martes, 10 de abril de 2012

LA NATURALEZA DE NUESTRA RESURRECCION

1 Corintios 15:20-45
 
El concepto de que una persona está compuesta por partes no es aceptado por la teología de Pablo. Dado que la persona es un ser integral y dado que vivimos en la esperanza de una resurrección integral, ¿cómo debe este pensamiento influir en nuestra vida aquí en la tierra? ¿Cómo afecta el concepto generalizado de la muerte la verdad de una resurrección corpórea? ¿Qué dice Pablo acerca de una manera cómo podemos estar seguros de la resurrección y de un cuerpo glorificado?

En el pasaje bíblico Pablo afirma el hecho indisputable: ¡CRISTO RESUSCITO! Jesús es, por tanto, el primero de una multitud innumerable de personas que resucitarán de los muertos. Pablo señaló el contraste entre Adán y Cristo. "En Adán todos mueren", la humanidad está sujeta a la muerte. "En Cristo todos serán vivificados", su resurrección es la garantía de la resurrección de la humanidad. En los versículos 35-45 el apóstol apela a la naturaleza para mostrar lo razonable de la esperanza que tenemos de una transformación que debe acompañar nuestra resurrección por medio de nuestro Señor Jesucristo.

I. La certeza de la resurrección de Cristo, 1 Corintios 15:20 al 22.

Estos tres versículos son una conclusión de los versos anteriores. Los versículos 3 y 4 contienen un resumen del Evangelio: la muerte de Jesucristo por nuestros pecados, su sepultura y su resurrección al tercer día. En los versos 5 al 10 Pablo menciona algunas pruebas de la resurrección al expresar "Apareció a quinientos hermanos…" y en los versículos 11 al 19 contesta a los que dicen que "no hay resurrección de los muertos" diciéndoles que toda su religión es falsa. Pero en seguida reafirma la resurrección de Jesús. "Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos" (v.20). Pablo sabía que Cristo había resucitado; lo había visto (v.8). Quizá no hay otro hecho histórico mejor establecido que la resurrección de Jesucristo. Al no aceptar como hecho la resurrección de Cristo el sistema doctrinal del cristianismo cae, como Pablo ha explicado; al aceptar esta doctrina, las demás doctrinas cristianas son razonables. "Primicias de los que durmieron es hecho"; primicias era un término que todo judío entendía. Tenían una fiesta anual cuando traían al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de su siega (Levítico 23:10). Así como esta primera gavilla representa la cosecha completa, la resurrección de Jesús es garantía de la resurrección de todos los que han muerto en El. "Porque por cuanto la muerte entró por un hombre" (v21). La muerte entró por Adán, quien desobedeció a Dios en el huerto de Edén. "También por un hombre la resurrección de los muertos"; claro es que este "un hombre" fue Jesucristo. Cuando Jesús venció la muerte, abrió una puerta por la cual todo hombre puede tener la esperanza de la resurrección. "Porque así como en Adán todos mueren" (v22). Es un hecho innegable que todo ser humano nacido de mujer, menos Jesucristo que es Dios-hombre, ha dado evidencia de la depravación; y los hombres han muerto, excepto aquellos que el Señor llevó al cielo de una manera especial (Enoc y Elías). "También en Cristo todos serán vivificados", El levantará a la vida toda la familia humana, pero aquí el apóstol tiene ante la vista especialmente la resurrección de los justos.

II. La certeza de la resurrección del cuerpo del hombre, 1 Corintios 15:35-45.

V.35 "Pero dirán algunos: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?"; Después de probar el hecho de la resurrección, Pablo procura contestar la pregunta en cuanto al cómo de la resurrección. Trata, bajo la inspiración divina, usar palabras y pensamientos finitos e ilustraciones de la naturaleza para expresar ideas y conceptos infinitos acerca de la resurrección.
"Necio"; las palabras "dirá alguno" en el v.35 indican que Pablo no se dirige a alguna persona en particular. Dice, en efecto, que el necio no es quien cree en la resurrección, sino el que no cree en ella. He aquí el argumento: "Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes"; la maravilla de la resurrección se demuestra miles de veces cada día en la siembra y la siega. La semilla que se planta tiene que morir para vivificarse y dar su fruto. "Lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo" (v37). Pablo llevó al interrogador al reino de la naturaleza usando la ilustración del grano desnudo que se siembra, que muere, y que no obstante vuelve a salir. Este grano desnudo que sale a la vida otra vez, no sale con el cuerpo con el que fue sepultado en la tierra, sino con un nuevo cuerpo. "Pero Dios le da al cuerpo como El quiso, y a cada semilla su propio cuerpo" (v.38). Las semillas de trigo, por ejemplo, parecen ser iguales y, cuando están sembradas y brotan, las plantas que resultan son muy semejantes, pero no exactamente iguales en tamaño, la cantidad de grano que producen, etc. ¿Por qué? Porque Dios tiene dominio sobre la naturaleza y da el cuerpo a cada semilla como El quiere. Asimismo, por la soberana gracia de Dios, el cuerpo del creyente en la resurrección será lo que Dios quiere.

III. Lo razonable de la transformación en la resurrección

En los versículos 39 al 41, con los ejemplos de (1) las diferentes clases de carne, (2) los cuerpos en el cielo y en la tierra y, (3) los cuerpos celestiales (el sol, la luna, las estrellas), el apóstol trata de hacer razonable el cambio que se efectúa en el cuerpo humano en la resurrección. "No toda carne es la misma carne" (v39); hay muchos que no pueden ver la diferencia corpórea entre animales: para ellos todos son una masa grosera de carne y sangre. Pero hay gran diferencia. El cuerpo del hombre, de la bestia, de los peces, y de las aves es, en cada caso, lo que demanda su ambiente y sus funciones. El más intrincado y desarrollado de todos los cuerpos es el del hombre. "Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales" (v40); puesto que Pablo se refiere en el verso 41 al sol, la luna y las estrellas, es probable que "cuerpos celestiales" no se refiere a aquellos. Es más probable que el contraste está entre el cuerpo que el hombre tiene en esta vida y el cuerpo de los ángeles, o quizás entre el cuerpo que tenemos ahora y el que tendremos después de la resurrección. La inferencia es que el cuerpo celestial es más glorioso que el cuerpo terrenal; en una palabra, es superior al cuerpo terrenal. Esta diferencia en gloria se ilustra comparando los cuerpos luminosos que Dios ha puesto en el cielo. El sol emite más luz a la tierra que la luna, y la tierra recibe más luz de estos dos cuerpos que el que recibe de las estrellas. Aun entre las estrellas hay diferencia en gloria. Algunas son más grandes y emiten más luz que otras. "Así también es la resurrección de los muerto" (v42); en los versos anteriores el apóstol ha tratado la importancia de la resurrección para el creyente. Ha declarado que los creyentes serán levantados de la muerte por el poder de Cristo, e introduce la cuestión de la naturaleza del cuerpo que tendrán los resucitados. La conexión es como sigue: como hemos visto una gran variedad de formas arriba y abajo, hay abundante lugar para modificaciones de todas clases en el cuerpo humano; y el sacar, de la condición mortal del cuerpo humano, la conclusión de que no puede éste sufrir transformación ninguna, no deja de indicar gran estrechez de juicio. "Se siembra en corrupción" se refiere al estado del cuerpo una vez sepultado en la tierra. "Resucitará en incorrupción"; habiéndose cambiado por completo, no poseyendo ya ni un vestigio de corrupción. V.43 "Se siembra en deshonra"; haciendo el apóstol referencia de nuevo al cuerpo muerto. "Resucitará en gloria"; lo opuesto a la deshonra, habiéndose operado un cambio radical en el mismo cuerpo que se sepultó. "Se siembra en debilidad"; la flaqueza de la carne que no pudo resistir a la muerte. "Resucitará en poder"; la potencia de una vida nueva, eterna, espiritual, impartida por Dios mismo; nunca sufrirá más pena, ni enfermedad, ni muerte. V.44 "Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual"; es cierto que el cuerpo es animal; pero el hombre es espíritu, alma y cuerpo (1 Tes.5:23). El cuerpo que Dios da al resucitado es cuerpo espiritual y no carnal que se corrompe. "Hay cuerpo animal y hay cuerpo espiritual"; si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. V.45 "Así también está escrito: fue hecho el primer hombre Adán alma viviente"; esto es, fue dotado de un alma animal, el principio viviente de su cuerpo. "El postrer Adán, espíritu vivificante"; Cristo es el postrer Adán, el cual en efecto se manifestó como espíritu viviente después de su resurrección. El primer Adán tiene vida; el postrer Adán comunica vida. "Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida" (Juan 5:21).

Resumen:

Resumiendo en palabras de G. Campbell Morgan, diremos que el apóstol enseña que en la resurrección habrá continuidad de personalidad, pero cambio de cuerpo; esta verdad está ilustrada de manera admirable en los relatos de los Evangelios que se refieren a Jesús durante los cuarenta días que siguieron a su resurrección. Los leemos, y decimos que no podemos entenderlos, y decimos la verdad. Pero si basándonos en nuestra falta de entendimiento rehusáramos creer en los hechos, el apóstol se dirigiría con toda seguridad a nosotros en la misma forma en que se dirigió al interrogador imaginario, llamándonos necios. En este caso también, lo que no conocemos ahora lo conoceremos después; entre tanto, somos llamados a reconocer que el concepto de la resurrección armoniza con las leyes del universo, desde el grano desnudo que arrojamos al surco, hasta los esplendores variados de los espacios estelares.

Aplicación:

La resurrección del cuerpo del creyente, es la suprema manifestación del amor de Dios y de la salvación. La resurrección de Cristo es el fundamento y garantía de nuestra futura resurrección. En Adán trajimos un cuerpo frágil, enfermizo, mortal; pero en Cristo poseeremos un cuerpo glorioso y sin limitaciones. La naturaleza de nuestro cuerpo resucitado, solo puede entenderse como semejante al cuerpo resucitado de Cristo, la Biblia no dice nada más. Todas las imperfecciones físicas que poseían nuestros cuerpos al momento de morir, tales como ceguera, falta de oído o de un brazo o pierna, serán restauradas el día de la resurrección. No habrá circunstancias ni accidentes que causen un mal al cuerpo glorificado de los redimidos por la sangre de Cristo Jesús. Será en el día de la resurrección y al poseer cuerpos con naturaleza distinta que conoceremos al cuerpo y naturaleza del cuerpo resucitado de Jesús. Vivimos en un mundo de dolor, angustia y limitaciones; pero vivimos en la bendita esperanza de ser herederos de un cuerpo que nunca jamás pasará por los horrores de la muerte.

La resurrección de Cristo para no volver a morir, es la verdad más extraordinaria que haya sucedido en toda la historia de la humanidad. La resurrección de Cristo es prueba de que los redimidos resucitarán en alma y cuerpo a una eternidad gloriosa. Por la resurrección corporal de Cristo, el mensaje central del Evangelio es que el hombre es redimido como persona integral. La verdad del Evangelio no es tan solo una alma salvada sino más bien un cuerpo resucitado. El clímax de la salvación es la resurrección del cuerpo, revestido de honra y gloria; semejante al cuerpo físico de Jesús. El cuerpo resucitado será adecuado para la existencia, como una parte del cuerpo de Cristo. El cuerpo resucitado será imperecedero; tendrá gloria, honra, el sello indisoluble de su autor: Dios. El cuerpo resucitado será limitado en tiempo y espacio; tendrá cualidades y capacidades para servir eternamente.