La necesidad más urgente de las iglesias en la actualidad, como siempre, no consiste en la reparación de su organización o en la añadidura de nuevas partes a la maquinaria, sino en la infusión de vida abundante.
Cuanto más se distingue una iglesia por fe inquebrantable y piedad vigorosa, se distingue también por su organización sencilla. En cambio, cuanto más raquítica es su confianza en Dios y pobre su fuerza espiritual, tanto más numerosas y complicadas son sus invenciones para sustituir el poder perdido.
Señal cierta de vida en decadencia en las almas de los creyentes es la indebida manipulación de leyes, reglamentos y organizaciones de esto y de lo otro y de la tendencia a manifestaciones pomposas. "La nuez Vacía es la que hace más ruido".
Por tanto, el principal cuidado del ministerio, debe consistir en hacer todo cuanto sea posible para alimentar al rebaño y fomentar la vida espiritual de la grey del Señor, siendo nuestro ministerio puro en doctrina, sin ofensa en la vida, perfectamente provisto para toda buena obra y palabra, a fin de que se salve toda la congregación de los halagos y engaños de una era de dudas y de lujo, en que las múltiples formas de los deseos de la carne, de los deseos de los ojos y de la jactancia de la vida extravían a tantas almas incautas e inestables.
