"Levantándose muy de mañana, aún muy de noche, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba". Marcos 1:35
Si Cristo, según las Escrituras, es Dios, ¿cómo podía Dios orar a Dios? Dirá alguien. La contestación es sencilla. Si las Escrituras nos presentan a Cristo como a Dios, nos lo presentan también como hombre; hombre igual a nosotros excepto el pecado; hombre que sentía fatiga, cansancio, hambre y sed, y más que ningún cristiano, "los dolores" de la humanidad. Por tanto, Cristo ora como hombre, no solo para darnos ejemplo, sino por sentir necesidad de hacerlo.
Nuestro texto, como se ve, contiene detalles que, al parecer, son de menor importancia; pero estamos seguros de que en la vida de Jesús, no hay detalles que sean de menor importancia. Notemos, pues, cuándo, dónde y cómo Jesús ora, y aprendamos del maestro de los maestros.
I. ¿CUÁNDO ORA JESÚS?
A esto contesta la Escritura que:
a) Siempre, desde el principio de la carrera terrestre hasta el último suspiro en la cruz; conforme a la doctrina: orad sin cesar, lo que por supuesto no quiere decir sin interrupción.
b) "Muy de mañana…aún muy de noche"; después del descanso, habiendo recuperado las energías perdidas en un día de duro trabajo. La mejor hora, pues, para la oración, es la mejor hora del día. Recordemos que los eminentes siervos del Señor, en todo tiempo, han imitado al maestro en este punto.
c) Especialmente en ocasiones de importancia suprema: cuando iba a dar un paso extraordinario en la vida (Luc.6:12,13; 9:28); cuando estaba extraordinariamente ocupado (Marcos 1:32-37; Mateo 14:23); cuando preveía tentación (Marcos 14:32-42); en la hora de la muerte, ya que murió orando (Lucas 23:34,46).
II. ¿DÓNDE ORA JESÚS?
En todo lugar, pero sin embargo, fijémonos en que las escrituras mencionan lugares evidentemente preferidos o escogidos para orar. Notemos:
a) Que, según el texto, "salió y se fue a un lugar desierto", y no sin causa se apartó así, aún de los íntimos, yéndose lejos del bullicio del pueblo.
b) Que, según otros textos, solía apartarse al monte a orar a solas (Mat.14:23) y a veces llevaba a los discípulos consigo (Luc.9:28). Quien no haya experimentado la ventaja de imitar al maestro en esto, se verá gloriosamente recompensado si adopta su ejemplo.
c) Que Cristo, que recomienda la oración tras puerta cerrada, también oraba delante de la multitud (Luc.23:34).
III. ¿CÓMO ORABA JESÚS?
La respuesta a esta pregunta puede deducirse de nuestro texto:
a) No ora indiferentemente o cabeceando quien se "levanta" para orar.
b) No ora sin recogimiento y devoción quien se aparta a lugar desierto para orar.
c) No ora sin fervor quien empujado por la necesidad se levanta tan temprano para orar.
d) No ora sin fe y confianza quien emplea la mejor hora de la mañana para luchar con Dios en oración, negándose un reposo agradable.
CONCLUSIÓN
Medítense los puntos indicados… La imitación del ejemplo del Señor será grandemente provechosa sin duda ninguna.