sábado, 25 de abril de 2009

¿Está La Misoginia presente en el pensamiento de Juan Calvino?


"Por muchas razones no es bueno que la mujer estudie y sepa tanto" JEAN-BAPTISTE POQUELIN MÒLIERE (1622-1673) Dramaturgo francés.
"Emancipar a las mujeres es corromperlas" HONORÉ DE BALZAC (1799-1850) Escritor francés.
Probablemente el título provocará que muchos de los lectores se rompan las vestiduras y se vistan de cilicio, ya que es inimaginable que al insigne reformador, a quien se usa como parapeto de muchas anomalías y barbaridades teológicas se le acuse de este defecto no tan encomiable. Es cierto, estamos celebrando el gran jubileo de su nacimiento y teniendo muchas jornadas teológicas en todo el mundo reformado. Bueno, uniéndome a esta gran celebración de 500 años de su nacimiento, y apelando a la unidad en la diversidad concurro ante vosotros con esta motivación a la reflexión.
No expondré nada extenso, ni trataré de condenarlo por sus conceptos contextuales históricos respecto a la mujer, sino que solo trataré de ser acicate para una concienzuda lectura de lo que verdaderamente pensaba Juan Calvino respecto a la mujer en la vida de la iglesia. Solo basta leer su comentario a las epístolas pastorales y entenderemos cual era la posición de nuestro gran maestro y teólogo respecto al sacerdocio femenino. Basta con estudiar uno de sus sermones de resurrección y veremos lo despreciativo de su pensamiento en sus interrogantes al pueblo de por qué a las mujeres se les da, no el privilegio, ni la bendición de llevar el mensaje del Cristo vivo, sino que estas son usadas como “entes no tan inteligentes” para avergonzar a los “muy inteligentes” pero cobardes hombres (llámeseles discípulos) que le habían abandonado en los momentos más difíciles. Y qué me decís de su expresión al comentar el v.12. de 1 Tim.2: Porque no permito a la mujer enseñar. “No es que les prohíba enseñar a su familia, sino que únicamente las excluye de la misión de enseñar, la cual Dios ha encargado únicamente a los hombres”.
Y agrega: “Sobre este tema ya hemos dado nuestro punto de vista en la exposición de la Primera Epístola a los Corintios- (La cual sería conveniente estudiar también). Si alguno, a manera de objeción, presentase a Débora (Jue. 4:4) y a otras de la misma clase, de quienes leemos que en una ocasión fueron designadas por mandato de Dios para gobernar al pueblo, la respuesta es fácil. Los actos extraordinarios ejecutados por Dios no echan abajo las normas ordinarias de gobierno, por las cuales Él ha decidido sujetarnos. Por consiguiente, si las mujeres en una ocasión actuaron como profetisas y maestras, y cuando también en forma sobrenatural fueron escogidas para ello por el Espíritu de Dios, Aquel que está por encima de toda ley pudo hacer esto; mas siendo un caso peculiar, ("Porque es un caso peculiar y extraordinario."), no se opone al constante y ordinario sistema de gobierno. Pablo añade —lo cual está íntimamente ligado al oficio de enseñar—: ni ejercer dominio sobre el hombre, pues la verdadera razón de por qué se les prohíbe enseñar, es que no les está permitido por su condición. Ellas están sujetas, y enseñar implica una posición de autoridad y poder. Sin embargo, podrá pensarse que este argumento no tiene mucha fuerza; porque aun los profetas y los maestros están sujetos a los reyes y a otros gobernantes. Yo respondo que no es absurdo que la misma persona mande y obedezca al propio tiempo, cuando se le observa en diferentes relaciones. Mas esto no se aplica al caso de la mujer, quien por naturaleza (es decir, por la ley ordinaria de Dios) ha sido formada para obedecer; porque la gunaikokratia, (el gobierno de las mujeres) ha sido siempre considerada por todas las personas cuerdas como algo anormal; y, entonces, por decirlo así, habrá un revoltijo de cielos y tierra, si las mujeres usurpan el derecho de enseñar. Por consiguiente, Pablo ordena que se estén "quietas", es decir, que se mantengan dentro de su propio oficio. ("Él ordena, pues, que se mantengan en silencio; es decir, que se guarden dentro de los límites de su condición y de su sexo.").
En el mismo capítulo trata a la mujer como “un ayudante inferior”, como su argumento firme de que, “y porque desvió a su esposo del mandato de Dios, era correcto que quedase privada de toda libertad y colocada bajo un yugo”. “…Con estas palabras Pablo no dice que Adán no fue enredado por el mismo engaño del diablo, ("Que él no cedió a ninguna persuasión del demonio."), sino que la causa u origen de la trasgresión procedía de Eva”.
1 Tim.2:15. Pero se salvará... “La debilidad del sexo hace que las mujeres sean más suspicaces y tímidas, y la afirmación precedente podría alarmar y aterrorizar grandemente a los cerebros más fuertes… Esto podría causar el efecto (como ya dije) de infundir el terror en la mente de las mujeres, ("Era apropiado para desanimar a las mujeres, y meterlas en desesperación".), cuando ellas fuesen informadas de que la destrucción de toda la raza humana era atribuida a ellas…
Vamos, no os enojéis y considerad lo que digo a la luz de los escritos y el buen razonamiento del pensamiento teológico reformado. Considerad que el calvinismo nos ha llevado a dar pasos agigantados en el quehacer bíblico y teológico, así como el despertamiento de nuestra identidad reformada. Esta breve introducción lleva el propósito de provocaros y ser un poco precavidos en cuanto al manipuleo del pensamiento de Juan Calvino, ante quien presento mis más sinceros respetos por su erudición bíblica. Recordad que está en plena consonancia con el carácter propio de la Iglesia Reformada el que procuremos reconsiderar nuestra labor teológica a la luz de la revelación sagrada, pues es de allí de donde brota.
Si nos atrevemos a llevar el título de “ecclesia reformata Semper reformanda”, si creemos en la gran tradición de las iglesias reformadas según la cual la reforma no es algo que se hace simplemente una vez y luego se da por concluida, sino más bien que la iglesia debe en cada generación estar lista a someter su tradición bajo el juicio de la Palabra de Dios, entonces estaremos plenamente de acuerdo en que el trabajo nuestro no es una excepción a esta regla. Degustad pues mi humilde introito y que nuestro buen Dios con la luz de Su Espíritu nos ayude a salir de los grandes atolladeros en los que no con mucho valor nos hemos metido. Venga pues, disertemos y que sea un buen ejercicio espiritual para mí y para vosotros.