "por tanto". Así que, es la lógica del por tanto. Es como decir: "si es verdad que creemos todo lo que decimos que creemos, debemos actuar en consonancia". La ética no es más que una consecuencia de la teología. El hacer no es más que una derivación del creer.

La palabra clave –creo yo- de este ruego es- mitad consejo, mitad mandato- la palabra reformaos. Es el apóstol Pablo quien dice a los cristianos de Roma: "REFORMAOS". Y la iglesia toma para sí esta palabra fundamental, la hace suya, y la lanza por boca de sus ministros y profetas a los cuatro vientos del mundo. Porque esta palabra fue escrita en el primer siglo, más tiene vigencia en todos los siglos.

"REFORMAOS", dice la iglesia hoy a los que claman por una paz justa y duradera entre las naciones del orbe;

"REFORMAOS, a los que tienen en sus manos el poder y la riqueza;

"REFORMAOS", a los viejos cínicos y a los jóvenes ambiciosos;

"REFORMAOS", a los que viven sin fe y sin Dios;

"REFORMAOS", a los que tienen una fe insípida y un dios intrascendente.

Esta es la hora de la reforma de la mujer y del hombre. Todo tiene que empezar por la mujer y el hombre mismo. Revolución en todos los sentidos, y la revolución bien entendida, es el retorno a la justicia y el orden. La revolución exige caminos, rutas ciertas, soluciones, planes de largo alcance. Nada hay tan lejos de la revolución como la revuelta. Este solo busca la venganza, es un salto en el vacío. Y yo hablo de la revolución que empieza por cambiar al hombre mismo, que intenta transformar su argamasa espiritual y construir los muros de su redención permanente. No podemos olvidar esta verdad: este pueblo se salva definitivamente o se pierde irremisiblemente en el crecer y en el hacer de cada uno de sus hijos. La reforma del País tiene que empezar por el ciudadano mismo. Y ya sabemos por experiencia de uno y mil casos que no hay honestidad verdadera sino existe el fundamento espiritual que solo Cristo ofrece; que no hay verdadera moral si no está basada en las firmes convicciones de la ética cristiana. Que no hay patriotismo verdadero si el ciudadano que se dice patriota no está dispuesto a la entrega sin reservas, al sacrificio gozoso de que solo un creyente puede ser dechado y ejemplo. "oh, hombre – declara el profeta miqueas 6:8, Dios te ha declarado lo que es bueno, y lo que él espera de ti: solamente hacer justicia, y amar la misericordia, y humillarte para andar con tu Dios".

Como consecuencia natural de esta esperanza y estas ansias, afirmamos que esta es la hora de la reforma de la sociedad. Y si esta reforma lleva la impronta protestante, el sello evangélico, la rúbrica bíblica, mucho mejor. Una democracia verdadera necesita ciudadanos realmente libres, y solo son realmente libres aquellos que han roto las cadenas de la esclavitud del pecado y arreglado sus cuentas con Dios. Una democracia necesita también de ciudadanos con desarrollado espíritu crítico y agudo sentido de sus responsabilidades. Solo el ciudadano cristiano cumple cabalmente con estos deberes sociales. Su entera adhesión a la suprema soberanía de Dios por sobre todos los otros poderes y gobiernos de este mundo –"solo Dios es señor de mi conciencia"- le enseña a calibrar. A establecer una bastante exacta escala de valores, a colocar naturalmente las ideas y los deberes en el orden que en verdad les corresponde. En una democracia genuina – que es la que anhelamos en nuestros países – todo hombre respeta la dignidad de los demás, el derecho de los demás, el pensar y el sentir de los demás. Solo donde reina el espíritu de Cristo se puede hallar esta tolerancia que es raíz directa de la armonía y de la paz. En este respeto al derecho ajeno desaparecen las castas, y los privilegios, y los favoritismos, y los abusos, y todo tipo de injusticia.

Esta es la hora de la reforma de la iglesia. Y aquí me refiero tanto a una como a la otra vertiente de la iglesia. Hemos de recordar que uno de los énfasis de la otra reforma, la del siglo XVI fue esta: Que la iglesia de Dios no es una jerarquía de potentados que se pavonean de sus prerrogativas y poderes, sino que es una comunidad de creyentes, de hombres y mujeres unidos por el amor de Dios revelado en Jesucristo y presentado en las escrituras. La iglesia tiene que reformarse en sus enfoques y en su programa, porque de otra manera el pueblo pierde la fe en ella, si es que no la ha perdido ya. Nada hay más peligroso para la iglesia que su propia complacencia, si no hay inquietud, no hay progreso. Y hay iglesias que van perdiendo paulatinamente el sentido de su misión, el empuje de su pasión y la calidad de su proclamación. Tratando de alejarse de la controversia ineludible que hay en todas las cuestiones vitales, la iglesia descubre repentinamente que no tiene importancia ni ante sus propios ojos. Y si hay algo mas muerto que una iglesia que ya no encaja en las necesidades de su pueblo, tendríamos que verlo. Las gentes dejaran de estar interesadas – y con razón – en una institución que no ministra a las necesidades más profundas – y aun desesperadas – de sus vidas. Pero hay que tener mucho cuidado – en medio del entusiasmo que despierta todo llamado a una reforma – de no confundir el propósito con el programa. El programa de la iglesia ha de estar siempre en proceso de cambio, pero el propósito de la iglesia jamás cambia, porque en este propósito van imbíbitos la misión y el mensaje de Jesucristo. El propósito de la iglesia será siempre el de proclamarle como el señor de las vidas y de la historia, porque para eso la iglesia es columna y apoyo de la verdad. Pero este propósito no será más que letra muerta de los cuadernos de la escuela dominical y palabra muerta de los ministros desde el púlpito, si la iglesia toda no es un pueblo escogido y salvado que sirve a otro pueblo descarriado y perdido, en el nombre de Dios, cuyo amor no tiene límites, y cuya piedad no reconoce fronteras.

Hay un cuadro de salvador Dalí, el famoso pintor catalán ya muerto. Y este cuadro lo tituló "la persistencia de la memoria", y en el mismo están representados tres relojes de bolsillo, a los cuales se ha extraído todo el mecanismo interior. Entre las cuerdas y los tornillos, colocados en lugar aparte, pululan toda clase de insectos. Uno de los relojes cuelga, como un trapo, de un árbol seco que se alza al borde del mar. Otro cabalga sobre un animal indescriptible. El tercero, colocado al borde de una mesa, como se ha derretido y licuado, y está a punto de caer al suelo. Son relojes flácidos y desmayados, que representan el curso detenido del tiempo. Son relojes con horarios, minuteros y números dibujados en la superficie, pero no pueden dar la hora, porque les falta el ensamblaje interno. Yo me pregunto si en este instante en nuestro país nos estamos rigiendo por relojes que no representan exactamente la hora que vivimos, porque les falta el mecanismo interior, la dinamo espiritual que es capaz de mover las montañas por medio de la fe.

No basta con tener agujas que señalan y números bien dibujados: la función de un reloj es dar la hora, y dar la hora exacta. Y si sabemos leer las señales de los tiempos, nos daremos cuenta de que esta es la hora de la reforma "Iglesia reformada siempre reformándose". Reformaos por la renovación de vuestro entendimiento. Porque reformar no siempre es innovar. A veces reformar consiste en renovar. Como el caso de los reformadores protestantes del siglo XVI, cuyo interese no era fundar una nueva iglesia, sino volver a la iglesia de los primeros tiempos, renovar la prístina pureza del Evangelio de Jesucristo. Quizás si lo que más necesitamos ahora no es introducir inyecciones de novedad, sino volver a las viejas verdades de que "el que cree en Cristo es una nueva criatura", y de que "esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe".

Cuando estas afirmaciones lleguen a ser realidad sustancial, habrá una verdadera reforma en el hombre y la mujer, en la sociedad, en la iglesia. Y mientras no sea así, todas las otras reformas no serán más que soluciones temporales y circunstanciales. Nuestro país está urgido ahora más que nunca – de la operación reformadora de una iglesia en continua reforma. Cabe aquí, pues, un llamado. "yo os ruego, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional". Porque no hay reforma vital, si no hay sacrificio. Solo por el sacrificio de Jesucristo hay posibilidad de reforma para el hombre. Solo por la entrega de los cristianos presbiterianos a un ideal superior – la gloria de Dios y el establecimiento de su reinado entre los hombres – habrá una patria nueva.

Estoy cada día más convencido de que el llamado profético de esta hora va especialmente dirigido a la juventud, porque este es el minuto de los jóvenes. He dicho el minuto, y me apresuro a repetirlo, porque es solo un minuto, porque es una oportunidad que pasara muy rápidamente y es ahora cuando hay que bregar con ella, en una lucha parecida a la de Jacob con el ángel de Dios. La iglesia – Dios mismo – está llamando a los jóvenes con madera heroica a entregar sus vidas en sacrificio vivo, santo, agradable señor, por amor a esta tierra que nos vio nacer. En manos de jóvenes cristianos han de estar los aperos de labranza que habrán de roturar la conciencia mexicana para sembrar en ella la reforma permanente que dará frutos de victoria.

Oremos: te rogamos, padre amante, que perdones a este pueblo sus desviaciones y sus rebeldías. Que nos enseñes el camino sabio y la conducta limpia. Concédenos el ansia por la constante reforma, pero basada en el fundamento único que es Jesucristo. Bendice a la juventud para que comprenda la magnitud de esta hora y entregue cada uno su vida en sacrificio vivo, santo, agradable a tus ojos. Te lo rogamos en el nombre de Jesús, amen.


martes, 19 de octubre de 2010

METAMORFOSIS (III): REFORMAR LA ENSEÑANZA

Leopoldo Cervantes-Ortiz
 

1. La educación de la fe

Uno de los puntos críticos del debate religioso actual es la posibilidad de que la educación religiosa se legalice y reglamente en países donde se ha impuesto el Estado laico. En Costa Rica, por ejemplo, el gobierno le paga a los profesores de religión en las escuelas públicas, aunque la Iglesia Católica es quien nombra y autoriza a los docentes. Semejante situación, tan desafiante para la laicidad del Estado actual, obliga a replantear las características de la educación en materia de fe. En este aspecto habrá que preguntarse acerca de la responsabilidad de las familias y las iglesias ante el Estado y si éste verdaderamente debería desempeñar un papel en este proceso. Las enseñanzas bíblicas acerca de la interacción entre estas tres instancias se concentran en una crítica de las que van más allá del ámbito familiar, el cual es visto como el lugar privilegiado para la educación en su forma más elemental.

Deuteronomio 6.6-9 (lo mismo que 31.9-13), el capítulo clásico sobre la instrucción para las nuevas generaciones de Israel, insiste en la responsabilidad de que en el seno familiar se establezca sólidamente una enseñanza que hoy podría calificarse de religiosa ("Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho, y enséñalas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes. Lleva estos mandamientos atados en tu mano y en tu frente como señales, y escríbelos en el marco de la puerta de tu casa y en las puertas de tus ciudades"), pero que si hemos de ser honestos no queda más remedio que llamarla "teológica" porque el contenido de esa enseñanza tiene que ver con las características del pacto que Yahvé había llevado a cabo con el pueblo desde la antigüedad en camino hacia una nueva forma de sociedad. Escribe Edesio Sánchez: "...el mensaje central de la Biblia, resumido en el shemá (Dt 6.4.5) abarca tanto la lealtad total a Dios y la justicia social. Eso explica por qué Jesús, cuando se le inquiere sobre 'la palabra más importante en la Biblia' responda resumiendo los dos grandes bloques del Decálogo: preocupación por la fidelidad a Dios y preocupación por el bienestar del prójimo: Ama Dios con todo lo que eres y ama a tu prójimo como a ti mismo (Mc 12.28-34)".[1]

Deuteronomio es un libro para un pueblo en transición, para una generación que debe enfrentar tentaciones y desastres, y "no halla otro lugar más importante para depositar el meollo de la fe bíblica que el hogar".[2] En una época de reformas, cuando el redescubrimiento de la voluntad divina en su palabra fue asumido como el motor para replantear la vida de la sociedad, se expuso la necesidad de volver al espacio familiar como el lugar educativo por excelencia, aun cuando las demás instancias (el Estado y el templo) cumplían ya una función prescriptiva determinante. Ambas advirtieron, desde su responsabilidad propia, que lo más relevante para lo que podría denominarse "enseñanza teológica intrafamiliar" serían los "diálogos pedagógicos" como el que aparece esbozado en los vv. 20-25, en donde la generación anterior ubica históricamente las acciones de Dios y las coloca en el nuevo contexto que le toca vivir a los nuevos integrantes del pueblo que no fueron testigos de las acciones divinas. La lucha profética contra la idolatría tenía que desembocar en la definición familiar de "Dios verdadero" y "culto verdadero", las cuales debían conducir a una serie de prácticas éticas individuales y colectivas como fruto de la genuina reflexión sobre los mandamientos de Dios (teología).

2. Educar y reformar

Catequesis es una palabra con la que estamos familiarizados gracias a algunas de sus derivadas: catecúmenos, catecismo. Estamos hablando de formación cristiana, de educación. Porque la Reforma Protestante retomó el impulso de la Iglesia antigua para contribuir sólidamente a la formación integral de las personas, sobre todo en una época en que la educación sólo llegaba a los núcleos más favorecidos. En ese sentido, la catequesis sirvió como adoctrinamiento y "escuela pública", que no existía como tal hasta ese momento. La lectura de la Biblia y de los documentos doctrinales que comenzaron a circular profusamente marcó a las nuevas comunidades y las transformó en espacios culturales y religiosos en los que el contacto con los textos sagrados funcionaría como una auténtica escuela en todos los sentidos. En este ámbito, la doctrina del sacerdocio universal fue también el trasfondo de los hábitos y prácticas educativas que se establecerían formalmente con el paso del tiempo.

En vida de Calvino, dos fueron los momentos más importantes de este proceso educativo. En el primero, mediante su Catecismo de 1538, como explica J.C. Coetzee, "intentó explicar de la forma más clara y convincente las enseñanzas de su Institutio en palabras más simples y en construcciones más asequibles para la comprensión de los niños. Este Catecismo era el libro de texto para las clases de catecismo de los domingos al mediodía, a las que debían asistir infaltablemente todos los niños con estricta puntualidad, bajo penas civiles impuestas a sus padres, quienes además estaban obligados a impartir enseñanza religiosa en sus hogares".

En el segundo, la fundación de la Academia de Ginebra (en 1559), una institución que puso al alcance de la población los saberes de la época, ciertamente desde una óptica teológica, pero con notoria influencia del humanismo con que este reformador asumió su tarea dentro y fuera de la iglesia. De ese modo, intentó aplicar los avances pedagógicos de la época para que los estudiantes recibieran una formación integral que respondiera a las necesidades del momento.

En la Academia, también conocida como "escuela pública", y en el Colegio o Gimnasio, conocido como "escuela privada", se enseñó Teología, Artes y ciencias seculares. En la Academia, se añadirían Leyes y Medicina. La escuela privada era preparatoria para la escuela pública. La calidad de estas escuelas se llegó a comparar con la que ofrecía La Sorbona en Francia. Coetzee cierra su resumen así: "En la escuela de Calvino el hogar como tal no jugaba ningún papel de control. A los padres se les pedía dos cosas: enseñar a sus hijos los primeros principios de la religión cristiana de acuerdo con el Catecismo y enviar a los niños sin objeción ni descuido a la escuela; si no, estaban sujetos a castigo. Calvino consideraba la educación secular y religiosa como deber de los padres".[3]

De esta manera, Calvino trató de conjuntar en una práctica educativa equilibrada el papel que cada instancia debía desempeñar: el Estado, visto aún como promotor de la fe cristiana, debía crear las condiciones para que el mensaje del Evangelio se expandiera de la mejor manera posible. Actualmente, con la laicidad que debe caracterizarlo, este aspecto se transforma en un respeto básico por las creencias de todos. La Iglesia, especificando su tarea como enlace entre las familias y el Estado, cumpliría su responsabilidad ante Dios mediante una adecuada transmisión de las verdades bíblico-teológicas. La familia, una vez más, según los postulados bíblicos seguiría siendo la depositaria del legado de la fe para preservarlo, transmitirlo y actualizarlo.


 


 

[1] E. Sánchez Cetina, "En la instrucción de YHVH está su delicia. La Palabra de Dios en la Iglesia", en sitio de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, http://ftl-al.org/index.php?option=com_content&view=article&id=110:en-la-instruccion-de-yhvh-esta-su-delicia-edesio-sanchez&catid=15:ponencias&Itemid=46.

[2] E. Sánchez Cetina, "La familia, educadora de la fe", en Jorge E. Maldonado, ed, Fundamentos bíblico-teológicos del matrimonio y la familia. Grand Rapids, Desafío, 2006, p. 83.

[3]
 J.C. Coetzee, "Calvino y el estudio", en Jacob T. Hoogstra, comp., Calvino, profeta contemporáneo. Grand Rapids, TSELF, 1974, p. 228.

lunes, 18 de octubre de 2010

METAMORFOSIS (II): REFORMAR LA ESPIRITUALIDAD

Leopoldo Cervantes-Ortiz
 

Dios y Padre Todopoderoso, en esta vida hemos tenido muchas luchas, danos la fuerza de Tu Santo Espíritu, para que vayamos en medio del fuego y de las muchas aguas con valor, y así someternos a tus reglas, para ir al encuentro de la muerte sin temor, con total confianza de Tu asistencia. Concédenos también que podamos llevar todo el odio y la enemistad de la humanidad hasta que hayamos ganado la última victoria y podamos llegar al bendito descanso que Tu Único Hijo ha adquirido para nosotros por medio de Su sangre. Amén.[1]

Juan Calvino, El libro de oro de la verdadera vida cristiana
 

1. Espiritualidad y sacerdocio universal

La espiritualidad cristiana expresa la forma en que entendemos la relación con Dios y su aplicación a los diversos escenarios que enfrentamos como seres humanos. En ella se dan cita no solamente las prácticas estrictamente religiosas (oración, liturgia, sacramentos) sino que también confluye la manera en que proyectamos el sentido que nos otorga la creencia en la salvación para hacerla visible en todo lo que hacemos. Las personas que dicen que son redimidas asumen toda la existencia de una manera espiritual, esto es, que las acciones de Dios en Cristo son lo más relevante para su vida y presiden todo lo que piensan y hacen. La nueva vida que experimentan se vacía, por así decirlo, en el molde de la espiritualidad.

En los inicios de la Reforma Protestante, estaba en boga lo que se conoció como la devotio moderna (devoción moderna), que intentaba mezclar algunos elementos del humanismo con la práctica individualizada de la fe. Así, promovía el estudio de las Escrituras y, al mismo tiempo, recomendaba una actitud mucho más centrada en las personas por separado hacia las creencias y la religión. Sin duda, esto fue uno de los pilares espirituales de los diversos movimientos identificados con la Reforma, pues con él se buscaba superar los énfasis de la llamada Cristiandad, en la que la religiosidad obedecía a una serie de normas colectivizadas e impuestas como las únicas que permitían a los creyentes acercarse a Dios. Podría decirse que, antes de la Reforma, se practicaba, sobre todo, una religión corporativa, dominada por los hábitos tradicionales que no podían modificarse tan fácilmente. Una especie de manual para esta nueva forma de devoción fue el libro Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis, que expone las bases de la conexión personal con Dios y la necesidad mostrar activamente el amor hacia Él, por ejemplo, mediante la participación sacramental.

Con estos antecedentes, las diversas vertientes de la Reforma insistieron en que cada creyente tenía una responsabilidad personal en el cultivo de su espiritualidad, más allá de las técnicas impuestas para lograr ser "un buen cristiano" algo que, en su momento, sólo se creía posible a través de la mística o de la dedicación para convertirse en "religioso/a", una idea que no ha desaparecido del todo.

Y es que en este terreno, tan básico para la práctica de la fe, también aplica el principio bíblico del denominado "sacerdocio universal" de cada creyente. Si éste desea tener una auténtica relación con Dios, no tiene más remedio que ser su propio sacerdote, es decir, que entre Dios y él o ella no hay más intermediario que Jesucristo. Ninguna persona, así sea la más santa o consagrada, puede interferir o intervenir en esa relación. Ésta es la base más profunda de la espiritualidad protestante: no depender de nadie para tratar con Dios, pues este principio de individualidad de la actitud espiritual surgió precisamente cuando comenzaron a superarse, en todos los ámbitos, las ideas ligadas a la existencia de la Cristiandad.
 

2. Una espiritualidad reformada

La nueva forma de relacionarse con Dios tenía que superar la perspectiva sacerdotal y sacramental o, más bien, complementarla con una sana relación con la Palabra divina. Para lograrlo, había que colocar la fe en un horizonte similar al de los israelitas cuando quedaron lejos de Jerusalén y tuvieron que centralizar el culto alrededor de la Palabra. El surgimiento de la sinagoga fue una auténtica revolución religiosa que proyectó la espiritualidad a un nivel personal y comunitario muy distinto al conocido hasta entonces. La Reforma, as u vez, produjo una espiritualidad más acorde con la nueva situación social y cultural, es decir, ante la irrupción de la modernidad, pues ésta reclamaba una actitud diferente ante Dios y el mundo. La secularización en ciernes serviría para poner en su lugar específico la práctica religiosa como tal, si se quiere seguir viendo así. El NT alude a la necesidad de ubicar la comunión con Dios en un marco ritual y cultural conforme con los valores del Reino de Dios. El apóstol Pedro, comenzando su primera epístola, plantea la necesidad de balancear el mandamiento divino, lo que Dios espera de los creyentes, y la creatividad espiritual, por decirlo así. Con ella será posible estar dispuestos a seguir la orientación del Espíritu.

La espiritualidad, entonces, no deberá depender de las ceremonias externas, como es la tendencia general, sino de la actitud prevaleciente para experimentar la vida de fe de manera cotidiana. Para el apóstol Pedro, el hecho de haber "renacido para una esperanza viva" (1.3) es lo que preside cualquier forma de espiritualidad que merezca llamarse cristiana. Además, de la sublime realidad de "amar a Dios sin haberlo visto" (1.8) surge el desafío para ser "espirituales" en medio de un mundo que no entiende cabalmente en qué consiste la espiritualidad. El v. 13 incluye una serie de exhortaciones que construyen una espiritualidad sana: "ceñir los lomos" del entendimiento, practicar la sobriedad y "esperar completamente" en la gracia. Esta forma de espiritualidad busca siempre "saber qué pensar y qué hacer" en cada circunstancia mediante el ejercicio de una lucidez madura alimentada por el Espíritu (1.22) y por la Palabra (2.2). Estamos hablando de una espiritualidad informada por ambos, por el Espíritu, que nunca irá en contra de las enseñanzas de la Palabra divina y de la Palabra misma. Esta in-formación incluye los elementos básicos de la fe que intenta ser pertinente en cada momento, porque a cada paso, dice el apóstol, nos encontramos con los desafíos divinos y la fe, subraya, debe ser probada "como oro" (1.7), tan valiosa, siempre, y tan frágil es, eventualmente.

Ser santo como el propio Dios, una idea tomada directamente del Levítico (1.16), no consiste únicamente en guardar preceptos sino en asumir la existencia completa como un acto de servicio a Dios y a los demás, a quienes Él no ve como seres extraños, motivo por el cual no hace acepción de personas (1.17). Tampoco en apartarse compulsivamente del mundo y de sus tentaciones, lo que hace que muchas veces no se disfrute sanamente de sus cosas buenas, que son don de Dios. De ahí que los creyentes pueden sentirse a gusto en el mundo porque pueden ver la presencia de Dios en todo lo que les sucede, y cómo su amor se agiganta en cada circunstancia y encuentro con la realidad, en todas las exigencias que reclama para dar testimonio de la salvación en Cristo. Podría decirse que el apóstol Pedro propone no una "espiritualidad de caras largas" o demacradas por el esfuerzo de ser fieles a Dios, sino una espiritualidad feliz, propositiva y creativa que siempre está dispuesta a dar varios pasos más allá de los cánones estrechos de cierta religiosidad prescrita en manuales inoperantes.

Reformar la espiritualidad consiste, entonces, en aprender, cada día, a tomar lo que Dios entrega en su gracia sin falsas esperanzas en las posibilidades cerradas de una humanidad autosuficiente y soberbia. La espiritualidad genuinamente reformada es aquella que le dice a Dios: "Tú has hecho, haces y harás la parte que te corresponde en tu carácter de creador y redentor libre. Ayúdame ahora a hacer la mía, bajo la orientación de tu Espíritu y tu Palabra". Ésa y no otra es la orientación general de la Reforma Protestante para lo que denominamos nuestra "vida espiritual" en la línea de la conclusión de las cartas petrinas: "Mejor dejen que el amor y el conocimiento, que nos da nuestro Señor y Salvador Jesucristo, los ayude a ser cada vez mejores cristianos" (II P. 3.18, Traducción en Lenguaje Actual).


 


 

[1] Texto completo: http://cristianohoy.files.wordpress.com/2009/06/juan-calvino-el-libro-de-oro.pdf.

sábado, 9 de octubre de 2010

METAMORFOSIS (I): REFORMAR LA FE INDIVIDUAL Y COLECTIVA

Leopoldo Cervantes-Ortiz

1. La exhortación a la transformación permanente

"...Sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que conozcáis cuál es la buena voluntad de Dios agradable y perfecta…". Así hemos leído tantas veces en el pasaje de Romanos 12.2, donde el apóstol Pablo exhorta a los creyentes de Roma, a quienes no conocía, a asumir constantemente una nueva visión del mundo, de la vida y de la relación con Dios. De lo que quizá no hemos estado muy conscientes es de que el verbo "transformaos" (RVR 1960), ("cambien de manera de ser", BLA; "dejaos transformar", BTI; "cambien su manera de pensar", DHH) traduce el original griego de donde viene la palabra metamorfosis, más conocida y asociada a ciertos procesos biológicos y hasta a una novela de grandes alcances escrita por Franz Kafka que lleva ese título. Algunas traducciones aplican el criterio dinámico de utilizar más palabras para conseguir que la intensidad del verbo se transmita mejor y así puedas comprenderse más las proyecciones de la exhortación paulina.

Esta palabra, metamorfosis, evoca la necesidad que veía el autor de la epístola de someterse permanentemente a un proceso de cambio mental, espiritual y cultural con el fin supremo de conocer a fondo la voluntad de Dios. Semejante proyecto vital es propuesto como la actitud básica con que debería experimentarse la vida cristiana y, por supuesto, la relación con Dios. Por ello, el famoso postulado Ecclesia reformata et semper reformanda est (Iglesia reformada siempre reformándose), acuñado en los Países Bajos, resume muy bien el espíritu de esta exhortación paulina, pues retoma el impulso para afrontar las realidades presentes con la mirada puesta en las transformaciones que el propio Dios espera que la iglesia lleve a cabo para estar a la altura de sus exigencias.

Hasta aquí todo suena muy bien, porque parecería que las diversas vertientes de la Reforma Protestante asumieron como programa principal la transformación continua de las estructuras eclesiásticas, de sus mentalidades, acciones y proyectos y que esto se ha realizado así desde el siglo XVI hasta la fecha. Esto es completamente falso, porque, lamentablemente, desde los inicios de la Reforma, y con el paso de los años, nunca se establecieron criterios para normar el cumplimiento de este precepto, que ahora sólo es una frase propagandística más para repetir todos los meses de octubre en nuestras iglesias.

La disposición permanente para el cambio en las iglesias debe ser vista como el resultado de la respuesta en obediencia a la acción del Espíritu, quien permanentemente pugna por modificar la mentalidad y actuación de su Iglesia, como se aprecia claramente en las cartas que dirigió en el Apocalipsis a las comunidades del Asia menor, en algunas de las cuales incluso utiliza un lenguaje muy violento para convencerlas de los cambios de rumbo específicos que debían realizar.

Por todo esto, el recuerdo y celebración de los momentos fundadores de las reformas del siglo XVI no debería ser tanto la conmemoración de la obediencia de sus dirigentes y protagonistas, sino también una puesta al día de la nuestra hoy en día, cuando nuevamente somos confrontados con esa exhortación: "Lleven a cabo una metamorfosis en todo lo que hacen".
 

2. Reformar la fe de las personas, individual y colectivamente

El énfasis renovador que movió a los reformadores/as del siglo XVI tuvo como punto de partida circunstancias y coyunturas que se conectaron muy bien con el espíritu de las palabras paulinas. De este modo, para Lutero, por ejemplo, el caso de la venta de indulgencias puso en entredicho varios aspectos de la fe individual y colectiva, pues se sumaron factores que, vistos paso a paso evidenciaban la forma en que la comprensión del contenido de las Escrituras había sido falseado. Veamos:

a)    El papa y sus colaboradores no podían, de ninguna manera, administrar los elementos escatológicos de la fe como bienes materiales, lo que los hacía culpables de simonía.

b)    El destino de los personas más allá de la muerte está única y exclusivamente en las manos de Dios y no puede ser modificado por artilugios materiales y terrenales.

c)      La enseñanza de las Escrituras había sido tergiversada en el sentido de que la representación de Dios en el mundo no podía ser puesta en entredicho por las acciones de los dirigentes de la Iglesia.

d)    Los integrantes de la Iglesia debían recuperar su papel protagónico para reclamar los derechos que la institución religiosa había asumido como propios e inalienables ante los poderes del mundo y más allá de ellos.

e)     La autoridad moral de la Iglesia estaba en crisis, puesto que su estrecha relación con los monarcas de la época (constantinismo) había desnaturalizado su capacidad para exponer las exigencias radicales del Evangelio de Jesucristo.

Por todo lo anterior, se hacía urgente una verdadera reforma, no un reformismo, de las acciones y mentalidades de la Iglesia y de la sociedad, pues ésta se asumía como cristiana en todos sus órdenes, pero no vivía consecuentemente aplicando los valores del Reino de Dios en el mundo y había faltado al principio bíblico de escuchar y obedecer la voz del Espíritu para transformarse en el sentido que Dios deseaba que sucediera. De modo que este pecado, eclesiástico y social, negarse a aceptar las transformaciones impulsadas por el Espíritu, propició que la sociedad acomodara la enseñanza de la Iglesia a sus propios intereses de mantener la situación tal como estaba, cerrando la puerta para los cambios deseados por el Espíritu. Esta lectura teológica que en su momento no fue totalmente expuesta como tal, fue construyéndose sobre la marcha, a medida que avanzaban los diversos movimientos reformadores. Los grandes documentos que se fueron redactando, tales como La libertad del cristiano, de Lutero, o la Institución de la religión cristiana, de Calvino, entre otros, mostraban la necesidad de tomar muy en cuenta las palabras de Romanos 12.1-2 como fundamento del cambio que demandaban las circunstancias para tratar de vivir de acuerdo con las exigencias del Evangelio ante los evidentes signos de descomposición generados por la práctica de la llamada Cristiandad, que era lo que había entrado en una crisis irreversible.

Calvino dedica varias páginas a comentar Ro 12.1-2 y en cuanto al v. 2, utiliza el verbo reformaos para traducir el griego metamorfousthe. Karl Barth explica el mismo versículo así: "Penitencia significa cambiar de modo de pensar. Este cambio de mentalidad es la clave del problema ético, el lugar en el que se produce el giro que apunta a un actuar nuevo. […] Pensar en la eternidad es tener el pensamiento renovado, es cambiar de modo de pensar, es la penitencia".[1] En suma, la Iglesia pudo y puede cambiar y transformarse, renovarse y reformarse continuamente, cuando toma muy en serio esta visión de presente y futuro, esto es, cuando mira la existencia, su existencia, como una subordinación auténtica y radical a los verdaderos planes de Dios. Porque influir o tratar de cambiar la fe individual y colectiva era el reto mayúsculo que enfrentaron las reformas religiosas y sigue siendo el mismo que enfrentamos ahora.



 

[1] K. Barth, Carta a los Romanos. Madrid, BAC, 1999, pp. 511-512.

lunes, 4 de octubre de 2010

LAS 95 TESIS DE MARTÍN LUTERO

Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén

  1. Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.
  2. Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.
  3. Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne.
  4. En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos.
  5. El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.
  6. El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.
  7. De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario.
  8. Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones.
  9. Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad.
  10. Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio.
  11. Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían.
  12. Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición.
  13. Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas.
  14. Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas.
  15. Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación.
  16. Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación.
  17. Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad.
  18. Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad.
  19. Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello.
  20. Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso.
  21. En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa.
  22. De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.
  23. Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos.
  24. Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas.
  25. El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.
  26. Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión.
  27. Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.
  28. Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.
  29. ¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual.
  30. Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria.
  31. Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo.
  32. Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.
  33. Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios.
  34. Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres.
  35. Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia.
  36. Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.
  37. Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.
  38. No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina.
  39. Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición.
  40. La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.
  41. Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad.
  42. Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia.
  43. Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias.
  44. Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena.
  45. Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios.
  46. Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias.
  47. Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.
  48. Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo.
  49. Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios.
  50. Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas.
  51. Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de San Pedro, si fuera menester.
  52. Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda.
  53. Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias.
  54. Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella.
  55. Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante) deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.
  56. Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.
  57. Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.
  58. Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior.
  59. San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.
  60. No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro.
  61. Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.
  62. El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.
  63. Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros.
  64. En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros.
  65. Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes.
  66. Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres.
  67. Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias.
  68. No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz.
  69. Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas.
  70. Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha encomendado.
  71. Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.
  72. Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito.
  73. Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias.
  74. Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.
  75. Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.
  76. Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa.
  77. Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.
  78. Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12.
  79. Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.
  80. Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo.
  81. Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos.
  82. Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante?
  83. Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos?
  84. Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada?
  85. Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia?
  86. Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?
  87. Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias?
  88. Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes?
  89. Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?
  90. Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.
  91. Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían.
  92. Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz.
  93. Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: "Cruz, cruz" y no hay cruz.
  94. Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno.
  95. Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz. (Wittenberg, 31 de octubre de 1517)

viernes, 17 de septiembre de 2010

“UNA INVERSIÓN EN BIENES RAICES”

(Mateo 24: 29-35)

Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, "se oscurecerá el sol y no brillará más la luna; las estrellas caerán del cielo y los cuerpos celestes serán sacudidos". La señal del Hijo del hombre aparecerá en el cielo, y se angustiarán todas las razas de la tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y al sonido de la gran trompeta mandará a sus ángeles, y reunirán de los cuatro vientos a los elegidos, de un extremo al otro del cielo. Aprendan de la higuera esta lección: Tan pronto como se ponen tiernas sus ramas y brotan sus hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Igualmente, cuando vean todas estas cosas, sepan que el tiempo está cerca, a las puertas. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán.

Viajando en cierta ocasión y saliendo del Distrito Federal, cuando sobrevolábamos la Cd. Capital, mi compañero de viaje me dijo señalando hacia los dos colosos volcanes, el Popocatepetl y el Ixtacihuatl coronados de nieve: "y pensar que hace cien mil años no estaban ahí, y dentro de cien mil tampoco estarán". Y comenzó una de las conversaciones más interesantes de las que he sido participe en toda mi vida. El hombre resultó ser un profesor de geología y viajero infatigable, y yo me dispuse, siempre en pose de discípulo, a aprender la buena lección.

Nos parece a nosotros, hombres de una generación que pasamos por el mundo en un periodo brevísimo de sesenta o setenta años, que no hay nada más inalterable que la faz de la tierra. Pero no es así, lentamente pero incesantemente, todo se va transformando, y lo que ahora es, no era así en eras geológicas pasadas, ni será así en los siglos por venir. Que lo que hoy son montañas ingentes serán plácidos valles, los desiertos se transformaran en tierras fértiles, y los bosques tupidos a su vez en páramos desolados. Algunos ríos cambiaran varias veces de curso en los próximos siglos, y otros desaparecerán por completo. Habrá hundimientos y plegamientos de la corteza terrestre, y desaparecerán montañas que el alpinista más arriesgado no puede escalar, y hasta ciudades enteras se hundirán en los abismos insondables de la tierra.

Y eso en lo grande, en lo que nosotros no alcanzamos a comprender, por que se produce en periodos que se cuentan por milenios. Pero si observamos detenidamente, nos asombraremos de cómo también en el mundo de lo pequeño sucede igual. Las lluvias que arrastran tierras y piedras, el batir de las olas que quiebran las rocas, las raíces poderosas que por debajo de la superficie van abriendo nuevas brechas, y hasta los gusanos que horadan las capas vegetales, extrayendo de un lado y depositando en otro, todo ello evidencia que vivimos en un planeta cambiante que nada permanece igual, que todas las cosas pasaran.

Esa misma ley se aplica a la historia de los pueblos y de los hombres, y se obtiene exactamente el mismo resultado.

También en México me asalto este pensamiento cuando visitaba con un amigo las ruinas de Teotihuacán. Sobre la más alta pirámide, construida solo con el coraje de un pueblo inteligente y audaz, sin medios mecánicos auxiliares, y que es un ejemplo de belleza arquitectónica y perdurabilidad; me imaginaba, alrededor de aquellos templos y teocalis, a un pueblo feliz, con sus trajes de brillantes colores y sus maneras sencillas, pero capaz de toda valentía. Ahora, desde lo alto, solo se observan ruinas y desolación, y de los aztecas solo nos queda el recuerdo, y Cuauhtémoc es solo un nombre en las culturas primitivas de América. Porque también pasan los hombres y los pueblos, y esta es una lección que no quieren aprender los hombres corrompidos por el poder y el dinero, ni los pueblos ensorbecidos en el poder de la fuerza bruta. Que ellos también pasaran, y que de ellos quedará solo el recuerdo, y que es mil veces preferible el pensamiento que bendice al odio torvo y la condenación eterna.

Si esto es así, me he preguntado; ¿sobre qué base se realizan las grandes transacciones mercantiles que comprenden tierras, edificios, flotas de barcos, cabezas de ganado, industrias, ferrocarriles?

¿No han pensado alguna vez los ricos del mundo, los poderosos, "que todas las cosas pasaran?" ¿Cómo es posible invertir en algo que está llamado a desaparecer en cualquier instante? Este pensamiento nos lleva de la mano a considerar los tipos de capitales, de bienes y de inversiones que son objeto de estudio por parte de los que se dedican a estas cosas. Que conste: no somos de esos, nada sabemos quizá de inversión de capitales, ni de legislación mercantil; pero si hemos aprendido que los bienes se clasifican en varios tipos.

Por ejemplo, a los que se reparten entre dos esposos que se separan por el divorcio, se les llama bienes gananciales, porque son los obtenidos como ganancia después de la unión matrimonial. Pero quien ha visto absurdo mayor. ¿Quién gana en un reparto de bienes gananciales, cuando se ha perdido lo más valioso, el amor y la confianza mutua, y todo el mundo de ilusiones que se ha venido al suelo estrepitosamente? Están los bienes muebles, los que generalmente se adquieren en ventas a plazos, y vienen a ser propiedad del individuo cuando ya están ajados y deteriorados, y es hora de cambiarlos por otros. Son los que en muchas ocasiones garantizan los malos negocios con los prestamistas, y los que aprovecha Satanás para tentar a los que deslumbra la apariencia de riqueza y la ostentación vanidosa, hay pues una gran genero de males en este tipo de bienes. Y están por último, los bienes inmuebles, los bienes raíces. Esto son los que no pueden trasladarse, los que no se alteran, los que entrañan solidez, permanencia y perdurabilidad.

Sin embargo, el señor Jesucristo afirma, y los hechos lo demuestran, que nada es perdurable, que nada es permanente, que nada es eterno, que "todas las cosas pasaran".

Y este dicho que aparece en el capítulo 24 del evangelio según san mateo, fue pronunciado en relación con la venida del señor, y da la impresión de estar allí encajado como una cuña, a contra pelo y sin sentido de conexión con el resto del discurso. Pero esto no es más que una impresión de pasada, porque es allí precisamente donde cabe la afirmación. La idea de que Jesucristo vendrá otra vez a este mundo, a reinar en gloria y majestad, es una de las grandes afirmaciones del credo apostólico, y la más grande esperanza de la iglesia. Es una idea de expectación, de lo que vendrá, de futuro, invertir, ¿qué es? sino sembrar para el futuro, "todas las cosas pasaran", y una sola excepción se hace: "mi palabra no pasara".

¿Qué misterio es este? ¿Que pretendió Jesucristo con tan atrevida afirmación? ¿Estamos a caso seguros de que todas las palabras que dijo el maestro han sido recogidas en los evangelios? Y si se perdieran todos los evangelios, ¿quien podría recordar una a una todas sus palabras? y la iglesia primitiva que no tuvo nuevo testamento, ¿sobre qué palabras fundó su permanencia y su autoridad? Esta reflexión pudiera turbar a algunos, los que toman literalmente el término palabras, pero el "logoi" del griego pudiera traducirse al español de varias maneras, tal como se hace con muchos otros versos de la escritura. Bien pudiera decirse: "todas las cosas pasaran, pero mis cosas, mis razones, mi lucha, mi misión, mi mensaje, mi obra, es no pasará". Más claro aun; que no pasará, ni dejara de ser jamás, lo que sea parte de la persona de Jesucristo, y beba de su sustancia y se asiente en su poder.

Vamos, pues, a invertir en bienes raíces, pero mucho cuidado; que solo lo son deberás aquellos cuya sabia tiene sabor a eternidad, y no olvidemos que solamente Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y que el que cree en Cristo tiene vida eterna, y que la iglesia de Jesucristo es la columna y el fundamento de la verdad que es en el. Esta es la hora de saber qué hacer con lo que tenemos, con lo que sabemos, con lo que somos.

Estos valores se convertirán en bienes raíces cuando sean clasificados entre las cosas que no pasaran, cuando beban de la sustancia de Jesucristo, cuando confíen solo en su soberana potestad. A la hora de invertir, lo que importa es la inversión de la vida, que es lo que realmente vale, y si la vida no se enraíza en sus tratos ricos en valores del espíritu, donde Jesucristo es el señor, viene a ser como una brizna de paja en el viento, que es llevada de aquí para allá, y no deja fruto sobre la tierra.

¡Cuántas veces, mirando atrás, a los años pasados, y a los hermanos que compartieron con nosotros los años de nuestro principio en el cristianismo, y les vemos ahora cargando el fardo de sus vidas vacías, entendemos la triste realidad! ¡Cuantos que edificaron sus vidas sobre las arenas movedizas de los bienes muebles, en vez de afincarlas sobre la roca inconmovible de los bienes raíces, los bienes eternos, los que no pasaran! No hay, pues, excusa válida, ya sabemos la verdad y hemos de atenernos a ella. No hay tiempo para zigzagueos. Este es el minuto de decidirnos a hacer una buena inversión de la vida y después ni un paso atrás. ¡Ni un paso atrás!