jueves, 22 de marzo de 2012

ORQUESTA SERMÓNICA


"Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba" –Mateo 5:1

Hay sermones elocuentes y tediosos; largos y breves; buenos y malos; políticos y exegéticos; sociales y personales; unos llevan a la acción y otros ponen a dormir. Toda clase de sermones. Seguramente hemos oído nuestra parte de sermones y tenemos nuestra opinión sobre lo que debe ser un sermón. Hay un sermón que no admite comparación; es viejísimo, pero es nuevo; sencillo pero complicado. Se lo ha llamado simplemente "El Sermón del Monte" porque Jesucristo se subió a una colina cuando lo pronunció. Dice la Escritura al fin de este sermón que… "Cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad". Y hasta el día de hoy, cuando la gente oye este sermón, hay admiración por lo que dice y asombro por la forma de decirlo.

Pero ha ocurrido algo muy trágico a lo largo de estos siglos: la gente, mucha gente, se ha tomado la libertad de dar su propia interpretación a este sermón extraordinario. Se lo juzga como ejemplo de oratoria oriental; se lo observa como ilustración de literatura clásica; se lo juzga como colección de sabias sentencias y juicios juiciosos. Esto es una tragedia porque estas palabras de Jesucristo son mucho más que esas trivialidades superficiales. Este sermón encierra Vida Eterna; es voz que viene del cielo; proclama nuevo camino al hombre confuso; muestra derroteros a los vencidos por la vida. Lo que no debe hacerse con este sermón es acuchillarlo, cortarlo y despedazarlo como si fuese una colección de perlas sueltas o eslabones que no están unidos en cadena. No se puede tomar una frase de este sermón y adoptarla como lema, dejando de lado lo demás. No se puede tomar una parte del sermón sin comprender y aceptar su totalidad. Es un sermón que puede compararse con una orquesta. Un solo instrumento por sí solo produciría muy mala música, pero todos los instrumentos juntos producen una sinfonía maravillosa que deja embelesado al oyente. Es una ORQUESTA SERMÓNICA –un conjunto de enseñanzas estupendas que no deben separarse unas de otras sino que deben interpretarse a la luz de las demás.

Se habla de muchas cosas en este sermón. Se habla de quiénes son bienaventurados, de costumbres idealistas como arreglar los problemas personales antes de ir a los tribunales y pedirle al juez que lo arregle; define el adulterio como algo que brota, nace y se consume en el pecho humano; ordena amar al enemigo, caminar dos millas con el que pide una y darle la capa al que roba la túnica; dice que la gente debe hacerse tesoros, no en los bancos de la tierra sino en los recintos del cielo. Muchos sabios consejos y sobresaliente sabiduría. Pero, ¿es para todos esa riqueza moral? Esa es la primera pregunta que nos debemos hacer al ver esta joya de sermón. Hay quienes piensan que estas palabras de Jesucristo son para todos, sin excepción, y que si todos obedeciesen estas leyes del reino de los cielos tendríamos el cielo en la tierra. Otros piensan que Jesús pronunció estas palabras para una clase muy especial de gente, representada por los judíos de su tiempo, con quienes quiso establecer un reino nuevo en la tierra. Cuando los judíos rechazaron estas propuestas de Cristo, Dios las retiró de circulación, las tiene ahora conservadas en algún rincón del cielo y tal vez más tarde se decida a lanzarlas nuevamente sobre la tierra y hacer que venga su reino. Todo esto es opinión humana, por supuesto, y no se le debe prestar gran atención.

Hay que resaltar que, no pueden estas palabras de Cristo ser para todo el mundo porque distinguen ellas entre dos clases de gente ciertamente distintas. Dice, por ejemplo: "Cuando ores, no seas como los hipócritas" –vemos que el sermón admite dos clases de gente, por lo menos. Tampoco puede aceptarse eso de que estas leyes del reino de los cielos se hayan congelado para un tiempo más propicio. Si esto fuere cierto, no serían los creyentes luz del mundo ni sal de la tierra; no podrían jamás hacer la oración modelo y decir: "Padre nuestro, que estás en los cielos". Además, no hay una sola cosa en esta orquesta sermónica que no se encuentre también en otras partes de la Sagrada Escritura y si esto es así ¿por qué quitar una parte y no las demás? No, no es en alguna otra dirección que debemos marchar si hemos de disfrutar de esta orquesta sermónica.

Debemos en primer lugar, reconocer que el reino de Dios es espiritual. Esto es muy importante porque cada dos por tres en la historia surgen estos mesías que quieren identificar el reino de Dios con los reinos de esta tierra. Los judíos de la antigüedad lo hicieron y fue por esa razón que rechazaron al final al Cristo de Dios. Anhelaban un general de espada brillante y sombrero florido; y soldados y victorias, y ruinas romanas. Cuando se dieron cuenta que el reino de Jesucristo era distinto, lo abandonaron y al fin lo persiguieron. También en otros casos en la historia se han hecho estas cosas que tergiversan la enseñanza divina pero muestran la insensatez humana: reyes que representan a Cristo, naciones que se dicen ser cristianas y rechazadas que levantan el estandarte de la cruz mientras matan a mansalva y destruyen y se sacian solo con la sangre del prójimo. El reino de Dios no es cosa militar ni terrenal, ni política en primer término sino espiritual. Eso es lo que este sermón de Jesucristo deja ver a quien escucha sin prejuicio; hace ver que este reino está en el hombre, que bienaventurado son los pobres en espíritu, los pacificadores y los que padecen persecución por causa de la justicia. Una vez entendido este aspecto, será mucho más fácil escuchar esta sinfonía maravillosa.

En segundo lugar, debemos saber otra cosa. Este sermón de Jesucristo demuestra a las claras algo que la Biblia enseña también a las claras. Tal vez alguien jamás supo de esto, pero es bueno que lo sepa porque de ello depende su eternidad. El hombre, a raíz de su pecado, es incapaz de vivir para la gloria de Dios; no puede caminar derecho en senderos derechos; es egoísta y, por eso, no puede ni quiere amar y servir a Dios o a su prójimo. Es totalmente incapaz de hacer lo bueno. Necesita ser transformado, "nacer de nuevo" dice la Biblia. Esto es algo sumamente difícil para el ser humano. Nació una vez pero no puede entender eso de nacer de nuevo. Sin embargo, debe suceder. El sermón predilecto de Jesucristo demuestra sin lugar a dudas la necesidad absoluta de este nuevo nacimiento. Es literalmente imposible para el ser humano el empezar a comprender los distintos elementos del sermón de Jesucristo, y mucho más ponerlos en práctica. Si se desea aceptar el Sermón del Monte como guía para la existencia, se debe primero nacer de nuevo, obtener nuevo corazón. Es insensatez indescriptible suponer que alguien pueda vivir según las leyes del reino de Dios sin ser súbdito de ese reino, vivir eternamente sin haber llegado a ser cristiano primero.

Hay otro aspecto de esta orquesta sermónica que debe notarse; cuanto más se pone en práctica lo que enseña, mayores bendiciones se reciben y se siembran. Se habla de ser llenos del Espíritu Santo como si eso fuese el objetivo primordial de la vida humana. Este sermón de Jesucristo es mucho más práctico. Se limita a las experiencias de cada día, al aquí de la vida, al trajín cotidiano. Según Jesucristo son los que tienen hambre y sed de justicia los que serán saciados, llenos o satisfechos. Habla de ser luz en un mundo de tinieblas, es decir, posición de liderazgo para una humanidad que solo pueda tantear su camino incierto. Tremenda orquesta este sermón de Jesús. Muchos instrumentos y conmovedores sonidos. Pero el impacto es claro, en este sermón podemos ver lo más importante en la vida humana: cómo puede el ser humano vivir en la presencia de Dios su creador. Este sermón enseña a caminar en la presencia del todopoderoso; si alguien quiere vivir cerca de Dios, tendrá que vivir la vida que se describe en él. Si se quiere vivir para la gloria de Dios, que fue la intención inicial de Dios, deberá prestar atención a este sermón. Y si recordamos que un día habrá un juicio general, lo mejor sería examinar este sermón. Pudiera resultar en vida eterna y vida plena.


________________________________
La Hora de la Reforma –Reforma Viva