viernes, 10 de julio de 2009

EN HORA BUENA AL MUNDO REFORMADO



¡El día ha llegado! Este 10 de Julio del presente año (2009) celebramos los 500 años del nacimiento del insigne reformador Juan Calvino. Las iglesias de corte reformado en todo el mundo ya están en los festejos con sendos congresos donde se estudia y reflexiona sobre la vida y pensamiento del reformador francés.


Felicidades al pueblo Presbiteriano y Reformado que con gratitud al Señor de la Gloria, celebra la vida y obra de este siervo humilde, hombre según el corazón de Dios, quien entendió bien y nos recordó como el apóstol San Pablo y San Agustín, que existimos y debemos vivir para la gloria de Dios.


Tratándose de que la Iglesia Presbiteriana es fundamentalmente calvinista, vamos a referirnos, aunque sea brevemente a la vida y obra de Juan Calvino. Retomamos, pues, una porción del artículo editado con anterioridad denominado: "La reforma y el presbiterianismo".


Juan Calvino nació en Noyón, un pueblo de Francia situado a unos cientos cuarenta kilómetros de París, el 10 de julio de 1509. Su padre, Gerardo Chauvin, en virtud de los cargos importantes que desempeñaba como secretario del obispo de Noyón, abogado del cabildo y procurador fiscal del condado, mantenía buenas relaciones con las familias nobles y el alto clero de la región, aun cuando fuese hijo de una familia humilde. Su madre, Juana Le Franc de Cambray, era una mujer piadosa y celosamente cumplidora de sus deberes religiosos. El ambiente de los primeros años del Calvino fue, pro tanto, de extrema religiosidad, situación que de seguro influyó en su futuro carácter austero y autoritario.


Su padre había planeado para él la dedicación al sacerdocio y le proveyó la mejor preparación intelectual de la época. Ya a la edad de catorce años Calvino había ingresado en la Universidad de París, donde estudió Latín, Lógica y Filosofía. Pero al fin decidió estudia Leyes y pasó posteriormente algunos años en las Universidades de Orleans y Burgues, bajo la orientación de los más conspicuos profesores franceses.


Después de la muerte de su padre, Calvino se sintió libre para seguir sus propias inclinaciones, y se dedicó devotamente al estudio de la Literatura. El primer libro que salió de su pluma fue un comentario al Tratado de la Clemencia, de Séneca, y en esta obra Calvino cita a cincuenta y seis autores latinos y a veintidós griegos, lo que nos da una idea del profundo conocimiento literario que llegó a poseer.


La fecha exacta en que se produce la conversación de Calvino nos es desconocida, pero se estima generalmente que esto sucede a fines del año 1533. En su comentario sobre el libro de los Salmos, Calvino nos informa que su conversación fue súbita, pero no nos dice en parte alguna el tiempo ni el lugar en que ella se verificó.


En marzo de 1536, estando Calvino en Basilea, ve la luz la primera edición de su obra magna: La institución de la Religión Cristiana. Este libro, en su aparición inicial, era un trabajo compendiado, cuya finalidad fue la de dar a conocer el pensamiento protestante a quienes perseguían a los reformadores sin entender ninguna de sus ideas. Este libro fue revisado posteriormente y logro publicarse en cinco ediciones diferentes. Son tan determinantes sus afirmaciones y tan lógica y clara su exposición, que influencia ha alcanzado a todos quienes han pensado teológicamente después de Calvino.


La persecución en Francia continuaba su marcha macabra y Calvino, en compañía de muchos otros protestantes, se vio en la necesidad de huir de su país natal para acoger a la protección de la sección protestante de Alemania. La ruta más segura para emprender este viaje era a través de Suiza, y es así que vemos a Calvino, en una noche de agosto de 1536, deteniéndose en Ginebra para disfrutar de algunas horas de descanso. Lejos estaba él de saber que aquella escala cambiaría el rumbo de su vida.


Guillermo Farel, un laborioso pastor protestante, había comenzado trabajo religioso en Ginebra en 1532, y había logrado hacerse de una notable congregación. En la ciudad, sin embargo, hacía falta la autoridad de un verdadero guía, y en cuanto al pastor ginebrino supo de la cercana presencia de Calvino, fue a pedirle que se quedase allí para servir a Dios. Al principio Calvino rechazó el ofrecimiento, pero al fin accedió y con la sola excepción de tres años que pasó exilado en Alemania, vivió el resto de sus días en una ciudad a la cual llegó para descansar una sola noche.


Juan Calvino inicia sus labores en Ginebra en Septiembre de 1536, predicando un sermón en la Catedral de San Pedro, y en seguida emprende su tarea reformada, logrado implantar un sistema bíblico de gobierno en la Iglesia, y logrando prepara a centenas de hombres que más tarde regarían por toda Europa la más sólidas doctrinas cristianas. Probablemente el impacto del calvinismo en Ginebra fue demasiado fuerte, de tal forma que el reformador francés fue mal entendido, creándose una tensa situación en toda la ciudad. En abril de 1538 se les obligó, tanto a él como a Farel, a abandonar la ciudad. Esta experiencia, que para otros hubiese sido estimada como un fracaso, fue convertida por Calvino en una gran oportunidad para renovar estudios y relaciones.


Cerca de tres años pasó Calvino en Estrasburgo. En esta ciudad público la segunda edición latina de los institutos, publicó su comentario sobre la Epístola a los Romanos, y editó el Tratado sobre la Cena del Señor. Y precisamente, en Estrasburgo se casó el reformador, en Septiembre de 1540, con Idelette de Bure, viuda de Juan Stórder, predicador anabaptista. Pro ese tiempo Farel aceptó el pastorado de la Iglesia de Neuchátel, donde pasó gran parte de su ministerio, falleciendo en 1565 a los setenta y seis años de edad, un año después de la muerte de Calvino.


Durante la ausencia de Calvino las cosas en ginebra no marcharon del todo bien, y por fin el Consejo Municipal, a mediados de 1540, envió un emisario a Estrasburgo para evitar oficialmente al reformado a que regresara a Ginebra. Calvino se resistió a regresar, pero estimando que debía acatar la voluntad de Dios, volvió a Ginebra el 13 de Septiembre de 1541. En esta ciudad estuvo hasta el fin de sus días.


La tarea efectuada por Calvino fue abrumadora. Hizo funciones de predicador, escrito, polemista, reformador, maestro, consejero, teólogo, exégeta, etc. Logró, por medio de su férrea voluntad, crear en Ginebra un verdadero estado teocrático, donde la ley primera era la Palabra de Dios, y su influencia directa llegó a centenas de hombres que más tarde propagaron el calvinismo por todos los ámbitos del mundo. Es difícil armonizar la débil y quebrantada salud de Calvino, con la gigantesca y perdurable realización de su obra. El reformador murió relativamente joven. El 6 de Febrero de 1564 predicó su último sermón y falleció el 27 de mayo del mismo año. Calvino, antes de morir, hizo prometer a sus más cercanos amigos que no colocarían monumento alguno sobre su tumba, y de tal manera fue esto así, que hoy no sabemos descansan los restos de la más brillante figura de la Reforma religiosa del siglo XVI.


La Iglesia Presbiteriana se debe en mucho a Juan Calvino. Ya establecimos anteriormente que las verdaderamente raíces del Presbiterianismo proceden de la Sagradas Escrituras, pero hemos referido que las doctrinas propias de nuestra Iglesia permanecieron durante siglos pretéridas y despreciadas, por la imperdonable actitud de una cristiandad completamente desfigurada. Calvino resucitó los adormecidos principios y doctrinas del presbiterianismo, y organizó de nuevo la iglesia Presbiteriana de acuerdo con las normas escriturarias. Esto sucedió hace alrededor de 400 años.


La influencia de Calvino es mucho más amplia que las que generalmente suponemos. Las doctrinas y principios que él sostuvo proporcionaron las bases para el establecimiento de la república holandesa, la rebelión de Escocia contra María Estuardo, la revolución puritana en Inglaterra, y en parte, las revoluciones norteamericanas y francesas. Ranke, el notable historiador alemán afirman categóricamente: "Calvino es el verdadero fundador de América", y D'Aubige, el insigne historiador francés, opina: "Calvino ha sido el fundador de las más grande repúblicas". Sin duda alguna, su aporte al concepto humano de la libertad tiene generosas implicaciones, y su interés bíblico en el gobierno presbiteriano es la prístina fuente de donde han surgido las democracias representativas que en el mundo han sido.