jueves, 24 de noviembre de 2016

A LA IMAGEN DE DIOS

"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó." Génesis 1:27

Dios creó el mundo para gloria suya. Esto es cierto de toda la creación. Esto es especialmente aplicable al hombre. El hombre revela la gloria de Dios de una manera que es imposible para cualquier otra parte de la creación. Por esto el hombre es llamado la corona de la creación.

Antes de la creación del hombre, Dios consultó consigo mismo: "Hagamos al hombre." Habiendo hecho esto, Dios pasa a declarar que el hombre será su creación especial: "Hagamos al hombre a nuestra imagen." EL HOMBRE SERÁ AQUELLA PARTE DE LA CREACIÓN QUE REVELARÁ Y REFLEJARÁ A DIOS MISMO.

"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz soplo de vida, y fue el hombre un ser viviente." Génesis 2:7. Así hizo Dios al hombre a su imagen. Habiendo recibido la imagen de Dios, el hombre poseía verdadero conocimiento de Dios. El hombre era justo, pues tenía una voluntad en perfecta armonía con la de Dios. El hombre era también santo, y dedicado a Dios. Ciertamente el hombre revelaba la gloria de Dios de una manera tal que ninguna otra parte de la creación podía competir con él en esta tarea. El hombre fue una reflexión terrenal del mismo Dios.

Pero esto no es todo. El hombre había sido hecho para revelar la gloria de Dios de una manera especial. Había sido creado para alabar a Dios. El hombre debía usar su conocimiento, justicia y santidad para alabar a Dios, su hacedor. toda la vida del hombre estaba destinada a ser un canto de adoración y gratitud al creador. Por eso hoy, debemos adorarle por su grandeza y bondad como son reveladas en nuestra creación, y pedirle perdón por haber violado el propósito para el cual fuimos hechos. ¡A Dios sea la gloria!

miércoles, 23 de noviembre de 2016

LA CREACIÓN GLORIFICA A DIOS

"Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." Romanos 1:20

Dios creó el mundo con el propósito de revelar su gloria. Al finalizar su tarea creadora, Dios vio todo lo que había hecho y he aquí que era bueno; cumplía con el propósito para el cual había sido creado: REVELAR SU GLORIA. Es cierto que el pecado ha desfigurado la hermosa creación de Dios. No obstante, la gloria de Dios todavía se manifiesta por medio de su creación. El Salmo 19 nos dice que es así: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos."

A través de su creación, Dios da a conocer que Él existe. Por medio de la creación Dios también revela su poder. Solamente un Dios todo poderoso podía crear y mantener esta creación. Además, al estudiar la creación de Dios vemos su sabiduría. ¡Cuán complejo es lo que Él ha hecho! Sin embargo, ¡qué armonía existe en lo que ha producido! También podemos contemplar la bondad de Dios en sus obras, al considerar cómo ha provisto lo necesario para el ser humano y los animales.

¿Cuál debería ser nuestra reacción a estas manifestaciones de Dios en la creación? Deberíamos alabarle. Alabar a Dios quiere decir adorarle por su grandeza y agradecerle por su misericordia. Ciertamente el poder y bondad de Dios revelados en la creación deberían inducirnos a alabarle.

Que nunca sea dicho de nosotros que, habiendo estado delante de las maravillas de Dios, no le glorifiquemos como a Dios, ni le dimos gracias, sino que nos envanecimos en nuestro razonamiento, y nuestro necio corazón fue entenebrecido. Que se oiga mejor nuestra oración a Él al decirle: "Dios Todopoderoso, los cielos y la tierra declaran tu gloria. Ayúdanos a ver tu poder y tu bondad. No permitas que dejemos de alabarte por lo que tu creación revela." ¡Amén!

martes, 22 de noviembre de 2016

EL PROPÓSITO DE LA CREACIÓN

"...todos los llamado de mi nombre; para gloria mía los he creado, los forme y los hice." Isaías 43:7

Vivimos en una época en la cual es necesario insistir en que Dios es el creador del mundo. Muchos afirman que el mundo es eterno. Aún otros dicen que ha llegado a lo que es por medio de la evolución. Sea cual fuere su teoría, los que no creen insisten en que Dios no tuvo nada que ver con la creación del mundo. Enfrentados con esa falta de fe, es necesario que nosotros repitamos que "En el principio Dios creó..."

Aún así, el reconocer que Dios creó no es suficiente. Debemos también asentir el hecho de que Dios creó el mundo con un propósito, a saber, su propia gloria y alabanza. ¡Cuán pocos reconocen esto! La mayoría de los seres humanos obran como si el mundo y todo lo que en él existe es de ellos. Y así el mundo usa el mundo para su propia satisfacción y gloria. Esta actitud es contraria al propósito de Dios, puesto que Él hizo todo para su gloria. Dios creó al mundo para que nosotros, viendo su gloria revelada en la creación, le alabemos y adoremos.

¿Indica ésto arrogancia de parte de Dios? ¡Por cierto que no! El todopoderoso no pudo menos que elegir el más alto propósito al crear al mundo. Y no hay propósito más alto que la gloria de Dios. Por esta razón no es sorprendente sino natural que Dios declare que ha hecho todo para su gloria. Recordemos esto hoy y siempre, para que no pequemos tomando para nosotros la alabanza que le pertenece a Él solamente.

Que nuestra oración sea: "Oh Dios, perdónanos por haber usado lo que tú has hecho para nuestra propia gloria. Haznos capaces de usar lo que tú hiciste para su verdadero propósito: LA GLORIA DE TU NOMBRE."

lunes, 21 de noviembre de 2016

UN LLAMADO A LA ADORACIÓN

"Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad." Salmos 29:2

Consideremos las actividades que, como cristianos, desempeñamos en la casa de Dios. ¿Se ha detenido alguna vez a considerar cuánto de nuestro tiempo y energía son usados en la casa de Dios para alabarle a El?

Muchos de los himnos que cantamos son de alabanza. larga parte de nuestra oración es y debe ser alabanza. confesamos nuestra fe como parte de nuestra alabanza a Dios. Con nuestras ofrendas alabamos a Dios. Y finamente terminamos el culto con una doxología:
"A Dios el Padre Celestial, 
al Hijo nuestro Redentor, 
y al eternal Consolador, 
unidos todos alabad. Amén."

 Cuando Dios nos llama a su casa, nos llama a adorarle, a alabarle. Pero esto no es todo, en el verso dos de este salmo 29, el escritor nos recuerda que debemos adorar y alabar a Dios "...en la hermosura de su santidad." La alabanza que agrada a Dios no requiere de un templo de hermosa apariencia arquitectónica lleno de adoradores vestidos con sus ropas más lujosas.

La alabanza que Jehová se merece debe brotar de la hermosura de la santidad; de los labios de aquellos que han sido separados del mundo y consagrados a Dios; de los corazones de aquellos que han abandonado el camino del pecado y ahora marchan en el camino de la virtud. Estas condiciones personales son las más importantes para la verdadera alabanza. El edificio y las ropas son secundarios.

Quiera Dios darnos su espíritu para que podamos responder a su llamado con santa alabanza. Que nuestra oración sea: "Señor, santifícanos para que nuestra alabanza te sea brindada en la hermosura de la santidad."

martes, 15 de noviembre de 2016

¿Qué es el hombre?

"¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo de hombre para que lo visites?" Salmos 8:4

Hemos observado que solamente Dios es merecedor de la alabanza a raíz de su infinita grandeza. Pero algo más es necesario si queremos alabar a Dios como se debe. Debemos contemplar a Dios en su grandeza, pero también tenemos que vernos a nosotros mismos como seres pequeños e insignificantes.

El ser humano (hombre) orgulloso no alabará a Dios. Los orgullosos se alaban a sí mismos solamente y desprecian a Dios. Es por esto que la Biblia declara que aquellos que se han ensoberbecido contra Jehová, "...contra el Santo de Israel" (Jeremías 50:29) son "una abominación a Jehová" (Proverbios 16:3).

Si deseamos alabar a Dios, y así serle agradables, debemos ver lo que David vio. David vio la infinita grandeza de Dios, y se dio cuenta de que, en comparación, el hombre es muy pequeño. Solamente entonces para él al notar que el grande y Santo Dios había dado al pequeño hombre una posición honrosa, grandes talentos, y dominio sobre el resto de la creación. David se maravilla, pues ¿qué es el hombre? David estaría de acuerdo con Job al decir que el hombre es un "gusano" (Job 25:6).

Ahora debemos notar que, luego de ver que el hombre no es nada, David alaba a Dios. Comienza y termina el Salmo 8 con una hermosísima expresión de alabanza: "¡Oh, Jehová Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!". A menos que nos hayamos visto a nosotros mismos, de esta manera, no podremos ni vamos a querer alabar a Dios. Oremos a nuestro amado Señor que nos revele su majestad, pidiendo que veamos cuán insignificante somos. Entonces podremos alabar Su excelente Nombre.  

martes, 1 de noviembre de 2016

EL QUE MERECE ALABANZA
"Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado..." Salmos 48:1

Hay pasajes en las Escrituras en los cuales se alaba a ciertas personas por un carácter especialmente notable, o por alguna proeza excepcional. Por ejemplo, leemos en Proverbios 31:30,31: "Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada. Dadle del fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus hechos."

A pesar de esto, un cuidadoso estudio de la Palabra indica inmediatamente que el énfasis de las Escrituras es que solamente Dios merece alabanza en el mejor sentido del vocablo. El ser humano puede ser admirado por cierta virtud, o recibir agradecimiento por cierta bondad, pero, en última instancia, la alabanza debe ser reservada para Jehová (EL SEÑOR). Por esto el salmista dice: "Grande es Jehová."

Considera la grandeza del Señor (JEHOVA). El es perfecto, eterno, inmutable, presente en todo lugar. El ser humano posee conocimiento, pero Dios lo sabe todo perfectamente. El hombre y la mujer poseen cierta medida de fuerza, pero Dios es omnipotente. El ser humano revela tener algo de compasión, amor, gracia, merced y bondad. Y aunque pueden ser ensalzados por ciertas cualidades, nunca debemos olvidar que solamente Jehová Dios es perfectamente Santo, Justo y Bueno.

"Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado."

Solamente Él es el que se merece toda nuestra reverencia y gratitud. El entendimiento de este concepto es esencial si queremos alabarle como debemos. Que Dios abra nuestros ojos para que podamos ver más de Su grandeza, puesto que solamente entonces podremos darle la alabanza que se merece.