lunes, 23 de abril de 2012

LOS NIÑOS DE HOY

De los muchos millones de habitantes que tiene este mundo, todos ellos fueron niños (aunque muchos lo son todavía). ¿Acaso hemos estimado el valor, la importancia, el potencial de los niños de este siglo XXI? Si este mundo continúa en marcha, esos niños que ahora ambulan por las calles serán presidentes, primeros ministros, secretarios de agricultura, profesores de ciencias, padres, madres y conductores de masas. Ahora que ya está por finalizar el mes de abril que se le ha llamado "El mes del niño" es muy bueno fijar la atención sobre los niños y niñas por varias razones.

En primer lugar, allí está la historia que conmueve y estremece con frecuencia.

No solo emanan de ella brillantes luces y dulcísimos recuerdos y grandes lecciones, sino que también surgen páginas de tragedia por las que uno se apena de formar parte del género humano. Esta cuestión de los niños es una de estas tragedias. Hay quienes no se imaginan los capítulos vergonzosos que se han escrito en los anales de los niños. En algunas partes del mundo, solo se aceptaron los bebes del sexo masculino, ya que el resto era arrojado a las corrientes torrentosas de un río. En otras culturas se entregaban a los hijos a las deidades y dioses ofendidos a quienes había que apaciguar. Pero no siempre fueron cosas de carácter religioso o ritual, sino que la brutalidad misma del ser humano se ponía frecuentemente de manifiesto. Hasta el siglo dieciocho no había casi en ninguna parte ley alguna que protegiese los derechos de los niños. En general, los niños eran considerados como propiedad de los padres quienes podían disponer de ellos a su entero gusto y capricho. Podían los padres dejarlos morir por cualquier enfermedad o podían hasta ofrecérselo a alguna otra persona que tuviese interés en ellos. A los seis y siete años de vida se consideraba que los niños habían llegado a "la edad de la razón" lo cual significaba que eran adultos en miniatura y por ende sujetos al peso total de todas las leyes y costumbres vigentes para los demás. Así es que hubo varios casos de niños de siete u ocho años que fueron ahorcados públicamente por haber cometido homicidio o por haber sido culpados de brujerías.

También hay que considerar la situación de los niños de hoy.

El cuadro no es tanto mejor, desde ciertos puntos de vista. Dijo un joven recientemente: "Tengo un empleo excelente, tengo éxito en la vida y quiero cometer suicidio. La vida no tiene significado". ¿Por qué dice un joven semejante cosa y hace tan seria observación? No cabe duda que una gran parte de esa actitud brota de una niñez absolutamente desgraciada e hiriente y deshumanizante. Las condiciones de la niñez moderna se ven complicadas por las realidades tan propias del mundo revuelto en que vivimos. Una de las desdichas más grandes de los niños de hoy son los hogares donde solo se observan disputas y discordias que no parecen tener solución. Este tipo de hogar está en constante aumento en el mundo actual y produce muchísimas víctimas entre el niño de hoy. Pensemos en los miles de casos donde falta completamente ese sentido de responsabilidad que es el marco indispensable de un hogar feliz; hay padres y madres por todas partes que han perdido ese sentido de responsabilidad y quienes poco o nada se interesan en aquellas criaturitas que Dios ha puesto en su sendero. Hay los matrimonios separados, también en número cada día mayor; parejas que han traído al mundo hijos e hijas pero que ahora se han separado en vez de sentirse obligados, sino por otra causa, por lo menos por causa de esos hijos que produjeron. Pero no, ellos se han separado…y los que sufren son los niños –los niños de hoy.

Tal vez nosotros conocemos otro niño o niña que también sufre aunque no lo veamos en lágrimas. Se trata de los miles y miles de niños y niñas que han sido traídos al mundo ilegítimamente. Sabemos que cada día hay más y más niñas y niños en esta lamentable categoría; estos son niños que deben superar los gigantes obstáculos de una vida mal empezada para poder triunfar en la vida que aun los espera. Mucho se ha hecho ya que ciertamente puede beneficiar al niño de hoy. Recordemos que en Inglaterra, por ejemplo, con todo lo progresista y avanzada que era, fue en el año 1802 que se publicaron las primeras leyes de protección de los niños; según estas leyes no se les permitía una jornada de trabajo de más de doce horas, no se los podía hacer trabajar durante las horas de la noche, y era necesario darles por lo menos ciertos elementos de instrucción primaria. El Primer Congreso Internacional del Niño se llevó a cabo en París en el año 1883. Fue en el año 1916 que se realizó el Primer Congreso Panamericano del Niño en Buenos Aires Argentina y que resultó años más tarde en la formación del Instituto Infantil Interamericano; esto fue en el año 1948 bajo los auspicios de las Naciones Unidas; es en la lista de derechos que esta organización ha aprobado que se encuentren estas palabras: "TODOS LOS NIÑOS, LEGÍTIMOS O NATURALES, SON MERECEDORES DE LA MISMA PROTECCIÓN SOCIAL".

Hoy en día, cada país cuida a sus niños y la sociedad ha salido en su defensa, aunque aún hay abusos y actos vergonzosos, pobres niños mutilados, algunos explotados y miles que no saben qué les espera en la vida. No es de sorprenderse que se hayan hecho grandes cosas en pro del niño porque Dios el Creador tiene muy especial interés en él. Es quizá por esta razón que casi todos los movimientos que han impulsado la causa de los niños han nacido en terrenos religiosos.

La Palabra de Dios despliega un enorme aprecio por los niños y las niñas, los de hoy inclusive.

En el Salmo 8, por ejemplo, se leen estas palabras categóricas: "DE LA BOCA DE LOS NIÑOS Y DE LOS QUE MAMAN, FUNDASTE LA FORTALEZA, A CAUSA DE TUS ENEMIGOS". Estos son los niños, esas tiernísimas almas que apenas han aprendido a caminar, corazones que no han sentido aun la influencia venenosa de una humanidad sepultada en cinismo. Es de la boca de los tales, dice la Palabra de Dios, de donde pueden oírse las verdades fundamentales de su vasta creación; es en los niños donde se ven más claramente reflejadas las cosas que de verdad tienen importancia; es por intermedio de los niños que la humanidad puede aprender las importantes lecciones que debe aprender si ha de sobrevivir estos peligrosísimos tiempos en que vive. La lucha de la verdad contra la mentira no es fácil. Tan es así que el Salmo 8 menciona específicamente que es de esas voces infantiles, de esa mentalidad de niño, que sale la fortaleza que ha de vencer al enemigo. ¡Hay un enemigo ciertamente! ¡Rodea al hombre y la mujer con sus fauces abiertas, dispuesto a tragárselo a la menor oportunidad! ¡El niño de hoy es fuente de esperanza en esta clase de mundo! ¿Por qué? ¿Qué puede aprenderse del niño de hoy? ¿Hay acaso en la niña o niño de hoy? Es del niño que el hombre y la mujer pueden aprender la lección más difícil de su vida; tan difícil es la lección que el hombre o la mujer tiene que hacerse como un niño para poder aprenderla.

Hay millones que ni siquiera se han dado cuenta del problema que vive la humanidad; que no saben por qué hay dificultades y por qué se abusa de los niños, y por qué sienten ansiedad, y por qué están intranquilos. La realidad es que estos miles y millones de personas junto con toda la humanidad hemos pecado contra Dios. Este pecado ha causado estragos en todos, ha manchado completamente la vida humana y ha puesto en serio peligro la eternidad del ser humano. Pero la cosa no es totalmente desesperante, hay un rayo de esperanza que llega refulgente a los más apartados rincones de la tierra. Es esto: EN LA PLENITUD DEL TIEMPO DIOS MISMO ENVIÓ A SU HIJO UNIGÉNITO AL MUNDO, UN NIÑITO INDEFENSO, PARA QUE FUESE SALVADOR DEL HOMBRE. Y Cristo cumplió con su cometido: vivió en este mundo, creció y aprendió, caminó y enseñó la verdad, luego fue traicionado y colgado en una cruz y sepultado, pero al tercer día resucito de entre los muertos. Lo curioso es esto: para ser salvos, tenemos que creer en este Jesucristo y eso no es cosa fácil. A cierto hombre de importancia le dijo una vez Jesucristo: "DE CIERTO, DE CIERTO TE DIGO, QUE EL QUE NO NACIERE DE NUEVO, NO PUEDE VER EL REINO DE DIOS". Y al público en general le dijo: "DE CIERTO OS DIGO, QUE SI NO OS VOLVEIS Y OS HACEIS COMO NIÑOS, NO ENTRARÉIS EN EL REINO DE LOS CIELOS".



La Hora de la Reforma-Reforma Viva